Gracias a la participación de varios grupos de mujeres en la mesa de diálogos, los acuerdos entre las FARC y el gobierno incluyeron varios puntos con enfoque de género para garantizar el logro de la paz entre todos los segmentos de la población.
Olga Amparo Sánchez*
Paz y género
Como una de las herederas de aquellas mujeres que lucharon por sus derechos y consiguieron el voto para las colombianas, hoy me atrevo a afirmar que lo acordado en La Habana entre el gobierno y las FARC es el resultado de largos años de reivindicaciones feministas nacidas de las injusticias que vivimos las mujeres: las violencias privadas y públicas, la subordinación, la opresión y el control sobre nuestros cuerpos.
Durante más de tres décadas, las mujeres hemos exigido verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición para las mujeres víctimas de los delitos cometidos durante el conflicto. En este sentido, la Subcomisión de Género de la mesa de La Habana ha reconocido que el Acuerdo Final se nutrió de los aportes de las “víctimas que visitaron la Mesa de Conversaciones, 60 por ciento de las cuales fueron mujeres, de las 18 organizaciones de mujeres y de la comunidad LGBTI, de las 10 expertas colombianas en violencia sexual, de las expertas internacionales y de las exguerrilleras de varias partes del mundo”.
En este proceso es necesario reconocer el trabajo de la comunidad internacional, ONU Mujeres Colombia, las tres asesoras que han acompañado a la Subcomisión de Género y el compromiso de las mujeres de la delegación del gobierno y de las FARC. Igualmente es preciso destacar el papel de la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz, agrupación donde confluyeron nueve organizaciones y plataformas de mujeres. La Cumbre incidió sobre el nombramiento de tres plenipotenciarias en la delegación del gobierno, así como sobre la creación de la Subcomisión de Género y sobre temas decisivos para las mujeres como el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.
Puntos para las mujeres
![]() Mesa de apoyo: Derechos Humanos de las Mujeres y Paz en Colombia. Foto: Lrm Cidii: Femimagazine |
Hay que destacar que en el Acuerdo Final se incluyó un enfoque centrado en los derechos de las mujeres y se reconocieron los efectos diferenciales del conflicto armado en la vida de ellas. Estos dos logros son el resultado de la persistencia y trabajo de las mujeres y sus organizaciones que buscaron radicalizar la democracia y erradicar el patriarcalismo, las violencias, las hegemonías, las exclusiones y las injusticias.
En el Acuerdo Final se incluyó un enfoque centrado en los derechos de las mujeres.
- En el punto 1 (Reforma rural integral) uno de los avances fue el reconocimiento de las mujeres rurales como ciudadanas autónomas, con derecho a acceder en condiciones de igualdad a la propiedad de la tierra, a proyectos productivos, al financiamiento, a la infraestructura, a servicios técnicos y a la formación. Además, las mujeres tendrán beneficios específicos para lograr la formalización, la restitución y la distribución de la tierra.
- En el punto 2 (Participación política) se rechaza cualquier forma de discriminación contra las mujeres y se reafirma que el aporte de ellas en la vida pública es vital para consolidar la democracia y para mantener la paz. En este punto se reconoce la necesidad de fortalecer la participación política y ciudadana de las mujeres en pie de igualdad, y garantizar una representación equilibrada de hombres y mujeres en la conformación de todas las instancias contempladas en el Acuerdo.
- En el punto 3 (Fin del conflicto) se plantea que la reincorporación de las FARC a la vida civil tendrá en todos sus componentes un enfoque diferencial y de género, con énfasis sobre la protección de los derechos de las mujeres. Según este acuerdo, las organizaciones de mujeres deberán ser parte del “pacto político nacional” que será promovido desde las regiones para no utilizar nunca más las armas en el ejercicio político.
- En el punto 4 (Solución al problema de las drogas ilícitas) se anuncia la creación del Programa Nacional Integral de Sustitución en el que se incorporará a las mujeres como sujetos activos de los procesos de concertación en la sustitución voluntaria, y se realizarán procesos de formación para combatir las violencias contra las mujeres ligadas al narcotráfico.
- En el punto 5 (Víctimas) se estipula que el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición tendrá un enfoque territorial, diferencial y de género, que establecerá un tratamiento diferenciado para las mujeres víctimas.
