La economía ha crecido bastante pero Colombia no es más competitiva y las “locomotoras” que anuncia el gobierno no aseguran el éxito en esta aldea global. ¿Qué cosas hay que cambiar?
Jorge Gaitán Villegas *
Un juego rudo
Colombia parece despertar, repentinamente, de un largo episodio de enfermedad mental, contagiosa y colectiva, para entrar sin transición a la dura realidad global. Su aislamiento relativo la había preservado de la crisis mundial multiforme y metamórfica, que no termina, que se va transformando, sin modificar las reglas del juego, pero acelerándose y exacerbando las tensiones: ahora el nombre del juego es competitividad sistémica avanzada.
Las reflexiones algo deshilvanadas que se presentan a continuación sólo intentan provocar en el lector curiosidad y preocupación:
- Curiosidad por penetrar en la cada vez más precisa y compleja masa de información comparativa de alta calidad a disposición de todo aquel que se atreva a mirar de frente el ajedrez internacional donde, como peones y alfiles, van cayendo naciones enteras. Grecia, Irlanda… otras tiemblan esperando su turno, como España y Portugal. Las damas mayores, China y Estados Unidos, se hacen jaques monetarios recíprocos. Tambalea la hasta no hace mucho respetable torre del euro.
- Preocupación al comprender que Colombia no está preparada para el juego rudo y altamente sofisticado al que está llegando tarde.
La primera pregunta que nos podríamos hacer, es obvia, ¿Cómo está la salud competitiva de Colombia al entrar en su convalecencia tras ocho años del régimen que sabemos? Más allá del discurso dominante, puede resultar revelador echar un vistazo desprevenido a documentos objetivos.
Por ejemplo, la Tabla de Pronósticos para 5 años [1] elaborada para Colombia por The Economist Intelligence Unit (EIU) y cuidadosamente actualizada cada mes, arroja luz sobre el punto de partida desde el cual arrancan las locomotoras diseñadas por el nuevo gobierno, para arrastrar los innumerables vagones de esta sociedad.
Crecimos y creceremos
Primero, las buenas noticias. Siendo el comercio mundial el inductor fundamental del crecimiento de las economías, si éste se recupera del colapso de 2009, -cuando tuvo un decrecimiento de un 11,1 por ciento-, tal como está previsto para este año con una corrección técnica de un 11,5 por ciento, el Producto Interno Bruto (PIB) mundial se impulsará en un rango de un 2,5 a un 3,1 por ciento en los próximos cinco años.
La gráfica ilustra la violenta caída del comercio mundial entre 2008 y 2009, para luego presentar tasas de crecimiento positivas hasta 2015.
Fuente: The Economist Intelligence Unit (EIU).Viewswire 5-year Forecast Table. Nov 18th 2010.
Esto significa un mayor crecimiento para todos. Estados Unidos se moverá entre el 1,5 y el 2,6 por ciento; América Latina pasará de un 3,6 en 2011 a un 4,4 por ciento en 2015. Y al parecer, Colombia podría beneficiarse aún más que el promedio latinoamericano de este nuevo auge de la economía mundial y crecería, continuamente, entre un 4,2 en 2011 y un 5,2 por ciento para 2015.
Un crecimiento continuo de esta magnitud permitiría que el PIB per cápita en Colombia pasara de 3.669 dólares en 2006 a 8.578 dólares en 2015, lo que equivale a una expansión de un 134 por ciento en 10 años, algo nunca antes observado.
En términos más precisos, es decir, en paridad de poder de compra (PPC), se pasaría de 7.818 a 12.215 dólares, un aumento real del orden de un 56 por ciento.
Pero crecimos mal
Ahora, las noticias menos buenas. Sin pretender hacer de aguafiestas, la magnitud de la tasa del crecimiento del PIB no lo es todo, pues ahora, talvez, cuenta más el cómo se crece y el para qué se crece.
Colombia ha crecido recientemente en medio de una regresión infantil, pues volvió a sus inicios de los siglos XIX y XX, exportando oro, petróleo, carbón, y otras materias primas sin procesar ni transformar (commodities) y cada vez relativamente menos productos de origen agrícola (café, flores, frutas) o industriales de bajo valor agregado.
Su aparato productivo realmente no ha emprendido la gran transformación que Hausmann[2] preconizó en 2007, como requisito indispensable para insertarse exitosamente en la economía mundial. Hoy el tejido empresarial, compuesto esencialmente por unas 1.500 empresas grandes y unas 75.000 pequeñas y medianas (pymes), ha dejado ampliar su brecha de productividad frente a las economías avanzadas y por lo tanto, es menos competitivo que hace cinco años.
