Con su anuncio confuso y su poca capacidad de ejecutarlo, el gobierno del “socialismo del siglo XXI” está jugando a la gran geopolítica y esto puede afectar al vecindario.
Armando Borrero Mansilla *
Mal lugar y mal momento
La construcción de una central atómica de generación eléctrica en un país de América Latina, no debería ser noticia sensacional si se anuncia en tiempos normales y en el lugar adecuado. Pero el anuncio lo hizo el presidente Hugo Chávez en Moscú, de paso para Teherán y Trípoli y así, lo que ya fue noticia científica y tecnológica en Argentina y Brasil en los años setenta y en México en los noventa, se convirtió en un motivo de debate y de especulación en la Venezuela del "socialismo del siglo XXI".
El anuncio genera controversia por causa de su dimensión política. Chávez estira la retórica más allá de sus capacidades reales de convertirse en el gran contestatario, no digamos de Occidente, sino al menos de Estados Unidos. Para darle una dimensión a su papel de adalid antiimperialista, y saborear la sensación de un poder efectivo, se acerca a poderes tan problemáticos como los del régimen iraní (en las antípodas ideológicas del propio Chávez) al más veterano, pero más vulnerable, de Gaddafi, en Libia, y al débil y desprestigiado de Bielorrusia.
Con la Rusia de Putin la cosa es a otro precio. Los rusos están ávidos de los petrodólares venezolanos y aprovechan la relación para equilibrar los avances norteamericanos en el patio petrolero del viejo imperio de los zares. A su vez Chávez, que ve disminuida su popularidad, tiene necesidad de luces en el escenario para desviar la atención del público.
Primero a lo primero
¿Cómo separar los elementos de un anuncio con tantas lecturas y connotaciones?
La construcción de instalaciones nucleares de generación de energía se podría ver como una política de previsión a un largo, muy largo plazo, en una Venezuela que nada en posibilidades enormes de energías convencionales. Y sería creíble si no fuera porque el régimen chavista ha sido incapaz de lidiar con el manejo de la generación de energía eléctrica y con su transmisión y distribución eficaz para abastecer las necesidades del país.
Si no ha podido manejar de manera adecuada la generación en la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, GURI, y tampoco asegurar la transmisión adecuada desde el bajo Caroní hasta las áreas metropolitanas más importantes de Venezuela, la pregunta es inevitable: ¿podrá llevar adelante un proyecto que no sólo es costoso, sino problemático en términos de financiación, de eficacia en cuanto solución energética, de manejo de las consecuencias para el medio ambiente y de capacidad tecnológica para operarlo y mantenerlo?
Lo primero que debe destacarse es la nebulosa que envuelve el proyecto.
- El ministro de Energía y Petróleo declara que es una planta de 500 megavatios;
- La agencia de noticias rusa Itar Tass anuncia que se trata de dos plantas, cada una de 1.200 megavatios.
- El ministro de Energía Eléctrica habla de "varias" plantas que producirían 4.000 megavatios.
- Chávez, menos entrenado en precisiones, dice que es una central "chiquita".
"Lo sabrán los gatos", como en el poema de Pavese. La confusión refuerza la idea de un proyecto poco estructurado pero anunciado con fines políticos antes de saber de qué se trata.
Irán y uranio
Como se anotó al principio, la noticia no daría para tanto si no fuera por el contexto político. Es esa la dimensión que justifica las especulaciones.
El régimen iraní, sobra repetirlo, tiene un conflicto muy serio con Estados Unidos y con Occidente en general, por su propósito mal disimulado de pasar de los usos pacíficos de la energía nuclear a la producción de armas atómicas. Sabido es también que Irán se interesa por los yacimientos venezolanos de mineral de uranio (tierras de uranio o "pechblenda").
Es improbable que sean ciertos los rumores de una supuesta explotación clandestina de ese mineral. La producción de pocos gramos de uranio exige una enorme cantidad de tierras y Venezuela no tiene la capacidad de refinación de las mismas. Transportar miles de toneladas para obtener pequeñas cantidades no es económico para países como Irán y Venezuela, y como la explotación se hace a cielo abierto, su encubrimiento es imposible.
