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Colombia y la COVID-19: un balance regional

Escrito por Roberto Cajamarca
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Colombia acaba de superar las 30.000 muertes y el millón de casos confirmados de COVID-19. Cómo nos ha afectado la pandemia, dónde estamos y cuáles parecen ser las perspectivas.

Roberto Cajamarca*

Brotes regionales

Pasaron siete meses desde la llegada del virus a Colombia.

Hace tres meses, el 30 de julio, se registró el mayor número de muertes diarias que se haya producido: 358 personas. Actualmente tenemos una relativa estabilidad, lo cual a su manera facilita un balance del primer brote, adoptando una perspectiva comparada y regional.

La pandemia afectó principalmente a América y Europa. Colombia tuvo un desempeño medio en el contexto regional, con ligeramente menor mortalidad que la de los países grandes de la región, como Perú, Brasil, Chile y México. En las últimas semanas, Argentina registró un brote explosivo que rebasó la tasa de mortalidad de Colombia (584 por millón).

La estrategia colombiana evoluciona gradualmente desde los confinamientos estrictos y prolongados, a los aislamientos selectivos. Actualmente existe una flexibilización con acento en las medidas de carácter local. Parece ser que la reapertura fue exitosa, puesto que después de dos meses aún no hay un aumento de contagios.

Esta desaceleración del brote permitió que el país superara temporalmente el dilema entre abrir o cerrar, pero en las últimas semanas la reducción de la mortalidad parece haberse detenido en un nivel cercano a 170 muertes diarias.

La explicación se encuentra en la diversidad o heterogeneidad de la pandemia en distintas regiones del país. Colombia es un país de regiones. Apenas el 17 % de la población reside en la capital y hay un número importante de ciudades intermedias. En vez de un brote nacional, ocurren brotes localizados, en momentos y con velocidades distintas.

El primer foco del virus fue el Amazonas al final de mayo, después fueron Tumaco y Buenaventura, en junio fue Barranquilla y después el resto de la región Caribe. En julio y agosto, el brote se agudizó en Bogotá y llevó la curva nacional a su máximo nivel diario. Posteriormente, el epicentro se movió a Antioquia, Santander, Tolima, Huila y la zona cafetera.

Fuente: Instituto Nacional de Salud.

Los territorios que registraron los primeros brotes son los que acumulan las tasas más altas de mortalidad: Amazonas, Barranquilla y Atlántico. Los primeros lugares son ocupados además por Bogotá y otros departamentos de la región Caribe. En contraste, Boyacá y algunos departamentos de la Orinoquia exhiben los mejores resultados hasta hoy.

Antioquia es un caso especial. Durante los primeros meses de la pandemia ocupó los titulares internacionales como un ejemplo por su gestión en el rastreo de casos. De hecho, en junio más del 60 % de los casos detectados en Medellín fueron producto del rastreo, cifra que en Bogotá era de 20 % y en Cali del 9 %.

Pero en las últimas semanas el seguimiento descendió y coincidió con una aceleración de los contagios. El número reproductivo Rt (contagios por caso) es de 1,13 para Medellín, por encima del nacional (1,02) y el de Bogotá (1,05).

Foto: Metro de Medellín El caso de Medellín es paradigmático, fue motivo de admiración al comienzo de la pandemia y hoy está en alerta roja.

Pruebas y rastreos para controlar los rebrotes

Durante las últimas semanas, países como España o Francia volvieron a las restricciones con el fin de hacer frente a los rebrotes. Por su parte, Israel, que fue un caso de éxito a comienzos del año, se encuentra en cuarentena estricta desde hace un mes.

A juzgar por esas experiencias, es casi seguro que Colombia registrará nuevos brotes antes del final del año, con distintas manifestaciones en distintas regiones.

Pero algunos elementos sugieren que los nuevos brotes no necesitarías reimponer las medidas extremas del primer semestre. Por un lado, el primer pico dejó un menor número de personas susceptibles de enfermar gravemente en el corto plazo, y se estima una ‘seroprevalencia’ de entre el 15 % y 20 %. Por otro lado, Colombia tiene hoy una mejor capacidad hospitalaria para atender los casos graves.

