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Colombia: desespero con algo de esperanza

Escrito por Hernando Gómez Buendía
Hernando Gomez Buendia

Es el momento más duro de una carrera contrarreloj, y todo indica que el rezago de Colombia está aumentando.

Hernando Gómez Buendía*

Es el momento más duro de una carrera contrarreloj, y todo indica que el rezago de Colombia está aumentando.

Y es que después de un año de pandemia, los gobiernos tendrían que tomar en serio las verdades que son obvias. Que el virus sigue su curso y tiene mutaciones peligrosas. Que la economía no puede reabrirse sin control de los contagios. Que el tapabocas, la ventilación y la distancia física son medidas eficaces y baratas. Que los países ricos acaparan los remedios y vacunas. Y que cualquier demora de las autoridades se paga al mismo tiempo en vidas y en empleos perdidos.

El gobierno de Duque tardó tal vez en cerrar los aeropuertos, masificar las pruebas de laboratorio, comprar ventiladores o adoptar los subsidios para salvar puestos de trabajo; son discusiones pendientes y responsabilidades que alguien habrá de deslindar en el futuro.

Lo que sin duda resulta imperdonable es la demora continuada o repetida en esta fase más dura del proceso. Verdad que 15 países ricos han recibido el 75% de las vacunas, pero también verdad que 73 países han iniciado la vacunación y que Colombia no figura en la lista. Verdad que hay acuerdos de confidencialidad, pero también que en otros muchos países se sabe al menos si los contratos han sido firmados y cuánto cuestan las vacunas. Es un descuido mortal de la Cancillería, que sigue reducida al amiguismo y a agitar el fantasma del castrochavismo para las elecciones del año que viene.

Demora es esperar la prueba de que las variantes inglesa, sudafricana o brasileña llegaron a Colombia en vez de actuar contra ellas porque ya llegaron. Demora es persistir en el cuento de salud-economía, cuando el único camino es cuidar la salud con el fin de cuidar la economía. Demora es no entender que la estrategia que llaman “de acordeón” no es más que condenarse a la espiral. Demora es hablar de colegios reabiertos sin darles los recursos para hacerlo. Demora grave es la ausencia de una campaña masiva y creativa de cultura ciudadana, en el estilo de otras que han funcionado en Colombia.

Demora es esperar la prueba de que las variantes inglesa, sudafricana o brasileña llegaron a Colombia en vez de actuar contra ellas porque ya llegaron

En vez de eso tenemos una ciudadanía cansada y confundida. Un presidente jefe de comunicaciones del aparato burocrático y de la propaganda mundial contra Maduro. Un ministro de Hacienda que jamás creyó en el gasto, dice que no hay más qué dar, y anda pensando en impuestos. Una rama judicial adicta a las tutelas que van a deshacer los ya ilusorios planes del gobierno. Un Congreso que nada ha legislado en relación con la pandemia. Unos políticos que buscan repetir las volteretas y consultas del 2018, como si este cuatrienio no hubiera existido y sin que ninguno de los 41 precandidatos diga nada ni tenga nada que decir sobre lo único que importa: qué van a ser para reconstruir un país devastado.

Contra toda esperanza hay que esperar que esta vez aprovechemos bien el tiempo. Que nuestros dirigentes se olviden de todo lo demás porque lo único que importa hoy es la pandemia, que se rebusquen la grandeza que no tienen, que se dediquen a la pedagogía ciudadana, que nadie estorbe la inverosímil logística que supondría vacunar en orden a los colombianos, que en vez de ideologías, nuestra política exterior adquiera pruebas de laboratorio que nos ahorren la vacuna de los ya contaminados o se concentre en negociar ventiladores de segunda que sobrarán en los países ricos…ponerse en serio a diseñar el país que merecen nuestros hijos y que hoy más que nunca les estamos negando.

*Esta columna se publicó originalmente en El Espectador.

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