
En Bogotá en estos meses han aumentado el número de ciclistas, los robos de bicicletas y las quejas de los conductores de otros vehículos. Esta es la situación.
Daniel Páez*
La bicicleta y la pandemia
En Bogotá se ha aumentado el número de viajes en bicicleta para prevenir el contagio de COVID-19. Al mismo tiempo han aumentado las quejas por el mal comportamiento de las bicicletas desde que comparten las calles con los carros. Por eso hemos visto las protestas, sobre todo ante la nueva ciclorruta en la calle 13.
Pero también han aumentado los atracos violentos a los ciclistas. En lo que va del 2020, tres personas fueron asesinadas por ladrones que intentaban robarles la bicicleta.
Este 25 de octubre The Guardian publicó un artículo titulado “Capital ciclística de la muerte”: se refería a Bogotá. Este titular, como muchos otros en los diarios nacionales, refleja la frustración por la falta de seguridad que sufren los ciclistas en la ciudad capital.
El descontento se debe a que los ciclistas se sienten abandonados por el Estado que no los protege contra los atracos o los vehículos que atentan contra sus vidas. Desafortunadamente las cifras son negativas en cuanto a la accidentalidad y el robo de bicicletas.
En 2019 fallecieron en Bogotá 62 ciclistas, mientras que en lo que va de 2020 han fallecido 35 en accidentes fatales. Hasta septiembre de 2020, los robos aumentaron un 30% comparado con 2019.
Número de ciclistas
A primera vista parece que Bogotá va mal y sin duda esa es la sensación que dejan los titulares de prensa.
Pero no podemos dejar de notar que fuera de Bogotá—y, de hecho, en todo el mundo—ha aumentado también el número de ciclistas. No hay datos precisos. The Guardian estima un aumento del 40%, que parece exagerado sobre todo si tenemos en cuenta que el artículo fue acusado de citar cifras incorrectas. Aun entonces ese aumento en el número de ciclistas hace que las cifras de accidentalidad y de seguridad no sean tan escandalosas.
Aunque la muerte de cualquier ciclista es una tragedia, si las miramos en términos proporcionales, hoy mueren menos ciclistas que en el 2019. Como explica Darío Hidalgo, en los últimos años ha mejorado la seguridad vial para los ciclista.
Acción y reacción
Ha aumentado el uso de la bicicleta en otras ciudades debido al miedo a contaminarse en el transporte público. Sin embargo, pocas ciudades han registrado un aumento como el de Bogotá.
La alcaldesa López ha contribuido a este hecho mediante su estrategia de “acción y reacción”. En un plazo muy corto, la alcaldía construyó 80 kilómetros adicionales de ciclorrutas, haciendo uso del “urbanismo táctico” como expliqué en otro artículo para Razón Pública. Dos de las ciclorrutas más importantes fueron las de la carrera 7 y la calle 13.
Las nuevas ciclorrutas y la necesidad de proteger la salud han demostrado que las ciudades tienen una gran demanda dormida de bici-usuarios y que, para despertarla, se necesita infraestructura apropiada.
En otras palabras: hacer bici-carriles (acción) da lugar a más ciclistas en las vías (reacción).
Aunque los alcaldes hablan bellezas de la bicicleta, rara vez vemos la ley de acción-reacción. En Medellín también aumentó el número de bicicletas al principio de la pandemia, pero como apenas se construyeron 13 kilómetros de bicicarriles, ha disminuido el número de viajes en bicicleta.
López y su equipo adoptaron el principio o la estrategia de acción-reacción y la alcaldía construyó las nuevas ciclorrutas en el momento perfecto: cuando las calles estaban vacías.
La bicicleta: una oportunidad para todos
Yo también me ofendo cuando voy manejando o en un bus y los usuarios de la bicicleta no respetan las reglas o creen que son moralmente superiores porque contaminan menos. Confieso que también cuando voy en mi bici me he sentido así porque creo que al usar la bicicleta soy un mejor ciudadano.
Los conductores de camiones, buses, carros y motos no deben sentirse menos ciudadanos porque no van en bicicleta. Montar en bici no es para todos. Por ejemplo, ahora lo hago menos porque tengo hijos. En la jungla urbana de calles, andenes y señales somos iguales y nos tenemos que respetar.
Por un lado, los ciclistas no podemos pasar por encima de las normas. Cumplir las reglas nos da legitimidad y, lo más importante, el respeto de los demás.
Por otro lado, los conductores deben tener presente que van en autos o buses y que, por tanto, la vida de los ciclistas es más frágil frente a ellos. Los conductores deben dejar de “lanzarle el carro” a los ciclistas y deben respetar la distancia de 1,5 metros con las bicicletas.
Los ciclistas disminuyen la congestión en las vías y en los buses, y reducen las brechas económicas, ya que les permiten movilizarse a quienes tienen menos recursos.
Durante la crisis económica por la pandemia, miles de personas han perdido sus empleos y cientos de familias deben vivir con menos ingresos. La bicicleta se ha vuelto el medio de transporte para ir al trabajo, al colegio y hacer miles de otros viajes que serían imposibles por las limitaciones económicas.

Un compromiso
La administración de Claudia López sin duda es ejemplar por la construcción en tiempo récord de bicicarriles, que debe seguir construyendo en los corredores más usados.
En cuanto a seguridad, la alcaldía debe seguir invirtiendo en disminuir el delito. La desarticulación de bandas está funcionando y el registro de bicicletas y sus partes han afectado el mercado de las bicicletas robadas. Además, los ciclistas pueden hacer mucho para reducir el robo de bicicletas como lo explica Carlos Pardo en esta columna de junio pasado.
Los ciclistas y los conductores deben convivir y reconocer que todos los medios de transporte son importantes, pues sin camiones no hay comida en nuestras mesas. Los conductores pueden ayudar también si mantienen la distancia con las bicicletas para evitar accidentes.
La administración de Claudia López ha mostrado un compromiso con la bicicleta como un medio de transporte que acorta las brechas económicas. Es destacable que, a diferencia de administraciones pasadas con el mismo compromiso, sus acciones han tenido un efecto positivo rápido.
Nada es perfecto y aunque hay que seguir insistiendo en mejorar las condiciones, es un buen momento para reconocer los esfuerzos en Bogotá. El reto para la ciudad es lograr que el aumento en el número de ciclistas no se vuelva un problema y que la construcción de ciclorrutas no afecte la movilidad.