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Chernobyl: más allá de la verosimilitud

Escrito por Julián Guerrero
Centro de control de Chernobyl

Julian GuerreroMuchos se preguntan qué tanto es ficción y que tanto es real en la aclamada serie de HBO. ¿Por qué tanta insistencia en la verosimilitud? ¿Acaso es la única forma de aproximarse a un hecho histórico?

Julián Guerrero*

La búsqueda de un culpable

El gobierno de Rusia ha sostenido desde un comienzo que en el accidente nuclear de 1987 murieron 31 personas, cuando en efecto se calcula que los muertos fueron entre 900 y 4.000. Esta es la advertencia que aparece al final de la serie ‘Chernobyl’, dirigida por Johan Renck y producida por HBO y Sky, y es una muestra clara de la intención de presentar los hechos como fueron.

Podría decirse que ‘Chernobyl’ es un juicio insistente a la obstinación de los rusos desde los ojos estadounidenses. La búsqueda constante de la verdad, los motivos de los protagonistas y el juicio que pronuncia la serie hacen parte de un desarrollo narrativo que pretende forzar al Estado a asumir sus errores y a responsabilizarse de la tragedia que causó.

Esto no es necesariamente un problema. En la búsqueda de un culpable, la serie revela ciertos detalles de la vida soviética más allá de sus prácticas cotidianas y muestra que sus miembros actuaron bajo la presión de un gobierno que se vieron obligados a aceptar.

Otros insistieron en que la mirada extranjera sobre la URSS no solo no contaba la verdad, sino que no tenía derecho a enjuiciar sus acciones o a hablar de sus héroes.

La verdad que pretende revelar la serie está basada en información proporcionada por miembros de la antigua URSS e investigaciones como Voces de Chernóbil de Svetlana Alexievich que denuncian los desplazamientos, las labores de limpieza de la planta, el trabajo de los bomberos y los mineros y demás acciones ejecutadas sin mayor reflexión y que fueron juzgadas posteriormente por ojos extranjeros.

La serie muestra que los motivos humanos del desastre fueron bastante complejos, y aunque al final “el culpable” queda impune, a los ojos de Occidente el juicio queda hecho, pues en la escena final se aclaran todas las incertidumbres: se revela la explicación científica, se interrogan las acciones del gobierno y se proponen medidas para el futuro. Todo esto culmina con la cifra invariable de los 31 muertos.

Prypiat, Chernobyl

Foto: Pixabay
Prypiat, Chernobyl

Además de la serie, sus realizadores desarrollaron cinco podcasts (uno por capítulo), en los que su guionista Craig Mazin habla sobre el proceso creativo, haciendo un particular énfasis sobre las decisiones que tomaron y la investigación que realizaron para darle un mayor grado de verosimilitud a lo que estaban mostrando. La mención de sus fuentes en la investigación, las dudas éticas sobre lo que debían mostrar o no mostrar en el caso de las heridas humanas y el cuidado minucioso de los detalles como las insignias de los protagonistas o en la arquitectura soviética, acaban por construir una imagen sólida del relato del desastre y resuelven de antemano ciertas dudas antes de que la crítica pueda señalarlas.

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Exigencias de verosimilitud

Del otro lado de la moneda están Rusia, el Kremlin y su representación actual de la Unión Soviética. La televisión estatal rusa aseguró que realizaría su propia serie sobre lo ocurrido en Pripiat el 26 de abril de 1986, día en que ocurrió la explosión. Según sus voceros, la CIA habría estado vinculada a los hechos y todo se trataría de una campaña de desprestigio en contra del Estado soviético.

Aunque muchos estudiosos y personas que vivieron la tragedia en carne propia elogiaron la serie y su precisión, otros insistieron en que la mirada extranjera sobre la URSS no solo no contaba la verdad, sino que no tenía derecho a enjuiciar sus acciones o a hablar de sus héroes.

Más allá de la polémica sobre si es o no cierto lo que cuenta la serie en cuestión, resulta interesante que la estrategia de la contraparte sea realizar una nueva serie que pueda, finalmente, contar la verdad.

De acuerdo con varios medios locales, la historia de una espía de la KGB que lucha por frustrar el sabotaje de la planta por parte de espías estadounidense será la apuesta rusa que buscará desenmarañar lo sucedido. Medios como The Moscow Times, Komsomolskaya Pravda y el canal NTV han insistido en calificar la serie de HBO como la nueva historia oficial hecha por extranjeros.

Aunque habrá que ver la nueva serie para identificar las diferencias con la de HBO, es indudable que la propuesta rusa pone en duda la verosimilitud de Chernobyl al subrayar que se trata de la versión extranjera de una historia local. Su interés en controvertir esa versión es tal que, según el medio estadounidense Hollywood Reporter, el Ministerio de Cultura Ruso habría aportado treinta millones de rublos, o sea 463.000 dólares aproximadamente para su producción.

Podría decirse que ‘Chernobyl’ es un juicio insistente a la obstinación de los rusos desde los ojos estadounidenses.

Por otro lado, es importante señalar que algunos críticos y espectadores también han puesto en duda la verosimilitud de la serie. Poco después de que su emisión concluyera en América Latina, Henry Fountain, reportero de The New York Times, sostuvo que la verosimilitud de los hechos deja de ser importante cuando se trata de desenmascarar las mentiras y engaños de un “sistema político putrefacto”, pero insiste en completar los hechos con datos corroborados por la investigación que realizó en 2014 cuando visitó la plaza y la zona de alienación.

Algo similar ocurre con el artículo “Chernobyl: una serie perfecta, pero anacrónica” publicado por Jorge Carrión en el mismo medio. En ese análisis, el autor catalán concluye que el uso del héroe novelesco en la serie es anacrónico y no habla de nuestro tiempo como sí lo hace la obra de Alexievich. Como es evidente, en este caso el reclamo por la verosimilitud se centra más en el aspecto formal de la serie que en los hechos que narra.

Más allá de la verosimilitud

En realidad, es muy frecuente que los productos culturales que presentan contenido histórico sean sometidos a las exigencias de verosimilitud. Si bien la precisión en los hechos es deseable al retratar un acontecimiento histórico, es indispensable tener en cuenta que, ante todo, se está contando una historia y, por ende, las licencias artísticas que una serie, película o novela se toma no demeritan su esfuerzo por volver a ese acontecimiento y repensarlo.

Portada de Chernobyl

Foto:  Facebook: HBO
Portada de Chernobyl

Así como la representación de los hechos en una novela suele ser diferente de la de un texto historiográfico, la de una investigación periodística puede distar de la de un programa de televisión porque el público accede a ella con pretensiones diferentes.

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Insistir en la exigencia de la verosimilitud es un círculo vicioso, pues siempre habrá alguien que encuentre un nuevo hueco o error que debe ser tapado para lograr la “verdad absoluta”. En ese sentido, es necesario aceptar que todos los productos culturales tienen limitaciones en términos de verosimilitud y, sin embargo, ofrecen la posibilidad de explorar aspectos que van más allá de las cifras y los datos. Sin lugar a duda, es ese su gran aporte.

* Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Javeriana, jefe de redacción en la revista Cartel Urbano donde trabaja temas de cultura en Bogotá y población LGBTI.

 

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