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Colombia estancada y sin reformas

Escrito por Jaime Acosta

Tan importante como la reforma laboral que acaba de caerse es la Política Nacional de Reindustrialización. ¿Qué se necesita para generar empleo y aumentar la productividad y la equidad en Colombia?

Jaime Acosta Puertas*

La caída de la reforma

La reforma laboral empezó a temblar desde que la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, dijo que no era para crear empleo.

Un propósito que tampoco está en la mira de las empresas, los políticos y la mayoría de los analistas. Ellos se concentran en la cantidad de empleos que se pueden perder, pero no observan aquellos que se pueden crear si la reforma se plantea junto con la Política Nacional de Reindustrialización (PNR).

Las políticas laborales reflejan el avance o retroceso del sistema productivo según el modelo de crecimiento adoptado. En el caso de Colombia, la economía ha estado marcada por un modelo de mercado para capturar rentas y no para desarrollar la economía y a la nación.

Hace sesenta años emergieron en el mundo nuevas olas de producción, de innovación y de comercio internacional que han pasado por encima de Colombia. Desde 1991 los gobiernos entregaron la producción a las importaciones, sobre todo desde la firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC). De esta manera se destruyeron más de millón y medio de empleos, más del doble de los estimados si la nueva reforma laboral se aprueba.

Las reformas laborales sirven cuando la productividad va en caída libre, no se crean nuevas fuentes de empleo de más calidad ni se brinda estabilidad laboral. Colombia necesita un sistema productivo diversificado, sofisticado y de alta tecnología, que es el que permite impulsar exportaciones, crear empleo, irrigar equidad y crecimiento económico a altas tasas.

En el caso de Colombia, la economía ha estado marcada por un modelo de mercado para capturar rentas y no para desarrollar la economía y a la nación.

Para eso se necesita combinar la PNR y un nuevo marco laboral, porque el actual —que defienden los empresarios— no sirve para adelantar un proceso de reindustrialización que eleve la productividad y las capacidades de innovación para impulsar exportaciones intensivas en conocimiento y alta tecnología.

Foto: Invima El Plan Nacional de Reindustrialización tiene varias apuestas, entre ellas la producción de medicamentos.

Política Nacional de Reindustrialización y reforma laboral

Colombia dispone del marco de la PNR cuyos números no se conocen, esperando un Conpes que no llega. Solo se conocen objetivos y metas de programas que vienen de gobiernos anteriores, como las Fábricas de Productividad, Colombia Compra Eficiente, entre otros.

El marco de la PNR tiene un largo proceso de construcción. El documento elaborado en los primeros once meses del gobierno de Gustavo Petro es un inteligente y exquisito marco conceptual basado en las corrientes de la economía de la innovación.

Es un quiebre al pensamiento de las políticas de competitividad y de productividad del neoliberalismo de los últimos treinta años. Por eso los gremios no quieren esta política. No dicen nada y no hacen nada para impulsarla, mucho menos para relacionarla con las reformas sociales, empezando por la reforma laboral.

¿En qué beneficia la PNR?

La PNR tiene objetivos claros para cerrar las brechas de productividad, fortalecer los enlaces productivos entre producción, comercio y servicios, diversificar y sofisticar la oferta interna y externa a través de nuevos bienes y servicios, profundizar la integración productiva entre países de América Latina e incluye la economía del cuidado que también hace parte de la reforma laboral.

Además, la PNR tiene apuestas productivas estratégicas que requiere de un nuevo marco laboral de derechos y oportunidades para mejores y nuevos empleos duraderos.

  1. Una transición energética justa que incluya un sistema de movilidad sostenible, así como estimular industrias de componentes y bienes de capital y el aprovechamiento de minerales estratégicos.
  2. Una agroindustria y soberanía alimentaria de la mano de la bioeconomía y de la producción y desarrollo de tecnología para una agricultura digital y de restauración ecológica.
  3. Para las industrias del sector salud: producción de activos, medicamentos, moléculas, vacunas, dispositivos, parte de equipos como base de una futura industria de equipos. Esta apuesta está vinculada a la reforma de salud, y es tan importante como la de seguridad alimentaria.
  4. Defensa y vida: una industria naval de uso civil y militar para un país con dos mares, cinco puertos y grandes ríos.

Desarrollar estas apuestas necesita de instrumentos de intervención para la reindustrialización y así crear empleo con nuevos y plenos derechos laborales. Se debe recurrir a nuevas fuentes de capital y financiación para que inviertan en las apuestas estratégicas recién referidas.

Por último, como complemento, está la formación de recursos humanos en habilidades y nuevas destrezas asociadas a las áreas de ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas, determinantes en el desarrollo y producción de las apuestas de la PNR.

