¿Se equivocó o no se equivocó el presidente al someter el acuerdo a un plebiscito? ¿Es cierto o no que en la negociación entre el gobierno y las FARC se ha descartado la voz de la oposición? ¿Qué le dijeron los votantes a los protagonistas del debate nacional?
Fabián Acuña*
Las dos alineaciones
Hablar de ganadores y perdedores tras el resultado del plebiscito puede ser antipático y ayudaría a profundizar la polarización que ya es tan evidente. Pero esta división no es nueva y se venía anunciando desde las elecciones nacionales de 2014 y las locales de 2015.
Por eso en este caso es preferible pensar en los aprendizajes que deja el resultado.
En apoyo del No. Esta opción ha sido abanderada por un fenómeno electoral: Álvaro Uribe Vélez. Así como en su primera, sorprendente y arrolladora campaña por la Presidencia en 2002, desde la oposición donde hoy se encuentra Uribe se echó a cuestas la campaña por el No. Y aunque su partido, el Centro Democrático, lo acompañó en sus esfuerzos, sin duda fueron su persona y su respaldo popular los que llevaron el peso de esta campaña.
Aunque la victoria del No no fuera contundente, tampoco fue insignificante.
Además de los líderes de su partido, la opción de Uribe fue acompañada por un sector del Partido Conservador y por personalidades como el también expresidente Andrés Pastrana o el exprocurador Alejandro Ordóñez. A su vez, líderes políticos y de opinión -con menor fuerza- se unieron con el exalcalde Jaime Castro, quien dijo que no había que ser uribista para optar por el No y estar en desacuerdo con lo negociado.
Los apoyos al Sí, básicamente, provinieron de tres grupos:
- Aquellos que, además de apoyar el Acuerdo, acompañan la gestión del gobierno o se mantienen en la coalición oficialista. En este grupo se encuentran el partido de gobierno (Partido de la U) y el Partido Liberal, que contaba con la designación del expresidente Gaviria como director de la campaña por el Sí.
- El sector de Cambio Radical que dice que acompaña la negociación con alguna distancia pero está comprometido por completo con el gobierno. Una evidencia de esto fue la no aceptación del liderazgo del expresidente Gaviria en la campaña por el Sí y el silencio del vicepresidente -y jefe del partido- quien, en la única ocasión en que se pronunció respecto del Acuerdo, manifestó su distancia frente al mismo.
- Aquellos que aprueban el proceso de paz con las FARC pero no apoyan el gobierno o la gestión del presidente Santos. En este grupo podemos contar a partidos y movimientos alternativos como el Polo Democrático, Gustavo Petro y su movimiento Progresistas, y sectores del Partido Verde, entre otros.
Los resultados
![]() Campañas a favor del sí, inician su proceso electoral bajo la guía del Ministro Consejero del Postconflicto, Rafael Pardo. Foto: Facebook Rafael Pardo |
El boletín número 53 de la Registraduría dejó claro que el No ganó con un 50,21 por ciento de los votos, frente al Sí, que obtuvo un 49,78 por ciento, separados solo por 53,894 votos. Esto nos dejó un país dividido en dos mitades exactas.
En los comicios para elegir representantes nacionales o regionales se suele presentar una elevada abstención electoral, cercana al 50 por ciento. Pero en esta ocasión solo el 37,43 de los electores potenciales acudieron a las urnas, y aunque la opción del Sí superó el umbral que la ley había establecido, no logró sobrepasar la segunda barrera es decir, la de lograr más votos que el No. Del otro lado hay que decir que aunque la victoria del No no fuera contundente, tampoco fue insignificante.
En los primeros análisis se mostró que las regiones más golpeadas por el conflicto, ubicadas en regiones periféricas, votaron decididamente por el Sí, mientras que los departamentos de la región andina votaron en su mayoría por el No.
Para un balance
Como era de esperarse, ya se oyen las críticas según las cuales fue un error de parte del gobierno someter los acuerdos a refrendación, por el riesgo de perder en las urnas todo el esfuerzo de la negociación.
Así que la pregunta que queda después del resultado es si habría sido mejor una paz por decreto: pero creo que la respuesta es negativa. La votación hace evidente que una paz así habría sido incompleta, y habría dejado a medio país en desacuerdo. Y quienes acompañamos la opción del Sí, con seguridad nunca imaginamos que la proporción fuera tan grande.
Este fue el gobierno que se obstinó en perfeccionar un acuerdo de paz con la guerrilla más antigua de América Latina, pero también fue el gobierno que se obstinó en buscar la expresión del pueblo para su validación, lo cual, a pesar del resultado adverso, fue un gran acierto. Habría sido mucho más fácil acomodar las reglas de juego a la medida, como ya lo vivimos en Colombia en gobiernos anteriores, pero estas no son acciones de demócratas.
![]() Con Álvaro Uribe como líder de la oposición para el plebiscito iniciaron los no. Foto: Facebook Álvaro Uribe |
También debemos preguntarnos si la mitad que votó por el No fue excluida de la negociación. ¿Acaso no fueron tenidas en cuenta las opiniones del sector que acompaña al presidente Uribe en los diálogos? En este caso la respuesta también es negativa.
En múltiples ocasiones se le pidió al sector uribista aportar al acuerdo y que propusieran en la mesa sus diferencias. Esta invitación no solo vino de parte del gobierno, sino que las FARC, por conducto de su máximo líder, extendieron la misma invitación al senador Uribe. Pero estas invitaciones fueron sistemáticamente rechazadas, razón por la cual es difícil entender su reclamo a la exclusión.
¿Y ahora qué?
El escenario es adverso, pero tampoco es apocalíptico. Este es un momento para que todas las partes den muestra de su compromiso real con la vía democrática.
- El gobierno, reconociendo la derrota electoral y la necesidad de establecer un diálogo inclusivo.
- Las FARC, demostrando su verdadera intención de paz y de competencia por las vías democráticas, donde la primera regla es el respeto a los resultados, incluso cuando es adverso.
- La oposición, superando la campaña presidencial y tomando en serio el momento histórico de la paz, para lo cual debe reconocer que hay conflicto, debe reconocer los avances que se lograron en el Acuerdo firmado el 26 de septiembre, y debe poner sobre la mesa la alternativa de paz que tienen y que en toda la campaña nunca se hizo manifiesta.
- Y la ciudadanía, no permitiendo que las posiciones políticas de pocos sigan polarizando y dividiendo la nación. El desafío es muy grande y se requiere un mayor compromiso para la reconciliación, tolerancia con quien piensa distinto y la no estigmatización del contrario.
Creo que se debe reconocer que Colombia no está bajo la amenaza del castro-chavismo y que nuestras instituciones democráticas son estables. Al contrario de lo que ocurre en otros contextos, aquí los sectores de la oposición tiene posibilidades reales de que sus opiniones sean escuchadas y que sus resultados sean respetados así sean contrarios al oficialismo.
La votación hace evidente que una paz así habría sido incompleta, y habría dejado a medio país en desacuerdo.
Tenemos el reto de superar la división que se ha producido en el país. La ciudadanía exigió repensar el Acuerdo, y el desafío ahora es para todos los actores en disputa:
- El gobierno y quienes lo acompañan;
- La insurgencia: las FARC que tomaron la decisión histórica de transitar a las vías democráticas, y el ELN, que debe entender el mensaje de que la ciudadanía rechaza la vía armada;
- La oposición, que a partir de ayer tiene en sus manos la responsabilidad de presentar alternativas por la vía negociada.
*Docente-investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana e investigador del Observatorio de Restitución y Regulación de los Derechos de Propiedad Agraria. www.observatoriodetierras.org.