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Colombia, por fin derecha ¿e izquierda?

Escrito por Hernando Gómez Buendía

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Hernando Gomez BuendiaQué significan en Colombia la izquierda y la derecha… y por qué el presidente será Duque. 

Hernando Gómez Buendía*

En resumen

Las transiciones políticas no se dan de la noche a la mañana, sino que son graduales, accidentadas, fragmentarias y confusas: por eso son “transiciones”.

Y sin embargo estas elecciones serán un hito decisivo en la transición política de Colombia, porque en la ronda final van a enfrentarse los candidatos que representan los dos polos o extremos del espectro ideológico.

Eso sería trivial en el resto del mundo, pero en Colombia es una novedad porque aquí la política no se ha dado jamás entre derecha e izquierda sino entre derecha y extrema derecha (para no ir lejos: la pugna entre Santos y Uribe que ha ocupado el escenario durante años).   

En otros escritos he sugerido que la debilidad histórica de la izquierda desarmada se debe sobre todo a la existencia de una izquierda armada. Por consiguiente, la desmovilización de las FARC ya habría comenzado a tener su principal consecuencia política: la emergencia electoral de la izquierda.

Pero en esa transición hacia un sistema de derecha e izquierda, habría que hacer al menos cinco precisiones importantes:  

  1. La emergencia electoral habría sido bastante para que, por primera vez en la historia de Colombia, un candidato de izquierda verdadera (no un “burgués progresista”, como decir López Pumarejo) tenga el chance de ocupar la Presidencia;
  2. Pero la emergencia apenas estaría comenzado y por eso, como dicen las encuestas, es muy probable que Duque le gane a Petro.

Y es que además:

  1. Mientras que la derecha en el mundo tiene claras sus ideas, la izquierda en todas partes está muy confundida.
  2. El surgir de la izquierda colombiana se ha visto solo en la campaña presidencial. Ni en el Congreso, ni en la organización de sus partidos, ni en precisar su identidad o sus contornos hay avances tangibles de la izquierda– y en las tres cosas la derecha le lleva ventaja-.
  3. El candidato de izquierda ha disfrazado o suavizado cada vez más las tesis de la izquierda, porque Colombia sigue siendo un país de derecha, hoy además azuzado por el fantasma de Maduro.  

Pero el conflicto armado era la clave del “caso” colombiano, y la firma de la paz quiere decir que más temprano que tarde seremos “otro país de América Latina”. Lo cual implica que la política discurrirá entre la izquierda y la derecha, aunque también implica que una y otra sean latinoamericanas.

Estas elecciones serán un hito decisivo en la transición política de Colombia, porque aquí la política no se ha dado jamás entre derecha e izquierda sino entre derecha y extrema derecha.

O sea que la puja entre izquierda y derecha no resultará tan buena como suele creerse.    

Derecha, izquierda

Elecciones presidenciales.
Elecciones presidenciales.   
Foto: Embajada de Colombia en Polonia

No puedo entrar en el berenjenal de las definiciones de dos palabras que han sido  trajinadas por siglos (y que algunos consideran inútiles). Diré apenas que se trata de dos ideologías, dos actitudes o dos visiones del mundo que acentúan valores diferentes, y por lo tanto miran los mismos hechos desde ángulos distintos y proponen remedios que tienden a ser opuestos.

El valor que subraya la izquierda es la equidad y el valor que destaca la derecha es la eficacia o eficiencia. La tensión esencial entre estos dos valores es la misma que existe entre aumentar el tamaño del pastel y repartir mejor ese pastel. 

Por eso la izquierda tiende a ser contestataria y la derecha tiende a ser pragmática, la una quiere el cambio, la otra el orden para que las cosas puedan funcionar.   

1. Qué cree la derecha, por qué Duque es la derecha y por qué la derecha es un fracaso en América Latina.

Hoy la derecha en el mundo defiende tres pilares o tres ideas-guía para la acción del Estado: (1) hacer cumplir la ley, (2) estimular la iniciativa privada, y (3) reafirmar la moral tradicional.

Estos pilares corresponden  a la defensa de la autoridad, de la empresa privada y de la familia convencional que Duque expresa de manera consistente en su programa, en sus reacciones espontáneas y en sus alianzas políticas.

