Cese bilateral y definitivo: un camino hacia la paz - Razón Pública
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Cese bilateral y definitivo: un camino hacia la paz

Escrito por Álvaro Villarraga
Alvaro Villarraga

Alvaro VillarragaContrariamente a lo que afirman muchos opositores y algunos analistas, los ceses al fuego han ayudado a disminuir la intensidad del conflicto y han servido para acercar al gobierno y la guerrilla de Colombia en muchas ocasiones. 

Álvaro Villarraga Sarmiento*

De la crisis a la recuperación

Aunque las negociaciones con las FARC han mostrado avances importantes, es claro que de un tiempo para acá entraron en una fase crítica debido al estancamiento de los acuerdos, el retorno a las hostilidades y la pérdida del respaldo ciudadano.

Los diálogos de La Habana cayeron en un círculo vicioso: se pasó de conseguir en promedio un acuerdo por punto de la agenda cada semestre a que pasara un año sin poder cerrar el tema de las víctimas. Igualmente, de la declaratoria de cese al fuego unilateral de las FARC entre diciembre de 2014 y abril de 2015, que llevó al gobierno a cesar los bombardeos contra las fuerzas guerrilleras, se pasó a las cruentas hostilidades y a la violencia guerrillera que ha tenido graves efectos en la población.

También el respaldo ciudadano, que en un punto llegó al 70 por ciento, cayó al 45 por ciento y por primera vez se hizo mayoritario el rechazo al proceso de paz, con un 46 por ciento.

Sin embargo, en esta crítica coyuntura también sucedieron varios hechos que pueden ayudar a retomar el círculo virtuoso de la distensión militar, los nuevos acuerdos de la agenda convenida y la recuperación de la credibilidad y respaldo ciudadanos.

A favor de esta recuperación de la confianza juegan elementos como la prioridad que le dio el gobierno a la discusión de un acuerdo de cese al fuego bilateral y definitivo, así como el pronunciamiento público hecho por los países garantes y acompañantes pidiéndole a las partes avanzar en los acuerdos, des-escalar el conflicto y considerar un acuerdo de cese de hostilidades.

En este contexto, es un motivo de esperanza la nueva declaratoria de cese al fuego por parte de las FARC, que será temporal y condicionado a no sufrir ataques, y esta vez con miras a establecer un cese bilateral definitivo.   

Residuos de la limpieza del río Mira, producto del atentado de las Farc que causó el desastre ambiental en Tumaco.

Residuos de la limpieza del río Mira, producto del atentado de las Farc que causó el desastre ambiental en Tumaco.
Foto: Ocha Colombia

Las treguas sí sirven

En lo relativo al cese al fuego, tanto contradictores como defensores del proceso de paz, así como opinadores o periodistas mal informados, han descalificado injustamente y sin fundamento experiencias pasadas de cese al fuego de las guerrillas.

Podemos afirmar que históricamente las guerrillas en Colombia han utilizado la suspensión temporal o definitiva de la acción militar como señal de entendimiento y de facilitación de soluciones en distintas circunstancias, y esto ha sido ratificado en el actual proceso de paz.

Históricamente las guerrillas en Colombia han utilizado la suspensión temporal o definitiva de la acción militar como señal de entendimiento y de facilitación de soluciones en distintas circunstancias.

También ha sido tradición en las guerras recurrir a las suspensiones del fuego tanto para permitir soluciones humanitarias como para dar lugar a conversaciones y acuerdos que pueden dar paso a fases de treguas, armisticios y pactos definitivos de paz.

En Colombia la aplicación de este tipo de figuras en la historia reciente ha tenido resultados usualmente positivos. Las declaratorias de cese al fuego significan suspender los operativos o ataques ofensivos, las treguas pueden implicar el abandono de distintos medios y formas de combate. Al mismo tiempo, la declaratoria de cese general de hostilidades equivale a pasar de la guerra a una situación de paz.

En el derecho de los conflictos armados se estipula que durante estas declaratorias las posiciones de las fuerzas adversas no se pueden variar (salvo acuerdos convenidos), pues esto constituiría un hecho de alteración de la ventaja militar violatoria del compromiso. También se estipula que en ningún caso podrán suspenderse las obligaciones perentorias de las partes con el derecho internacional humanitario.

Historia del cese al fuego

-En el acuerdo de paz entre el gobierno de Belisario Betancur y tres de las cuatro guerrillas en 1984 (FARC, EPL, M19) se firmaron pactos de cese al fuego bilateral e indefinido. Estos acuerdos trajeron efectos positivos pues suspendieron las hostilidades y permitieron la aplicación parcial de algunos acuerdos durante un período de tiempo.

Sin embargo ese proceso naufragó ante la negativa expresa del estamento militar a acatar la orden presidencial de cese al fuego, lo cual derivó en incidentes militares contra los campamentos guerrilleros en tregua. En ese momento hubo resistencias oficiales y de la élite al cumplimiento de los acuerdos pactados, y la tregua no tuvo una reglamentación clara ni formas sólidas de veeduría. Esto llevó al fracaso final de esta experiencia en medio de actuaciones violatorias de ambas partes.