La gran transformación ha sido por el auge del sector de servicios, que desde hace años genera más de un 50 por ciento del PIB colombiano, orientado a satisfacer necesidades del mercado interno, como los servicios financieros, de telecomunicaciones, de educación y de salud, que están lejos de ajustarse a los estándares internacionales.
Lo cierto es que, en los últimos años, Colombia sí creció, pero mal. Creció sin generar empleo, sin reducir la pobreza, sin mejorar la abismal desigualdad, pero sobre todo, sin aprovechar esa dinámica económica para cerrar su brecha de productividad frente a economías más competitivas.
Colombia comparada con Chile
El término algo difuso y resbaloso de ‘competitividad' ha entrado en el vocabulario tecnocrático desde hace ya unos veinte años. El Foro Económico Mundial (FEM) ha venido mejorando la calidad de sus indicadores de competitividad, a pesar de su imagen excesivamente mediatizada, centrada en el desfile ritual de los poderosos del mundo cada febrero en la lujosa estación de vacaciones de invierno de Davos, Suiza,
Incluso su definición resulta clara, concisa e interesante: "Competitividad es el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país". A su turno, el nivel de productividad establece el nivel sostenible de prosperidad que puede ser obtenido por una economía."
"En otras palabras, economías más competitivas tienden a ser capaces de producir niveles de ingreso más elevados para sus ciudadanos. El nivel de productividad también determina las tasas de retorno obtenidas por las inversiones productivas (físicas, en capital humano y en tecnología). Como las tasas de retorno son los inductores fundamentales de la tasa de crecimiento de la economía, entre más competitiva es una economía, más rápido crecerá en el mediano y largo plazo".[3]
Aplicando esta definición, es claro que Colombia es menos competitiva que Chile, por ejemplo. En las gráficas siguientes, al comparar el ingreso per cápita en paridad de poder de compra, Chile logró superar el promedio del hemisferio occidental desde 1990, mientras que Colombia mantiene aún una brecha significativa en su contra.
En el informe para este año, al medir el nivel competitivo de cada uno de los doce pilares para Colombia y compararlo con el perfil de las economías orientadas a la eficiencia (nivel 2 de desarrollo, al que se supone pertenece nuestro país) salta a la vista que es deficiente en temas claves como instituciones, infraestructura, eficiencia del mercado de bienes, desarrollo del mercado financiero.
En el informe para este año, al medir para Colombia el nivel competitivo de cada uno de los doce pilares y compararlo con el perfil de las economías orientadas a la eficiencia (nivel 2 de desarrollo, al que se supone pertenece nuestro país) salta a la vista que es deficiente en temas claves como instituciones, infraestructura, eficiencia del mercado de bienes, desarrollo del mercado financiero.
Colombia se destaca positivamente sólo en el tamaño del mercado, botín que muchos en el exterior esperan con impaciencia hasta cuando se abran las puertas de verdad. Parecería que en lugar de avanzar hacia la transición entre el nivel 2 y 3, el país haya resuelto devolverse hacia el nivel 1 (economías orientadas a sus factores o recursos naturales).
A su vez, en el mismo gráfico que resume los resultados para Chile en 2010, se observa que este país ha sido clasificado entre aquellos que ya están en la transición entre el nivel 2 y el 3. Pero además, se aprecia a simple vista que supera ampliamente el promedio de países de esta categoría en los siguientes pilares de competitividad: instituciones, entorno macroeconómico, eficiencia del mercado de bienes, desarrollo del mercado financiero, tamaño del mercado, sofisticación de las empresas privadas.
Sin embargo, Chile todavía está por debajo de los estándares de ese nivel en pilares como salud y educación primaria, educación superior y capacitación para el trabajo y alistamiento tecnológico.
En cuanto a infraestructura, eficiencia del mercado laboral e innovación, Chile se ajusta a los estándares del promedio de países que están en transición hacia convertirse en economías orientadas a la innovación, las más competitivas del mundo.

Colombia en el mundo
En fin, se presenta a continuación el listado por niveles de desarrollo de todos los países analizados por el Foro Económico Mundial para 2010-2011.

