
La pandemia se nos ha venido encima. Necesitamos estrategias integrales con participación comunitaria para frenar de veras el ritmo de los contagios.
Jorge Martín Rodríguez, M.D.*
Colombia en el centro de la pandemia
Varios países latinoamericanos están entre los veinte con más casos confirmados de COVID-19: Brasil ocupa el segundo puesto con casi 1,4 millones de casos; Perú y Chile ocupan el séptimo y octavo lugar con cerca de 280 mil casos cada uno, y México ocupa el décimo primero con casi 220 mil casos.
Colombia no está muy lejos: actualmente, ocupa el vigésimo primer puesto. En junio se triplicaron los casos confirmados y ya sobrepasamos a los 100 mil.
Aunque la mortalidad del virus en Colombia (3,2%) se ha mantenido por debajo del promedio mundial (4,9%), el 40% de los casos son asintomáticos y el 40% son leves, no hay que olvidar que el 20% restante necesitan hospitalización para suministro de oxígeno, atención en las unidades de cuidados intensivos (UCI) o soporte ventilatorio. Casi el 5% de estas personas se complican o fallecen.
Por eso -además o en defecto del sistema hospitalario que se verá desbordado fácilmente- las autoridades deben apelar a las herramientas que ofrecen la Salud Pública y la Epidemiología. Este fue por ejemplo el error que cometieron las autoridades italianas, como pude explicar en un artículo para El Espectador.
Más allá del confinamiento y el autocuidado
El lavado de manos, el distanciamiento físico, el uso de elementos de protección personal y los protocolos de bioseguridad en los establecimientos comerciales son medidas importantes, pero insuficientes para lidiar con la COVID-19.
Numerosos estudios de Salud Pública demuestran que la información y la comunicación no cambian los comportamientos en el corto plazo, por lo cual es necesario acompañarlas de estrategias de participación comunitaria y de trabajo con pares para obtener mejores resultados.
Estas estrategias deben ser lideradas por salubristas y epidemiólogos, contar con la participación de antropólogos, sociólogos y psicólogos, e incluir aportes de la academia. Es urgente promover el enfoque poblacional o comunitario, la atención primaria en los hogares y la vigilancia epidemiológica en los territorios donde los contagios se disparen, pues solo así será posible una respuesta estatal integral.
Como es bien sabido, Colombia no logró obtener el número de ventiladores que esperaba, porque países productores como Alemania y Estados Unidos suspendieron sus exportaciones. Además, los ventiladores producidos por la industria local aún no han sido aprobados por el INVIMA.

Ejemplos del mundo
Varios países han logrado fortalecer sus sistemas de salud gracias al énfasis que han puesto en el diagnóstico, la detección, el aislamiento y la atención oportuna a los casos sospechosos, así como el seguimiento de contactos de los casos confirmados. Todo esto les ha permitido mitigar el virus.
Rusia ha hecho cerca de 131 pruebas por cada 1.000 habitantes, Canadá 92, Chile 56, Uruguay 18,5 y Cuba 15 pese al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos. Es importante señalar que Colombia ha aumentado significativamente el número de pruebas, y hoy realiza casi 14 pruebas por cada 1.000 habitantes. De hecho, en la última semana, se realizaron más de 15.000 pruebas por día.
Sin embargo, es necesario que el gobierno nacional, el ministerio de salud, los gobernadores y alcaldes entiendan la importancia de fortalecer los procesos de atención primaria y comunitaria porque sin ellos la atención hospitalaria se quedará corta frente a la pandemia.
¿Qué podemos hacer?
Vale la pena recordar lo que dijo el Director General de la Organización Mundial de la Salud hace tres meses porque hoy es todavía más vigente que nunca: “debemos realizar más pruebas, extender el aislamiento preventivo y promover medidas de protección personal para detectar los brotes de forma oportuna, establecer las cadenas epidemiológicas de los contagiados y evitar que el contagio se dispare”.
Por ejemplo, en Bogotá y en otras ciudades grandes del país, se podrían realizar pruebas en los portales de los sistemas de transporte masivo y en lugares públicos para disminuir las barreras de acceso y las demoras que se están presentando actualmente.
También sería prudente considerar el retorno a un confinamiento estricto o casi estricto que limite las aglomeraciones y la entrada a lugares públicos como bancos y centros comerciales. Sin duda, esto disminuiría la velocidad de contagio.

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Por otro lado, hay que evitar que se repita un día sin IVA como el del 19 de junio y garantizar que las personas más vulnerables obtengan los recursos necesarios para pagar la canasta familiar, los arriendos y los servicios públicos. Solo así será posible convencerlos de que se queden en casa el mayor tiempo posible.
Así mismo, es importante destinar presupuesto a los equipos de vigilancia epidemiológica en todo el territorio nacional, pues el aumento del número de pruebas, los sistemas de información y las estrategias de participación social y comunitaria son fundamentales para asumir este reto.
Finalmente, los casos sospechosos deberían acceder a la prueba y al resultado en menos de 72 horas para tomar las medidas oportunas y evitar que los casos positivos contagien a otras personas en el transporte público o en sus lugares de trabajo.
Es hora de que nos enfoquemos en las soluciones reales, oportunas y eficientes. Si no desarrollamos estrategias que complementen el confinamiento y las medidas de autocuidado, pasaremos de contar miles de casos positivos, a contar miles de muertos.
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