Contra los demonios, por el liberalismo radical y en actitud contracultural - Razón Pública
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Contra los demonios, por el liberalismo radical y en actitud contracultural

Escrito por Omar Rincón
Jóvenes.

Omar RiconA propósito del 73 por ciento de estudiantes colombianos que aprueban una dictadura.

Omar Rincón*

Estadísticas aterradoras

La democracia ya no es sexi ni entretenida, los ciudadanos pelean en whatsapp, la vida pública aburre, lo privado entretiene.

Los políticos apestan y no se enteran. Hemos llegado a la política celebrity y a la democracia cínica.

La democracia no gusta porque la política se ha convertido en la pelea contra los demonios de la ideología de género y el chavismo, mientras defiende el evangelio del liberalismo del yo y el capital sin derechos; y para que no cause pena, todo se adoba con una actitud contracultural: no creo en la política, yo soy mejor que los demás, apuesto por las personas que prometan no molestarme.

Urgente: hay que re-inventar la política y la democracia.

El 11 de abril desperté con resaca de mezcal que se convirtió en pesadilla política cuando leí en El Tiempo que “73 por ciento de estudiantes colombianos aprueban una dictadura” porque “si es para traer orden y seguridad, la democracia sobra”. El ‘Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana’ (ICCS) “revela un nivel preocupante de valores antidemocráticos y orientaciones antisociales en gran parte de los jóvenes encuestados”.

​Hay que imaginarse una sociedad más solidaria con menos capitalismo y más comunitarismo.

El informe, elaborado por la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo (IEA), encuestó a 25 mil estudiantes de octavo grado de 900 escuelas de Chile, México, República Dominicana, Perú y Colombia para medir las actitudes cívicas de los alumnos y sus competencias ciudadanas.

  • En promedio el 69 por ciento de los jóvenes latinoamericanos aceptarían una dictadura si esta trae orden y seguridad. Un 65 por ciento dijo estar dispuesto a someterse a un gobierno antidemocrático si este trae beneficios económicos.
  • El 51 por ciento de los estudiantes estuvo de acuerdo con afirmaciones sobre prácticas corruptas en el gobierno y sobre la cultura de “el vivo vive del bobo”. Frente a la pregunta ‘¿está de acuerdo con que un funcionario debería poder ayudar a sus amigos a conseguir un trabajo en su despacho?’, el porcentaje es de 53.
  • El 35 por ciento de los estudiantes latinoamericanos aprueban violar la ley si esto les permite sacar algún provecho económico. Ante la pregunta de si es válido saltarse la aplicación de la norma para alcanzar una meta importante, el 64 por ciento estuvo de acuerdo.
  • “Los datos fueron aún más graves cuando se preguntaron si violarían la ley para ayudar a sus familiares: el 73 por ciento dijo que sí”.
  • Las actitudes complacientes frente al “linchamiento público” para castigar criminales cuando la autoridad no actúa es del 41 por ciento: cuatro de cada diez estudiantes colombianos están de acuerdo con la “justicia por mano propia”.
  • Para aliviar algo la pesadilla democrática sale que a mayor educación cívica disminuía la tendencia autoritaria y que la paz en Colombia es apoyada por un 80 por ciento de los jóvenes.

¿Entonces?

Medios de comunicación.
Medios de comunicación.
Foto: MINTIC

La democracia ya no es sexi en América Latina, tal vez porque no sabemos qué es vivir en dictadura. El yo-capitalismo ganó, y mientras YO esté bien, que se joda el mundo. Los expertos en El Tiempo explican que:

  1. La solución es la formación ciudadana y cívica en colegios. Enrique Chaux, profesor  del departamento de Psicología en la Universidad de los Andes y experto en educación para la paz, explicó a El Tiempo que “las competencias ciudadanas son fundamentales para aprender a relacionarse pacífica y constructivamente con los demás y para aportar a la transformación hacia una sociedad más democrática […]”.
  2. La solución está en transformar las costumbres políticas de la democracia. Julián de Zubiría, director del Instituto Merani, dice que “los jóvenes no confían en sus instituciones democráticas ni en sus partidos políticos y creen mágicamente que un dictador resolverá los problemas económicos y sociales. No saben que las dictaduras violan los derechos humanos, restringen las libertades y son el principal caldo de cultivo para la corrupción […] Eso pasa porque no hay educación política de calidad…”.
  3. La solución está en modificar nuestra cultura ciudadana. “La responsabilidad de esa crisis ética es de los mayores y no de los jóvenes” dice Zubiría. “Ellos ven a sus padres pagarles sobornos a los policías de tráfico, evadiendo impuestos y comprando cosas robadas o de contrabando. Por ello, se han connaturalizado con la corrupción y la “cultura del atajo” se ha impuesto”.
  4. La solución es pop & cool.  La psicóloga de familia María Elena López dice que la posición de los jóvenes frente a la corrupción refleja las características de los millennials. “Es una generación con enfoque muy individualista y egocéntrico que busca satisfacer sus propias necesidades, sin tener en cuenta la vida social y democrática”. Hay que imaginarse una sociedad más solidaria con menos capitalismo y más comunitarismo.