Brevemente: 

  • (1) “Legalidad” es la primera bandera de su campaña. Duque es el candidato del “No” y el único que reformaría el Acuerdo con las FARC; aumentaría el pie de fuerza, volvería a fumigar la coca, tendría mano dura para los delincuentes, combatiría la informalidad (que es ilegalidad), “simplificaría” la justicia y en general impondría la autoridad del Estado.
  • (2) “Emprendimiento”, la segunda palabra de eslogan de Duque, quiere decir ortodoxia económica y reducción del déficit fiscal (al mismo tiempo que rebaja los impuestos a los ricos), apoyo continuado a la gran minería, capacitación para el trabajo (en vez de educación para la vida), infraestructura para el crecimiento, e inversión extranjera.
  • (3) La defensa de la moral tradicional se confirmó en la adhesión de todos los cristianos (Ordóñez, Morales, MIRA, Colombia Justa y Libres), y se trasluce en no aceptar el matrimonio gay, en aquello de que el trabajo previene el embarazo prematuro, o de que prohibirá la dosis personal de marihuana.          

El problema que por supuesto no soluciona la derecha en el mundo es la desigualdad y el malestar de los excluidos. En los países industrializados, esto se resolvió primero con el Estado Benefactor, y ante su crisis actual, la respuesta ha consistido en convertir a los inmigrantes en el chivo expiatorio y en frenar la globalización para poder subsidiar a los trabajadores no competitivos: esta es la fórmula de Trump y la derecha europea.

Pero América Latina es la región más desigual del mundo, y por eso la derecha ha ensayado tres caminos principales: (1) la represión militar (o aun paramilitar) cuando el “orden” se ve seriamente amenazado, (2) la educación para el conformismo (religión y aparato cultural), y (3) los programas asistencialistas para aliviar las presiones populares.

El valor que subraya la izquierda es la equidad y el valor que destaca la derecha es la eficacia o eficiencia. 

A riesgo de sobre-simplificar, en el caso de Duque estos “instintos” se echan de ver en (1) la sombra de su padre formado por Turbay  y la más sombra, no menos  ominosa,  de Uribe su mentor, (2) su talante católico de paisa, y (3) la cartilla de “familias en acción” que redactó su jefe y que él traduce en el reguero de programitas y ajustes que conforman su política social.

Así que Duque es la derecha de América Latina, esta vez disfrazada con una cara juvenil y amable, con la pretensión de ser “de centro” y con los gestos o declaraciones más y más conciliadoras que le veremos en estas dos semanas.     

2. Qué cree la izquierda, por qué Petro es izquierda y por qué la izquierda es un fracaso en América Latina.

La redistribución del ingreso ha sido siempre la bandera de la izquierda, pero a partir sobre todo del derrumbe del “socialismo histórico”, la izquierda se ha extendido a la defensa de los débiles en cada sociedad (por eso la “nueva izquierda” es feminista, pro-indígena, pro-gay…).  

Petro sin duda viene de la izquierda clásica, de corte socialista, con sus varias propuestas que redistribuirían el ingreso hacia los campesinos, los informales o las regiones marginadas, y ha recogido también (aunque con menos énfasis) las banderas de género o de etnia.   

La izquierda clásica en su versión marxista- la más dura- fracasó en todas partes. La “social-democracia” construyó sin embargo el Estado Benefactor sobre la base de impuestos altos en Europa. Y en América Latina, desde mediados del siglo pasado esa izquierda había logrado las reformas agrarias, la legislación laboral y un “Estado Benefactor” que solo fue para las clases medias (pensiones de jubilación, universidad, hospitales…).

La izquierda dura sigue teniendo el problema de ser autoritaria (Cuba, Venezuela), la izquierda amplia tiene el problema de que sus varias “causas” no son compatibles entre sí (género vs. clase,  tolerar la diferencias vs. lucha de clases…), y todas ellas tienen el problema de la crisis del Estado que cada vez se agrava por la globalización.  

En efecto: la derecha se beneficia de la globalización porque su ideal es un Estado que no interfiera con el mercado. La izquierda en cambio depende por completo del Estado para redistribuir el ingreso o para forzar la inclusión de los excluidos, y por eso creo yo que la izquierda está en crisis en el mundo.  

En América Latina y en tiempos más recientes, esa debilidad del Estado fue encubierta por la bonanza agro-minera que nos trajo la “locomotora China”, y por eso en algunos países (Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, la propia Venezuela) pudo triunfar y mantenerse el “socialismo del siglo XXI”.

Pero la bonanza tenía que acabarse, y la izquierda otra vez se estrelló con el karma que la hace fracasar en América Latina: un déficit fiscal que le prohíbe cumplir sus promesas “populistas”. 

Aunque sus adversarios por supuesto lo exageran, en el discurso de Petro- y, lo que importa más, en la vida de Petro- hay los trasuntos suficientes (1) de autoritarismo, (2) de apelar a un “coctel” de causas incongruentes, (3) de no tener claro cómo vamos a insertarnos en el mundo, y (4) de prometer cosas carísimas que romperían los equilibrios macroeconómicos. Petro es la izquierda de América Latina.

