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Chile: plebiscito sobre una nueva Constitución

Escrito por Harold Correa
Chile: plebiscito sobre una nueva Constitución

Los chilenos y chilenas deberán decidir en pocos días sobre el proyecto de Constitución que cambiaría el rumbo del país. Por qué están tan divididos…y qué sigue para Chile.

Harold Correa*

La espera

Estamos a una semana para el plebiscito constitucional de Chile y el ambiente es denso e incierto. El país está a la espera de lo que pueda ocurrir el cuatro de septiembre. Una espera bombardeada de múltiples opiniones, interpretaciones, análisis, estadísticas y estrategias que, más que informar al ciudadano, lo confunden.

Pero la intranquilidad no elimina las expectativas y deseos de los chilenos.

El plebiscito se da para determinar si la ciudadanía está de acuerdo con la propuesta constitucional presentada por la convención elegida para este efecto, proceso que conto con un plebiscito de entrada que apoyo el cambio de la constitución de 1980 y el procedimiento que levanto la propuesta que se aprobara o rechazara ahora. La votación tendrá como particularidad ser sometida a sufragio obligatorio, por lo que en teoría será una decisión decisiva aprobar o rechazar la propuesta.

Historia de la constitución

La constitución que hasta hoy rige a Chile, la de 1980, tiene su origen en el corazón de la dictadura de Pinochet. Aunque desde su aprobación ha sufrido más de 60 modificaciones. Las más emblemáticas fueron las 54 reformas de 1989, en el marco de la peculiar transición chilena, y las 58 modificaciones del 2005, en el periodo del presidente Lagos.

La Constitución de 1980 ha sido la de mayor influencia en la historia de Chile, especialmente por las condiciones de su redacción e instalación, durante la dictadura. Además, porque produjo un cambio de fondo en muchos aspectos del país. La mayoría de ellos indeseables e incomprensibles desde una mirada actual.

Dicotómicamente, hubo algunos cambios profundos que no obstante ser cuestionados por amplios sectores de los chilenos hoy, han sido elogiados por otros sectores de la ciudadanía y muchas miradas internacionales. Es emblemático como ejemplo, el establecimiento de un modelo económico neoliberal. Un modelo que cambió la composición social y cultural de Chile.

Chile pasó a tener un modelo que le dio omnipresencia al Mercado, constituyendo un Estado eminentemente subsidiario solo donde él Mercado no actuaba y se dibujó un sistema político binominal, tendiente al empate de las grandes fuerzas políticas que le dio al país mayor estabilidad.

Pero los cambios no fueron eficaces a mediano plazo por la pluralidad democrática creciente y las necesidades y demandas que florecieron en el país.

Los noventa

La democracia chilena no cambió vertiginosamente su camino tras la caída de la dictadura en 1990. Sin embargo, Chile logró ingresar a la OCDE y, de manera excepcional, tener un crecimiento económico sostenido durante toda la década.

Fue el crecimiento más prolongado y estable de toda la historia chilena, con lo cual acabó de consolidarse el visto bueno al diseño institucional por parte de la ciudadanía.

Pero la calma aparente no eliminó los miedos y angustias que dejó la dictadura, solo los cambios de foco. Pasamos a ser una sociedad centrada en el miedo a perder. Miedo a perder el trabajo, la salud, la educación, la libertad e, incluso, la dignidad.

En definitiva, la sociedad chilena temía perder el bienestar alcanzado.

El nuevo milenio

El temor creciente permeó a las nuevas generaciones, que ya sin los traumas de la dictadura, alzaron la voz con indignación e irreverencia.

Una lenta pero persistente evolución de la sociedad chilena entendió y asumió el inconformismo de un modelo de desarrollo que no cumplió con las expectativas.

Por eso, a partir de 2006 aparecen las primeras grandes manifestaciones de estudiantes, seguidas por enormes manifestaciones universitarias en 2011 y que finalmente llevaron a la descomunal manifestación, denominada como “Estallido social chileno”, en 2018.