Como la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición debe dar cuenta del impacto diferencial del conflicto sobre la vida de las mujeres, se acordó crear un grupo de trabajo de género que se responsabilizará de la revisión de metodologías para los instrumentos de la Comisión.
Igualmente, en la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz se contará con un equipo de investigación especial para casos de violencia sexual, un delito que no será amnistiable. Por eso, cuando se demuestre la ocurrencia de estos hechos, será obligatorio atender las disposiciones especiales sobre práctica de pruebas en la materia incluidas en el Estatuto de Roma.
- En el punto 6 (Implementación, verificación y refrendación del Acuerdo Final) se incorporan, de manera transversal, los enfoques de derechos humanos de las mujeres, de género, étnico, de familia y de generación. Para la implementación de este punto se contará con el apoyo de la comunidad internacional: ONU Mujeres, el representante del secretario general para la Violencia Sexual en el Conflicto y la Federación Democrática Internacional de Mujeres.
Después de leer el Acuerdo se puede afirmar que en los temas en los cuales se hacen avances más significativos e innovadores en lo concerniente a las mujeres implicadas en el conflicto son los puntos 1, 3 y 5.
- En el punto 1 se rompe con los ancestrales roles de la mujer rural, centrados en la reproducción y el cuidado, y se le reconoce su derecho a la propiedad de la tierra y a la participación en la vida política y social en el ámbito rural.
- En el punto 3 se dice que la reincorporación se hará teniendo como marco los derechos de las mujeres.
- En el punto 5 se formulan medidas para garantizar los derechos de las mujeres a la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de la no repetición de los hechos. Además, en el Acuerdo se considera la violencia sexual como un delito no amnistiable.
Sin embargo, hay que decir que en los puntos 2, 4 y 6 no se incluyeron grandes cambios en materia de derechos de las mujeres ni se contribuyó con ellos significativamente a remover los obstáculos que impiden la participación y representación de las mujeres en la vida social, cultural, económica y política del país.
El reto de la implementación
![]() Mesa de acuerdos sobre género e inclusión multicultural. Foto: Presidencia de la República |
Los retos para llevar a cabo los acuerdos son múltiples y superarlos implica tener unas instituciones fuertes, amigables con las mujeres, respetuosas de sus derechos y abiertas a la participación, con recursos económicos y técnicos suficientes. Pero en la actualidad contamos con una política débil en su formulación y en su presupuesto y que demuestra poca voluntad política, en lo nacional y territorial.
En este proceso son indispensables transformaciones en los órganos del poder político y del poder económico. Para ello debemos exigir una democracia paritaria en todos los órdenes de la sociedad colombiana para desarticular el monopolio masculino del poder político y del poder económico.
En el Acuerdo se considera la violencia sexual como un delito no amnistiable.
El postacuerdo es la oportunidad para integrar al proyecto de país a las diversas subjetividades que han sido excluidas, oprimidas y subordinadas en nuestra historia. Esto exigirá persistencia, imaginación y creatividad.
Otros de los retos para la implementación son:
- La erradicación de las violencias públicas y privadas;
- Otorgar a las mujeres condiciones y garantías para la propiedad sobre la tierra;
- Poner en marcha mecanismos para la participación y representación en la vida política y social;
- Brindar condiciones efectivas para el ejercicio de la autonomía política y económica, y garantías para el ejercicio autónomo de su sexualidad y reproducción.
La paz para las mujeres será una realidad si se nos reconoce no solo como sujetos de derechos, sino también como un colectivo con poder político para decidir en la construcción de la paz. Igualmente se deben descolonizar nuestros cuerpos, y se nos deben garantizar condiciones para el desarrollo de nuestras capacidades y habilidades.
Pero, ¿se moverán el Estado colombiano y la organización política de las FARC a favor de las mujeres?
El cumplimiento de lo pactado en materia de derechos e inclusión de las mujeres es asunto de todos. Por eso estaremos vigilantes. De nuestra fuerza, movilización y concertación, dependerá que los discursos se materialicen en transformaciones significativas para la vida de las mujeres.
* Feminista, trabajadora social con formación avanzada en Estudios de Población y Alta Dirección del Estado, docente universitaria, autora de investigaciones, ensayos y artículos relacionados con derechos de las mujeres.