Las cinco locomotoras
En fin, ¿cómo está planteando Colombia hoy su juego estratégico? Posiblemente la mejor respuesta de carácter institucional está encerrada en alguna parte del voluminoso documento recientemente publicado por el gobierno, el de las Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 [4].
Seguramente con el ánimo de impactar al imaginario colectivo, el gobierno escogió la analogía de cinco locomotoras (infraestructura, agricultura, minería y energía, vivienda e innovación), pero hubiera podido hablar sencillamente de motores, inductores o aún drivers. Curiosa analogía, llena de connotaciones nostálgicas, que nos remonta a una tecnología del siglo XIX y nos recuerda, cruelmente, que somos un país que acabó con los ferrocarriles y hace tiempo levantó los rieles.
Paradójicamente, esta locomotora parece más una imposición externa que una opción libremente escogida. Va en contravía de las otras: un efecto indirecto es la revaluación del peso frente al dólar, que ya constituye un cambio estructural y durable[5], y que crea, en el corto plazo, condiciones favorables para sustituir productos de origen nacional por los importados y hace menos competitivos en los mercados internacionales los productos manufacturados o apenas procesados como las flores o el banano. Las perturbaciones cambiarias y monetarias inducidas por esta locomotora serán fuente de complicaciones macroeconómicas por mucho tiempo.
El asunto de fondo
No se percibe una voluntad política capaz de galvanizar las miles de decisiones individuales necesarias para dar el salto cualitativo y radical, que consiste en reemplazar la hoy imperante cultura rentista de empresarios protegidos de la competencia por una verdadera cultura empresarial, orientada a asumir riesgos y retos, a crear valor genuino mediante la generación de ganancias derivadas de ventajas competitivas sostenibles y rentas de cuasi-monopolio de innovación y cambio tecnológico, en lugar de privilegios, favores o trampas.
Basta con mirar de reojo los factores más problemáticos que afectan precisamente la competitividad del entorno colombiano, para caer en cuenta de que casi todos estarían al alcance de un buen gobierno: eliminar la corrupción, corregir los sesgos de la estructura tributaria, crear condiciones y mecanismos eficientes para canalizar capital para inversión productiva orientada a la transformación competitiva de las pymes, mejorar la eficiencia de la burocracia, mejorar la oferta de infraestructura de transporte…
En conclusión, aunque resulte un tanto forzada la metáfora de las locomotoras y sus largos trenes de vagones donde esperamos subirnos todos los colombianos, lo cierto es que algún día tendrán que vencer la inercia, pero primero van a necesitar que se tiendan de nuevo los rieles en este país, para poder rodar sobre instituciones firmes y reglas de juego estables que sirvan de base para competir de verdad.
Bibliografía:
1. EIU (Executive Intelligence Unit) Tabla de Pronósticos para 5 años. Resumen y traducción del autor.
2. Hausmann, Ricardo and Klinger, Bailey. Achieving Export – Led Growth in Colombia. May 2007
3. World Economic Forum – Global Competitiveness Report 2010-2011. http://www3.weforum.org/docs/WEF_GlobalCompetitivenessReport_2010-11.pdf
4. Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014:
http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/LinkClick.aspx?fileticket=PmpNQzO2JFg%3d&tabid=1157
* Ingeniero industrial, Máster en Administración Pública Internacional, Ph.D. (Cand.) en Análisis y Política Económica, Consultor especializado en Pensamiento Estratégico Aplicado y Competitividad Sistémica Comparada.
Notas de pie de página
[1] El lector que quiera profundizar en los pronósticos para Colombia podrá consultar al final del artículo la tabla de resumen con cifras de 2006 a 2015, actualizada a 18 de noviembre de 2010.
[2] Hausmann, Ricardo and Klinger, Bailey. Achieving Export – Led Growth in Colombia. May 2007
[3] En este link
http://www3.weforum.org/docs/WEF_GlobalCompetitivenessReport_2010-11.pdf podrá el lector familiarizarse con The Global Competitiveness Report 2010-2011 del Foro Económico Mundial. La cita ha sido traducida de la página 4 del informe.
[4] Este link
http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/LinkClick.aspx?fileticket=PmpNQzO2JFg%3d&tabid=1157 lleva directamente al documento mismo: las Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014, elaborado por el DNP.
[5] En los pronósticos de EIU se confirma que el dólar difícilmente pasará de 1900 pesos durante los próximos cinco años. La balanza comercial seguirá siendo deficitaria, sustrayendo alrededor de 1% a la tasa de crecimiento del PIB.