Además, los confinamientos no son una opción sostenible a mediano y largo plazo. El propósito inicial de las cuarentenas era ganarle tiempo a la propagación del virus para evitar un brote sorpresivo y descontrolado, ampliar la capacidad de las pruebas moleculares y equipar el sistema hospitalario con los ventiladores que se requerían.

Este objetivo se cumplió en términos generales, pero el impacto económico fue devastador. La estrategia de ‘acordeón’ sugerida por el gobierno nacional choca con la baja disposición de la ciudadanía al rigor de nuevas cuarentenas. Por esto se espera que la aceptación a nuevas medidas será baja.

Esto no quiere decir que estemos a salvo de nuevas situaciones de estrés sobre el sistema de salud. Sin cuarentenas, las medidas de autocuidado, el rastreo y el aislamiento de casos son las más eficientes para contener el virus y evitar los costos sociales y económicos de los nuevos cierres generales.

Por eso son preocupantes las dificultades para aplicar la estrategia de Pruebas, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible (PRASS) que se lanzó desde junio, pero aún no muestra resultados.

Aunque aumentó la capacidad para realizar pruebas, ésta es desperdiciada por los cuellos de botella que hacen que los resultados lleguen tarde, muchas veces cuando los pacientes ya pasaron por la etapa más contagiosa de la infección. Esto limita las posibilidades de encontrar y aislar los contactos.

Además, las responsabilidades del rastreo se difuminan al ser compartidas entre la nación, los entes territoriales y las EPS: en muchas regiones tardan en darse cuenta de su importancia.

También es importante aplicar el nuevo conocimiento sobre el nivel de riesgo que representan ciertas actividades. La evidencia de la transmisión por aerosoles pone el acento en la importancia de los espacios ventilados combinados con el correcto uso de tapabocas.

En esta medida, si se cumplen adecuadamente los protocolos, pueden retomarse nuevas actividades minimizando los riesgos en centros educativos, medios de transporte, restaurantes, centros comerciales y espacios públicos, etc.

Foto: Presidencia de la República Colombia hará parte del mecanismo COVAX; pero con esto sólo podrá adquirir dosis para vacunar al 20% de la población.

Razón Pública le recomienda: La magnitud del rebrote depende de nosotros

Apuesta a largo plazo: la vacuna

Actualmente nadie sabe si la respuesta inmunitaria en las personas que contrajeron el virus es fuerte y duradera, o si difiere de una persona a otra. Las reinfecciones que se registraron en los últimos días sugieren que la inmunidad de rebaño no es una estrategia viable a largo plazo.

Según esto, las vacunas aún son la mejor apuesta para protegerse contra el virus, incluso si su protección no es definitiva y se necesitan varias dosis. Pero más allá de la incertidumbre sobre la fecha en que estarán aprobados los primeros prototipos, un error en la estrategia que desplieguen las autoridades para negociar su compra puede retrasar su disponibilidad en el país.

Colombia ingresó al mecanismo Covax, una iniciativa multilateral que distribuirá de forma equitativa 2000 millones de dosis para fines de 2021. La cuota asignada a Colombia apenas alcanzaría para inmunizar al 20 % de la población.

El país necesitará más dosis. Por esto es urgente concretar negociaciones directas con los laboratorios, como lo hicieron diversos países, para no entrar tarde en la carrera por la compra.

Al mismo tiempo se necesita conocer cuántas personas están infectadas en el país, cuántas de ellas desarrollaron inmunidad contra el virus y por ende quiénes deberían ser vacunados prioritariamente. En este sentido serán fundamentales los resultados del estudio de ‘seroprevalencia’ que iniciaron recientemente el Ministerio y el Instituto Nacional de Salud.

Aún no se supera la amenaza del coronavirus. Tanto la gestión exitosa de los nuevos brotes como la recuperación de la actividad económica dependerán del aprovechamiento que hagamos de esta ventana de oportunidad.

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