No hay reportes públicos de evidencias en este sentido, pero sí del interés iraní por las áreas del sur del Orinoco donde está la formación geológica del escudo de Guayana, una de las zonas más ricas en minerales del planeta.
¿Posible en el vecindario?
Esas circunstancias dan pie a especulaciones sobre la posibilidad de que Venezuela pretenda capacitarse para desarrollar un poderío nuclear. Sin embargo, veamos:
- No es un asunto fácil para un Estado medio de América Latina, que es un área con fuertes prevenciones contra la proliferación nuclear.
- Tampoco les sería fácil a los venezolanos superar los déficits de ciencia y tecnología, y de capacidad financiera para un desarrollo de esas características.
- Pasarían décadas antes de tener la capacidad para fabricar ingenios de fisión, y ni qué decir de los de fusión.
- Los vectores para lanzar tales armas los podría obtener de Irán, pero la crisis internacional que desataría un desarrollo nuclear venezolano es un factor disuasivo muy serio.
- Irán está en Asia, pero Venezuela está frente al Caribe, que todavía es un mare nostrum de Estados Unidos.
- Asia es un continente nuclearizado ya: Israel, China, India, Pakistán y Corea del Norte -ésta última sin mucha capacidad para tener un arsenal numeroso-, pero América Latina no sólo está comprometida con la No Proliferación, sino que no tiene necesidades evidentes, por su realidad geopolítica, de poseer arsenales atómicos.
Central chiquita y dependencia
Y más todavía. El proyecto de centrales atómicas para la sola generación de energía, es por sí solo un reto duro para un Estado tan ineficaz en materia de gestión económica como el venezolano.
Se calcula que el costo de montar una central de 500 megavatios se acerca a los 3.300 millones de dólares. Un proyecto para ser desarrollado en un plazo de diez años y acercarse a los 4 mil o 5 mil megavatios de generación, implicaría, según mediciones internacionales promedio, una inversión de 25 mil millones de dólares, lo que parece fuera del alcance de Venezuela en las circunstancias que vive.
De tal manera, las especulaciones se basan en intenciones políticas supuestas y no en realidades económicas y de desarrollo tecnológico. Si logra financiar la central "chiquita" no puede, en cambio, evadir la dependencia tecnológica y operativa.
Centrales en Latinoamérica
Para ilustrar el último punto, basta mirar las experiencias latinoamericanas con la energía nuclear.
La mejor realizada es la argentina, que incluyó tecnología propia y una selección de la vía del uranio levemente enriquecido en su primera planta -Atucha I- o uranio natural para Atucha II, que ha sido más manejable que la vía del plutonio elegida por otros países. Estas plantas datan de treinta y tantos años atrás y sólo hasta ahora se habla de la posibilidad de una tercera central.
Las centrales brasileñas de Angra I, Angra II y Angra III, proyecto este último que estuvo parado más de 20 años, han sido criticadas fuertemente por motivos de seguridad de la operación y por impactos ambientales.
Y para qué hablar del caso mexicano con su central de Laguna Verde, en la cual se dice que la empresa estatal propietaria ha ocultado fallas protuberantes de seguridad en la operación.
En ninguno de estos tres países, con mayores capacidades que Venezuela, se genera una proporción alta del total de la energía requerida por la sociedad y los promotores de tales desarrollos no han logrado despertar entusiasmo para continuar con megaproyectos en el área nuclear. Más bien han generado dudas.
Falta de pavimento
El asunto exige, por supuesto, estudios a fondo. Pero a primera vista, no parece que el proyecto de Chávez vaya más lejos que su retórica, que siempre contiene más ganas que posibilidades de satisfacerlas.
La opción nuclear se ha valorizado ante las dificultades previstas para el abastecimiento de combustibles fósiles en el futuro, pero eso no la libra de ser una opción sembrada de obstáculos y peligros, amén de costosa para los países pobres. El camino para que Chávez se convierta en el "hombre nuclear" no se ha pavimentado todavía.
*Cofundador de Razón Pública. Para ver el perfil del autor, haga clic aquí.