Puede haber muchas explicaciones y soluciones. Pero el estudio fue hecho en sociedades muy de derecha, de tradición hipercapitalista y modelo económico “sálvese quien puede”, como son estos 5 países, donde piensan que menos Estados y menos derechos sociales significa más crecimiento y eficiencia privada.

Han faltado proyectos de índole más socialista y progresista que fortalezcan al Estado y amplíen los derechos de los ciudadanos. No es tan raro que en estas sociedades del capitalismo puro y caridad cristiana triunfen las opiniones al estilo Uribe, el PRI, Fujimori o Pinochet.

Es la cultura política de nuestros países lo que explica el déficit de democracia; echarle la culpa a la educación o a los medios es la salida fácil.

Puede leer: Trascender la ignorancia, el odio y el miedo en el debate político.

Cultura política del siglo XXI

Hay que comenzar por las evidencias o los saberes ya construidos:

  • No hay política sin comunicación, ni comunicación sin política; habitamos la efervescencia del Estado Comunicador, donde más que gobernar se comunica, más que politizar se mediatiza. El énfasis está en las apariencias sin obras, en el discurso sin acciones, en el control del discurso mediático con muy buenos resultados.
  • Hay que agregar el desprestigio de los poderes judiciales y legislativos, la corrupción, los autoritarismos políticos, y los debates jurásicos como el de la ideología de género o el castrochavismo.
  • Este espíritu anti-democrático va bien con prácticas premodernas basadas en los beneficios de la familia, los pactos mafiosos: primero mi familia y el Estado a su servicio.
  • Con las redes sociales cada individuo vive sus creencias y sus pequeñas batallas en whatsapp con su familia y amigos con lo cual pierde de vista lo colectivo y estructural de la vida pública.
  • Los medios de comunicación dejan de ser narradores críticos de la democracia y se convierten en actores políticos que se dedican a “viralizar” mentiras (porque el periodismo no hizo lo suyo) y a publicar los que dicen las redes y no la realidad.
  • Las elecciones se han convertido en un campo de prueba social que se practica cada tanto y poco significan, ya que hemos llegado al estado cínico de saber que toda la política es de posverdades: de contar y prometer lo que la gente quiere creer.

Llegamos a una sociedad de indignados por todo pero que no hace nada para no perder el pequeño confort capitalista, una sociedad aburrida con la vida pública y emocionada con la vida privada, una sociedad decepcionada de la democracia.

La democracia es el modo más humano que creamos para estar juntos celebrando la diversidad y promoviendo los derechos colectivos.

También en RP: Verdad y posverdad: ¿cómo es posible el debate ciudadano?

Este mapa maniqueo ha llevado a que la democracia sea un producto sin identidad ni valor. Hemos llegado a una sociedad que exige más Trump, más Macris y más Uribes (democracia celebrity y ceocrática) y menos Fideles y Lulas; menos onegismos, hipismos y movimientos de lo políticamente correcto y más de lo evangélico, autoritario, millenial, cool & pop.

Pasamos de los partidos políticos e ideologías de modelos de sociedad a los personismos, celebrities e ideologías del yo, o a la revolución de las formas y las catarsis de las apariencias. Cruzadas morales contra las llamadas “ideologías de género” o el “castrochavismo”, por el neoliberalismo -cada uno es dueño de su destino capitalista y sus derechos sociales- y lo contracultural -lo cool es criticar el consumismo y el capitalismo vía el consumo y el capital-.

La fórmula es simple: contra los demonios por el liberalismo radical y en actitud contracultural. Lo maravilloso es que con “esto” basta para ganar las redes, los medios, la conversación cotidiana y las elecciones. Amén.

La paradoja

Democracia y dictadura.
Democracia y dictadura.
Foto: Pixabay

Toda la cruzada antidemocrática es pro-empresa privada que celebra al yo consumista sin comunidad.

Es la cultura política de nuestros países lo que explica el déficit de democracia; echarle la culpa a la educación o a los medios es la salida fácil.

Esta batalla es comunicativa porque vende e instituye estilos de vida, ahí es donde la comunicación es más política, porque es clave y trabaja sobre los sentimientos que determinan la unidad. La democracia es el modo más humano que creamos para estar juntos celebrando la diversidad y promoviendo los derechos colectivos.

Por eso debemos hacer otra comunicación, otros medios, otros periodismos, otras redes. Hay que sacar el groupie democrático que llevamos dentro y ponerlo en acción. Estamos jugando en cancha inclinada por los intereses privados, jugamos de visitantes, el árbitro y los narradores están comprados… ahí tenemos que jugar el partido de defensa de la democracia, el pueblo y modos de vivir colectivos.

Hay que volver sexi la democracia. Aquí se juega “la paradoja democrática”, ya que en las redes y los medios se juega no solo la gobernabilidad y el tono de la conversación social sino que pone en evidencia nuestros deseos y nuestras miserias.

Necesitamos urgentemente que la política y la democracia zumben, piquen e hinchen, y para eso está el periodismo de calidad. Hay que oponerse a esta cruzada moral desde dios y la familia, por la derecha neoliberal sin humanismo y con el poder del dinero; tal vez debamos pensar y actuar más como Arturo Escobar enuncia: “desde abajo, por la izquierda y con la tierra”.

*Profesor Asociado, CEPER, Universidad de los Andes. orincon@uniandes.edu.co

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