El esfuerzo de capital y de recursos humanos es la base para el desarrollo tecnológico que impulsa la reindustrialización.

Si sucede un cambio estructural y tecnológico en el país se revertirá el ciclo descendente del ingreso de estudiantes a la educación superior, que viene en caída desde el 2016.

La falta de ingreso se debe a la privatización adversa a la educación pública, al elevado precio de las matrículas, la mala calidad de la educación, la falta de oportunidades en el mercado laboral y a los focos de corrupción en universidades públicas y privadas para ingresar al pregrado y a las especializaciones, especialmente en medicina.

Si se combinan objetivos de largo plazo con apuestas estratégicas intensivas en conocimiento e innovación, el mundo laboral de Colombia sufrirá un cambio rotundo e irreversible,  que implica un nuevo espacio laboral como el que propone la reforma. Se preservarán ciertas especializaciones asociadas a recursos primarios, viejas industrias que aún se sostienen y, sobre todo, por el surgimiento o fortalecimiento de nuevas actividades y sectores promisorios.

Este nuevo espacio productivo necesita una nueva política laboral comprensiva de los cambios de producción, innovación y conocimiento. Así emergerán nuevos empleos, empresas y oportunidades. Aunque requerirán nuevas condiciones laborales, pensionales, de salud, y educación para un sociedad más justa, equilibrada y progresiva.

Todos equivocados

El gobierno tiene la PNR que justifica y ampara las reformas sociales. La estabilidad laboral solo la ofrece una economía en transformación permanente con un capital humano más calificado, innovador y éticamente correcto.

Una reforma laboral como la que quiere el gobierno es difícil por el atraso y la dependencia tecnológica de la producción nacional, en materia de insumos, componentes y bienes de capital. La reindustrialización necesita y a la vez propicia condiciones para otro marco laboral y pensional, e incluso para elevar los aportes al régimen contributivo en salud. Por eso la reindustrialización incide positivamente en todas las políticas sociales, económicas y de relaciones internacionales.

Los gremios deben entender que están defendiendo un régimen laboral absurdo, inequitativo, atrasado e insostenible, que iguala el rezagado sistema productivo del país.

Los argumentos de los gremios son de enorme debilidad técnica, sin visión de nación y sin visión de la economía que debe ser. Quieren que la economía de los últimos treinta años sea la economía de los siguientes treinta, lo cual es imposible por factores internos y externos. Sin embargo, tienen el poder de convencer a congresistas y grandes medios.

Asimismo, los centros de estudio y de investigación no muestran una capacidad de análisis, construcción y comprensión de la economía de la innovación que sustituya la economía neoliberal, sus contenidos y programas de estudio y de investigación.

No obstante, el gobierno tampoco aprovecha la PNR para justificar y mostrar los nuevos caminos de desarrollo nacional, en cuyo contexto van las políticas sociales. El presidente y el ministro de Comercio Industria y Turismo no han sido capaces de articular con los Ministerios de Hacienda, Trabajo, Energía, Agricultura, Transporte, Salud, Ciencia y Tecnología, y Educación los pilares de la reindustrialización que dan el marco a las reformas sociales, económicas, y a la estrategia de paz.

Si sucede un cambio estructural y tecnológico en el país se revertirá el ciclo descendente del ingreso de estudiantes a la educación superior, que viene en caída desde el 2016.

Los gremios empresariales están en el negocio del atrasado modelo económico. La reindustrialización no hace parte de sus esquemas mentales porque se deben a la economía de 1991 y no a la de 2031, 2051 o 2071. Por eso las reformas les parecen salidas de la realidad.

El recurso de las universidades debe servir para repensar modelos teóricos, revisar los paradigmas de investigación sobre el desarrollo y la ética, y aportar un marco de pensamiento para las reformas.

Lo mejor que tiene el gobierno es el grupo de expertos, nacionales e internacionales, que pensaron la PNR. Ese grupo debe convocarse de inmediato y entregar en los meses inmediatos cómo sería la economía y la sociedad colombiana reindustrializada.

Por ejemplo, el discurso internacional del presidente Petro sobre la transición energética y el calentamiento global está inmerso en la PNR. Es un discurso coherente, tanto para las reformas económicas y sociales que requiere el país, como para situar a Colombia como una nueva voz en el mundo.

Si es necesario hay que llamar a la gente a la calle para lograr el respaldo que las reformas necesitan. Este llamado se hará si los políticos y empresarios no retiran el control con el cual pretenden obligar al gobierno a aceptar sus mandatos y conducir a Colombia a mayores desequilibrios.

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