No es cuestión de repartir tabletas o instalar nuevas antenas. La economía naranja que propone el gobierno tendría que basarse en una política de comunicaciones digitales creativa, incluyente y capaz de aprovechar la revolución permanente que significa Internet.
Álvaro E. Duque*
De los derechos humanos a los derechos sobre la información
Casi nadie puede definir hoy con exactitud qué es ese «espacio comunicacional» donde vivimos los seres humanos.
No nos damos cuenta de que son prácticamente todos los espacios que habitamos. Llamar por teléfono, ver una película, chatear en WhatsApp, dar me gusta en Facebook, realizar una transacción bancaria, sintonizar la radio, oír música, navegar por Internet, usar waze son, entre otras muchas situaciones, los espacios comunicacionales.
El «espacio comunicacional» es similar a la «materia oscura» de la que hablan los físicos. Sabemos que existe, pero no es fácil precisar su significado. Por eso intelectuales de 18 países han pedido este mes a los jefes de Estado del mundo considerar al «espacio global de la comunicación» como un bien común de la humanidad mediante la Declaración Universal sobre información en democracia.
La declaración propone organizar el espacio comunicacional «mediante instituciones democráticas» que determinen cómo, cuándo, dónde y de qué modos regular ese espacio.
Christophe Deloire es el secretario general de Reporteros Sin Fronteras (RFS), la entidad que más impulsa el Pacto Internacional sobre Información y Democracia. Según Deloire, este acuerdo se propone «preservar los derechos básicos de información y expresión ante los cambios de los últimos años, que hacen obsoletas las medidas incluidas en la Declaración Universal de Derechos Humanos, de la que están a punto de cumplirse 70 años».
Carta Magna para la web
Por otra parte, y en forma simultánea, Tim Berners-Lee anunció que su fundación, World Wide Web Foundation, está impulsando una «Carta Magna para la web«. Se trata de que los Estados garanticen a sus ciudadanos la posibilidad de (1) tener acceso a todo el Internet, (2) en cualquier momento, y (3) respetando su privacidad para que puedan estar en línea «libremente, de forma segura y sin miedo».
El triunfo del liberalismo sobre el comunismo eliminó muchos de los debates públicos planteados por la Comisión MacBride.
Se espera que esta Carta se publique en mayo de 2019, cuando la mitad de la población mundial llegará a estar conectada en la web. La Carta quiere salir del camino preocupante que ha transitado Internet últimamente, «pues, en palabras de Beners-Lee, los sueños maravillosos de lo que iba a significar esta red, han sido reemplazados por abusos en línea, prejuicios, sesgos, polarización, noticias falsas y muchas otras cosas que rompen con la idea de hacer de la web un instrumento que sirva a la humanidad, la ciencia, el conocimiento y la democracia».
Amenazas que fueron anunciadas…y olvidadas
![]() Reporteros sin Fronteras. Foto: Wikipedia |
Varios de los puntos incluidos en los dos documentos anteriores son la actualización del trabajo de la llamada Comisión MacBride, que sesionó en la década de los 70 a instancias de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) con el fin de resolver los problemas de comunicación de las modernas sociedades de masas.
Esa comisión produjo el informe Un solo mundo, muchas voces, que recogió la idea de impulsar un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (Nomic) para enfrentar una serie de problemas que entonces se identificaron como dañinos para la comunicación.
La Comisión MacBride quería evitar tres escenarios que parecían inminentes, a saber:
- La concentración de la propiedad de los medios en unas pocas manos;
- La difusión arbitraria de un modo de ver el mundo que conduce a la uniformidad de la cultura y niega otras maneras de asumir, por ejemplo, el desarrollo;
- La unidireccionalidad en el flujo de las informaciones, que iban (y van) solamente desde el norte hacia el sur y del centro económico a la periferia. Una comunicación unidireccional es una nueva forma de colonialismo y de manipulación política.
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El Nomic, en suma, tenía que ver con la autodeterminación y la identidad cultural de las naciones. Por eso hizo explícitos conceptos como acceso y participación de los ciudadanos en la producción y el consumo de informaciones.
Sus dos puntos focales fueron el papel de los medios de comunicación y la comunicación masiva en el desarrollo de la sociedad y la relación entre los países industrializados y los denominados países en desarrollo.
El triunfo del liberalismo sobre el comunismo en la década del 90 fue saludado por entonces como el «Fin de la historia«. Y en consecuencia desaparecieron de los debates públicos muchos de los asuntos planteados por la Comisión MacBride.
Internet: ¿ilusión o espacio democratizador?
En 2003, la Unesco y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), convocaron a la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) para retomar el tema, pues eran evidentes el crecimiento de las empresas de telecomunicaciones y la revolución en todos los aspectos de la sociedad que estaba produciendo la Internet.