Las revueltas populares del 2018 reunieron a más de un millón de personas en Santiago. Los manifestantes exigieron el fin de los abusos del mercado en la salud y en la educación, además de establecer un sistema más justo de previsión social. Fue un reclamo sin líderes políticos, pero con la participación de una sociedad sin clases sociales ni generaciones.

Los chilenos llegarán al plebiscito con la esperanza y la convicción de reorientar el camino de Chile hacia un país próspero y nuevo. Por eso, la ciudadanía no irá a votar por obligación y mucho menos para defender una ideología ni un acuerdo político.

La clase política no pudo mirar para otra parte: la voz del pueblo fue demasiado contundente: la consecuencia fue hacer que el gobierno con el apoyo trasversal de la elite política ofreciera una solución, un cambio en la Constitución de Chile.

Esta oferta despertó de inmediato un entusiasmo incrédulo entre la ciudadanía que, aunque seguía en las calles, aceptó la propuesta como un nuevo camino para Chile.

El plebiscito logró, prácticamente, enterrar la constitución de 1980, porque se decidió por un 78 % que Chile debía cambiar la constitución y un 79 % abogó por redactar la nueva Carta sin los políticos de turno.

La convención, en su primer momento, canalizó los anhelos y desafíos de Chile. Un grupo, en su mayoría, de ciudadanos y de ciudadanas sin experiencia ni conocimiento político. La convención a su vez puso en marcha, una completa paridad de género y la presencia y representación de los pueblos indígenas.

Sin embargo, la convención comenzó a descapitalizarse aceleradamente, a tal punto que, al entregar el texto constitucional, tenía apenas alrededor de 40 % de credibilidad. La convención no supo organizarse ni consolidar propuestas fundamentales y necesarias para la cultura nacional.

Chile: plebiscito sobre una nueva Constitución
Foto: Ministerio del Interior Chile - Sin duda el 4 de septiembre será un día largo , habrá mucha interpretaciones y posibles escenarios de disputa política.

Chile dividido

Hoy Chile se enfrenta al plebiscito que reafirma la división del país.

  • Por un lado, están las fuerzas que promueven la aprobación y al propio tiempo dicen que la constitución tendrá cambios, especificando un catálogo que contradictoriamente son parte de la esencia de la propuesta que piden aprobar. Piden la aprobación de los chilenos porque no creen posible continuar con la constitución actual.
  • Por otro lado, están quienes rechazan el proyecto y a su turno proponen que la propuesta se rechace. Plantean un nuevo acuerdo político social para iniciar el cambio constitucional a todas luces necesario.

Chile tendrá su principal desafío después del cuatro de septiembre porque, sin importar el resultado, el plebiscito dejará una sociedad divida y con ansia de cambio.

A lo anterior se suman la tensión e inestabilidad que siente la ciudadanía, reforzada por el desempeño deficiente de un gobierno recién elegido y con baja aprobación, por una crisis de seguridad pública y por una incipiente e insólita inflación a la vista.

De esta manera, el desafío de Chile será demandar a la clase política la madurez para ofrecer un camino de unidad al país, independientemente del resultado del plebiscito.

En el caso de que el nuevo texto sea aprobado, Chile necesitará grandes acuerdos políticos para clarificar la profundidad del cambio y determinar una dirección concreta. Pero en el caso de la que propuesta sea rechazada, Chile tendrá que comenzar un camino para estabilizar la aún vigente constitución de 1980 y gestionar un proceso democrático que sintonice con los ciudadanos que no fueron convencidos por el ideal de cambio.

Sin duda, el cuatro de septiembre será un día largo, cargado de incertidumbre, pero es claro que las urgencias de los chilenos seguirán ahí, con o sin nueva constitución.

Los chilenos llegarán al plebiscito con la esperanza y la convicción de reorientar el camino de Chile hacia un país próspero y nuevo. Por eso, la ciudadanía no irá a votar por obligación y mucho menos para defender una ideología ni un acuerdo político. Chile necesita cambios para sobrepasar las dificultades y miedos que ha tenido en el pasado y para consolidar un camino con mayor esperanza.

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