-También, aunque por entonces no estuviera en curso un proceso de paz, como respaldo a la reforma constitucional que habilitó la elección popular de los alcaldes, en 1988 estas mismas guerrillas declararon ceses al fuego unilaterales.

-En 1989, cuando se intentó una negociación conjunta de todas las guerrillas agrupadas bajo la Coordinadora Nacional Guerrillera Simón Bolívar con el gobierno de Virgilio Barco, las FARC y EPL declararon sendas treguas unilaterales para ambientar el entendimiento.

-De igual modo actuó el M19 cuando ese año inició su negociación con el gobierno, y prolongó el cese al fuego hasta el acuerdo final en 1990.

-Poco después, a instancias de la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, el EPL declaró de nuevo un cese unilateral que facilitó el proceso en las regiones hasta pactar la paz en 1991.

La mayoría de las veces, la Fuerza Pública respetó estas declaratorias de cese al fuego y suspendió las operaciones ofensivas contra estas guerrillas en el curso de sus procesos de paz.

Las FARC y el ELN han declarado varios ceses al fuego unilaterales. Sin embargo, en los proceso de paz con estas dos guerrillas en Caracas en 1991, en Tlaxcala en 1992 y, luego entre 1999 y 2002, con las FARC en el Caguán, y con el ELN en el exterior, no se llegaron a convenir ceses al fuego ni las guerrillas lo declararon unilateralmente.

En el proceso con las FARC se desmilitarizó la “zona de distensión” donde tuvieron lugar las conversaciones y donde solo había presencia de esta guerrilla, mientras se mantenían las hostilidades en el resto del país.

Luego, durante las ocho rondas de conversaciones entre el gobierno Uribe y el ELN en La Habana, entre 2005 y 2007, esta guerrilla decretó ceses al fuego unilaterales y temporales en dos ocasiones como señal de entendimiento y para facilitar la realización de elecciones.   

Una tregua unilateral no es viable si no hay reciprocidad de la contraparte y sin un acuerdo de veeduría con buen soporte político y técnico.

Como se puede ver, el problema no han sido las declaratorias ni los acuerdos del cese al fuego. Al contrario, estas han actuado como señal de acercamiento en busca de la solución política de la guerra y como facilitadoras de acuerdos especiales con propósitos humanitarios, en muchas más ocasiones de las referidas, como la liberación de miembros de la Fuerza Pública o civiles indebidamente capturados por las guerrillas como rehenes.

En estas experiencias, por lo regular, las guerrillas han cumplido y con frecuencia lo han hecho también las tropas oficiales, pero en varias declaratorias unilaterales de la guerrilla la Fuerza Pública no ha obrado en consecuencia.

En algunos casos ha sido fundamental la intervención de terceras partes, como se ha dado con la intermediación del Comité Internacional de la Cruz Roja y la facilitación de personajes, comisiones e instancias nacionales o internacionales.

Hacia un cese bilateral y definitivo

Timoleón Jiménez, jefe del estado mayor central de las Farc.

Timoleón Jiménez, jefe del estado mayor central de las Farc.
Foto: Delegación de Paz de las Farc

Durante el actual proceso de paz las FARC han decretado cinco veces el cese al fuego unilateral, y esto ha ayudado a bajar la intensidad del conflicto, construir confianza entre las partes y fortalecer el respaldo ciudadano.

Tres de estas treguas se dieron con motivo de fiestas de fin de año o durante la realización de elecciones, y en una ocasión se hizo junto con el ELN. La cuarta ocasión, en diciembre pasado, decretó un cese indefinido y condicionado a no sufrir ataques de la Fuerza Pública. En esta quinta ocasión, el cese regirá a partir del próximo 20 de julio y tendrá las condiciones ya referidas.

Las FARC han pagado un alto costo político por su reciente campaña contra la infraestructura pública eléctrica, las instalaciones petroleras y las vías de comunicaciones. Con estos ataques, las FARC ocasionaron graves perjuicios a la población civil y al ambiente, y violaron la prohibición de atacar “instalaciones que contienen fuerzas peligrosas”, estipulada por los Convenios de Ginebra de 1977.  

La experiencia reciente demostró que una tregua unilateral no es viable si no hay reciprocidad de la contraparte y sin un acuerdo de veeduría con buen soporte político y técnico. Pero la experiencia también demostró que una tregua puede llevar a hechos efectivos y reales de des-escalamiento.

Es claro que la mesa de La Habana debe avanzar y agilizar los acuerdos pendientes. En este ambiente, son bastante útiles el plan piloto de desminado humanitario y la propuesta de otro acuerdo de aplicación inmediata de sustitución de cultivos de uso ilícito. Estas y otras iniciativas podrán ser también acciones claves para recuperar la tendencia favorable del proceso de paz.

 

* Presidente de la Fundación Cultura Democrática, integrante del Centro de Memoria Histórica y catedrático universitario.  

@Alva_Villarraga

 

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