Esta vez participaron representantes de los Gobiernos y de la academia, como había sucedido en la Comisión MacBride, pero además la sociedad civil e incluso las empresas más importantes del sector y otros stakeholders intervinieron en las discusiones.
El compromiso que surgió de la CMSI fue construir una Sociedad de la información orientada al desarrollo, «en la que todos puedan crear, acceder, utilizar y compartir información y conocimiento, para lograr su pleno potencial a la hora de promover su desarrollo sostenible y mejorar su calidad de vida».
Con todo, a la hora de hacer un balance de las propuestas de la CMSI, los resultados son más agrios que dulces.
La idea del Internet como espacio democratizador y libertario ha sido puesta en jaque por los monopolios que han seguido consolidándose. La brecha digital ha crecido y nadie puede vanagloriarse de una sociedad más incluyente. Son las cifras las que nos enceguecen. Los 2.200 millones de usuarios activos en Facebook nos hacen olvidar que hoy en día, unos 600 millones de niños y jóvenes no dominan las tecnologías digitales.
Las nuevas leyes de prensa
En la primera parte de este siglo llegaron a varios países de América Latina gobiernos de corte socialista, y con ellos volvió la discusión sobre el sector de las comunicaciones. La expansión del mercado de medios con intereses exclusivamente mercantiles había permitido la concentración de la propiedad. Y esto tendía a erosionar las prácticas democráticas y, sobre todo, a excluir grandes sectores sociales de las discusiones públicas.
Como resultado de esa apreciación, en varios países se adoptaron las llamadas leyes de medios. Estas leyes ajustaron un poco la situación, pues bloquearon monopolios y crearon espacios para grupos minoritarios que antes no tenían voz. Pero también surgió un gran lunar: los nuevos marcos normativos se usaron con frecuencia para consolidar regímenes con claros tintes autoritarios, donde las libertades comenzaron a podarse.
Involucrar la sociedad civil
Trascendiendo entonces la oposición rígida y reductiva de los modelos liberales y socialistas, el Pacto Internacional sobre Información y Democracia debe ser la ocasión para que la sociedad civil se involucre más en los debates acerca del «espacio comunicacional».
Involucrar a la sociedad civil impediría que las llamadas GAFAM (primeras letras de Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) sean las que definan qué sucederá con las maneras de comunicamos.
La idea del Internet como espacio democratizador y libertario ha sido puesta en jaque por los monopolios que han seguido consolidándose.
El Pacto establece cuáles son las garantías para preservar el espacio global de la comunicación: libertad, independencia, pluralismo y confiabilidad. Además, reconoce la función social del periodismo, al considerarlo como una especie de “tercero de confianza” para las sociedades.
Lo más innovador del Pacto es abogar por un grupo internacional de expertos independientes que tengan la facultad para investigar las prácticas, tanto de las empresas como de los gobiernos, y sus consecuencias proyectadas sobre los medios, las estructuras y las normas de comunicación.
Comunicación naranja en Colombia
![]() Duque y los medios de comunicación. Foto: Facebook Iván Duque |
El llamado vale también para nosotros porque el presidente Duque ha declarado que su propuesta de economía naranja implica que la cultura será el centro del desarrollo en Colombia.
En esta propuesta, la comunicación juega un papel de primer orden. Por eso los ciudadanos tenemos que exigirle al Gobierno que intervenga cuando sea el caso de corregir los fallos del mercado, cuando los beneficios económicos no vayan a la par de los sociales y cuando las prioridades nacionales se vean amenazadas por los intereses particulares.
Son exigencias propias de un mundo de comunicaciones, que van más allá de una visión instrumentalista según la cual bastaría con entregar tabletas a estudiantes u ofrecer internet en zonas apartadas para aprovechar la revolución tecnológica.
A fin de cuentas, las comunicaciones y el mismo entorno comunicacional están relacionados con la paz y la seguridad, con el medio ambiente, con el desarrollo, con la economía inclusiva.
Por eso de verdad necesitamos un acercamiento desde la perspectiva de los derechos, que permita pensar la sociedad de la comunicación como algo dinámico y creativo, que favorece la construcción de comunidades más justas y pacíficas.
En el caso de la salud y la educación, ya hemos visto que a la sociedad le va mal cuando se trata la cuestión como si fueran meras mercancías. Ojalá no repitamos lo mismo para la comunicación. Es lo que se ha pedido en los debates sobre la ley de modernización tecnológica que presentó el MinTIC.
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Las discusiones sobre el espacio comunicacional son como una bala en un ascensor. Quizá molesta, pero hay que ponerle cuidado acerca de dónde viene. Es un asunto que nos compete a todos.
*Ph. D. en Ciencia Política de la Universidad de Turín (Italia) , investigador de temas de comunicación política, periodismo y educación. alvaroduque.torino@gmail.com | @alduque