
Las elecciones de 2022 son la muestra de un cambio político: los movimientos sociales reemplazan a los partidos tradicionales.
Luis Javier Orjuela Escobar*
Partidos tradicionales
Las elecciones de 2022 serán contiendas políticas entre coaliciones de partidos, sus disidentes, los candidatos independientes y los movimientos sociales. El cubrimiento sobre este fenómeno se centra en su descripción: quiénes, cómo, cuándo, etc.
Sin embargo, las coaliciones electorales señalan un cambio político en ciernes en el país y el mundo: la crisis de los partidos políticos tradicionales y su incapacidad para representar las nuevas sociedades.
Los partidos políticos tradicionales surgieron en el siglo XIX para representar el interés nacional. Pero el aumento de las migraciones y la movilidad de una sociedad tecnológica transforman a las naciones en sociedades multiculturales.
Con el tiempo se forman subcomunidades que expresan sus intereses políticos y culturales en nuevas identidades. Cada vez es más difícil lograr una unidad política, porque la cultura tradicional homogeneiza, discrimina y margina a los recién llegados. Al final el interés nacional no es fácil de representar.
Los partidos tradicionales no consiguen adaptarse a las nuevas formas de expresión y tienden a ser reemplazados por los movimientos sociales ligados a los intereses vitales de los ciudadanos: la etnicidad, la sexualidad, la religión, el género, la territorialidad, etc.
Los partidos tradicionales colombianos (Liberal y Conservador) perdieron el monopolio de la representación política.
Sin embargo, esos movimientos sociales tienden a cerrarse sobre sí mismos o a oponerse a otros. Dada la naturaleza de sus propósitos, concitan pasiones y emociones intensas. Hoy se reivindica cada vez más “la política de las emociones” y la “biopolítica”.
Frente a la globalización, el aumento de las migraciones y el multiculturalismo resultante surgen reacciones nacionalistas y ultraderechistas, que ven a los migrantes como un riesgo para la cultura nacional y las oportunidades de empleo de los locales.
Los partidos de izquierda y los sindicatos tampoco escapan a esta tendencia. El origen de estos fue la defensa y representación de los trabajadores, quienes eran figuras privilegiadas de la acción y la trasformación social.
Sin embargo hoy son formas organizativas no idóneas para representar a los nuevos sujetos que aspiran a ser simultáneamente reconocidos a partir de su diversas dimensiones: mujer, madre soltera, trabajadora, étnica, diversa sexualmente, etc.
Colombia: jóvenes y empresarios
Los anteriores cambios sociales se presentaron también en Colombia con la Constitución de 1991. Además se reconoció el derecho de participación de los movimientos políticos y sociales, así como el de los grupos significativos de ciudadanos a inscribir candidatos, entre otras expresiones políticas y sociales nuevas.
De este modo, los partidos tradicionales colombianos (Liberal y Conservador) perdieron el monopolio de la representación política, erosionada por la fragmentación partidista y la exacerbación del clientelismo que resultaron del frente nacional, por su conversión en empresas electorales para la autoreproducción política, y por el deseo de encontrar formas alternativas de expresión política y social.
Este distanciamiento respecto de los políticos tradicionales puede observarse tanto en los jóvenes como en los empresarios.
Por un lado, aunque el empresariado suele apoyar los partidos tradicionales y sus gobiernos, hubo un momento de descontento con el bipartidismo, su dirección política y su económica fallida. Un ejemplo fue el discurso del entonces presidente del Consejo Gremial Nacional, César González Muñoz, quién dijo al final del gobierno Samper:
“Las instituciones gremiales están llamadas a desempeñar, por otra parte, un papel cultural de creación de opinión pública y de fortalecimiento ciudadano (…) por cuenta de las debilidades que exhibe nuestra sociedad en el ejercicio de una real acción pública en aras de resolver nuestros problemas fundamentales. (…) La paz, la modernidad cultural, una identidad digna de Colombia en la comunidad internacional y el crecimiento económico sostenido y sostenible, son nuestros intereses fundamentales”.
La campaña electoral será un enfrentamiento entre un centro izquierda que intenta surgir, la derecha liberal y conservadora que lucha por sobrevivir, la vieja izquierda con sus eternas divisiones, y la nueva izquierda con su política de la inclusión.
Otro ejemplo fueron las constantes críticas de empresarios, intelectuales y académicos a la política fiscal, exterior y de defensa y seguridad de Duque y al mal desempeño del Congreso.

Por otro lado, las protestas contra el gobierno realizadas entre 2019 y 2021 muestran el distanciamiento de los jóvenes frente a los partidos tradicionales. Estas protestas fueron una amalgama de diversos movimientos sociales y políticos que presagiaban la nueva forma de entender la política y, ante todo, expresaban el descontento juvenil.
Estos jóvenes podrían agruparse en dos sectores sin esperanza ni futuro: los sectores de muy bajos recursos, sin acceso a la educación y marginados de la sociedad; y los jóvenes provenientes de la clase media con educación, pero sin esperanza de encontrar empleo.
La situación empeoró por la polarización ideológica que produjo el autoritarismo y la falta de idoneidad y de comprensión de los problemas nacionales del uribismo. Hoy Colombia vive una desconexión entre la sociedad y el régimen político y una crisis de representación. Por eso ningún partido político por sí mismo podrá obtener la confianza de los votantes para llevar a su candidato a la presidencia.
La campaña electoral será un enfrentamiento entre un centro izquierda que intenta surgir, la derecha liberal y conservadora que lucha por sobrevivir, la vieja izquierda con sus eternas divisiones, y la nueva izquierda con su política de la inclusión, el reconocimiento de nuevas identidades y sus expresiones bioculturales y estéticas.
En este escenario la otrora competencia electoral clientelista será reemplazada por el enfrentamiento entre las abigarradas coaliciones.