Los estilos dispares…y las fuerzas dispares

Iván Duque, la derecha con cara joven.
Iván Duque, la derecha con cara joven. 
Foto: Facebook Iván Duque

En un país tan desigual y excluyente, Petro tiene la fuerza moral del que protesta, y además  tiene la lucidez de un diagnóstico que va al fondo de las cosas. Pero también Petro tiene el rictus no enterrado del rencor y la dificultad para encontrar remedios realistas.     

Su campaña ha padecido además de la debilidad organizacional de la izquierda, que todavía carga con las suspicacias de ser subversiva, que no ha cerrado las heridas que le dejó el  conflicto, que se partió por eso entre cinco candidatos (Petro, Fajardo, De la Calle, Piedad y Londoño), que sigue siendo una pequeña minoría en el Congreso.

Por eso dije que la “transición” hacia el modelo de izquierda-derecha se habría limitado a la campaña por la Presidencia, y que la izquierda sigue retrasada como fuerza política.     

La derecha y la izquierda son ideologías donde un valor se usa para no ver otros valores.

Y sobre todo, el “pobre Petro” quedó maniatado porque el pueblo colombiano es de derecha. Vivir en medio del caos nos ha obligado y nos obliga más y más a refugiarnos en el trio “tradición” (católica), “familia” (mujer sumisa) y “propiedad” (cualquiera que sea de uno).             

Para no espantar  a ese país de derecha – y acorralado, de ñapa, por el fantasma de Chávez y Maduro- Petro tuvo que desdibujar su mensaje de izquierda:

  • Primero al adoptar la causa ecologista como su idea-fuerza, porque esta causa no es de izquierda ni derecha -no busca la equidad ni la eficacia- sino algo más sencillo y contundente: que no se acabe el mundo. Pero esta fue la maniobra intelectual que  Petro hizo para meter en el mismo talego a Chávez y Maduro con Uribe-Duque y Santos-Vargas Lleras. Una bandera que además suena nueva y captura a los jóvenes.
  • Segundo y ya en la recta final, al desmontarse de la Constituyente que habría cristalizado el cambio del modelo y al anunciar bonitamente esta semana que su carta no es la izquierda si no el “capitalismo democrático”.

En cambio Duque la tiene muy fácil porque vivimos en un país de derecha y porque la derecha estaba mucho más organizada: no solo el Centro Democrático, que es la primera fuerza electoral, sino todos los partidos de derecha que por supuesto convergieron hacia él (Conservador, U, Cambio Radical, el “liberalismo” a la Gaviria, y los cristianos) para atornillar su mayoría en el Congreso (y con Uribe al frente del Senado).

Por eso a Duque le basta con su estilo. Diagnósticos superficiales y remedios tecnocráticos, invitaciones huecas al “acuerdo nacional”, decir que no perseguirá a sus adversarios, no aparecer en fotos con Uribe -al mismo tiempo que reedita sus propuestas y apela a los valores de la derecha dura-.

Como si buenos modales fueran lo mismo que democracia y compromiso efectivo con las bregas y las luchas amargas que son la vida de la gran mayoría de la gente.

Elecciones presidenciales.
Elecciones presidenciales.   
Foto: Embajada de Colombia en Polonia

¿Y el centro?        

El problema esencial de la derecha y la izquierda latinoamericanas consiste es que en el nombre de la eficacia o de la equidad, subvaloran o menosprecian las dos instituciones básicas de la modernidad:

  • La democracia, que es el peor de todos los sistemas  políticos…con excepción de todos los demás sistemas.
  • El capitalismo,  que es el peor de todos los sistemas  económicos…con excepción de todos los demás sistemas.

La democracia no consiste solo, ni principalmente, en elecciones (Maduro las hace a menudo), sino en la división o separación de poderes para evitar el autoritarismo.

El capitalismo no consiste solo, ni principalmente, en el “libre mercado” sino en las instituciones que garantizan la plena competencia y evitan los rentismos desde arriba o  desde abajo, el de los empresarios que viven de influencias y el de los pedigüeños que viven de limosnas.

El “centro” es la conciencia de que hay valores distintos – eficiencia, equidad, sostenibilidad- que en efecto son distintos y por tanto irreductibles, de manera que el arte de la política (y el de una vida madura) precisamente consiste en sopesarlos y atenderlos en cada decisión pública (o en cada paso de la vida).

Por eso el centro es la apuesta a la razón y a la ciencia, que son la peor manera de tomar decisiones…con excepción de todas las demás maneras.

En cambio la derecha y la izquierda son ideologías donde un valor se usa para no ver otros valores. Esa es la diferencia.

Y eso es lo malo de que por fin vayamos a tener una política de derecha e izquierda.       

*Director y editor general de Razón Pública. Para ver el perfil del autor, haga clic aquí.

 

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