
¿Fue el paro nacional, la reapertura económica, o algo más? Le explicamos por qué podrían estar aumentando los casos de COVID-19 y lo que debe tener en cuenta al vacunarse.
David Bautista*
Sebastián Londoño**
Los sospechosos habituales
En términos generales, Colombia está atravesando su peor pico de contagios de COVID-19 desde comienzos de la pandemia.
Es usual que, para entender esta situación, surjan explicaciones sencillas e inmediatistas, como la irresponsabilidad individual, la fatiga con las medias sanitarias o el paro nacional.
¿Son estas, realmente, las razones –o las únicas razones– para explicar el pico? ¿Existe algo más que pueda estar afectando el escenario epidemiológico actual? Revisémoslo.
Aunque el paro nacional congregue a muchas personas al aire libre —e incluso se lleven a cabo actividades en espacios interiores— es difícil precisar qué tanto contribuye a prolongar las olas de contagio local. La movilidad está casi igual que antes de la pandemia (Figura 1 y 2) y la fatiga por las medidas sanitarias es evidente (aunque no nueva). Pero es difícil determinar si ha aumentado el riesgo en las actividades diarias, como trabajar, movilizarse en transporte público o reunirse con familiares. Aunque hayan aumentado los contagios, es difícil discernir el riesgo resultante de cada actividad.
Figura 1

Figura 2

Los otros factores ignorados
Después de hablar sobre los sospechosos habituales, pasemos a otros tres factores que podrían influir significativamente sobre la prolongación de la ola:
- En menor grado, las medidas inútiles impuestas por los gobernantes locales.
- En mayor grado, las temporadas invernales, los cambios de clima y el “cycling” normal de los brotes (interacción virus-humano).
- Aumento de frecuencia de variantes preocupantes.
Medidas inútiles
Las medidas impuestas por autoridades locales —muchas fomentadas o impuestas por organismos nacionales, como los ministerios del Interior y de Salud— no han mostrado mucha eficacia para frenar el avance del virus. En ciudades como Bogotá y Medellín, los toques de queda en las tardes y noches ocasionaron aglomeraciones en el transporte público que son un riesgo potencial de aumento de contagios.
Aunque el paro nacional congregue a muchas personas al aire libre es difícil precisar qué tanto contribuye a prolongar las olas de contagio local.
Así mismo, medidas como la prolongación de las cuarentenas estrictas o el cierre de escuelas, han sido muy contraproducentes en términos sociales y económicos. Existe evidencia, para ciudades como Bogotá y Santiago de Chile, de lo difícil que es atenerse a los confinamientos para la población más vulnerable.
Existen unas determinantes sociales relacionadas con:
- La densidad poblacional: en ciudades muy densas, con mucha población viviendo en hacinamiento, y
- El funcionamiento del mercado laboral: un alto porcentaje de informalidad y que gran parte de la población socioeconómicamente vulnerable desempeña “trabajos esenciales” de manera continua durante la pandemia.
En aras de celebrar una respuesta sanitaria poco comprensiva y efectiva, expusimos la vida de la gente más frágil y apaleada de nuestra sociedad.
Factores ambientales
Por otro lado, no pueden ignorarse las temporadas invernales, los cambios de clima y la estacionalidad o “cycling” del virus. Estos factores son, probablemente, los que determinan el comportamiento usual de las olas de contagio y el momento cuando se disparan.
Por ejemplo, es probable que la cuarta ola de Medellín tuviera que ver con este fenómeno, combinado con otros factores ambientales como la contaminación del aire. Todo esto agravado por la baja seroprevalencia y el desmantelamiento de la respuesta rápida en el sistema de salud local.
De hecho, hace poco se publicó un artículo científico sobre la variación estacional de SARS-CoV-2, según varios factores independientes de los humanos tienen efectos fundamentales sobre la forma de las olas pandémicas (Figura 3). Variables como la radiación UV, la humedad, la respuesta inmune del huésped, la estabilidad de las gotículas, la “supervivencia” del virus en ellas, y la manera como los humanos interactúan entre sí dependiendo del clima (Figura 3).
Figura 3

Las variantes
Otro aspecto importante es el aumento de frecuencia de variantes de preocupación e interés (VOC y VOI por sus siglas en inglés). Existe evidencia de cómo algunas variantes —como la Delta (B.1.617.2), Gamma (P.1), Beta (B.1.351) y Alpha (B.1.1.7)—, pueden estar asociadas con una mayor transmisibilidad. Según la vigilancia genómica que hace (con limitaciones) el Instituto Nacional de Salud, dos de aquellas variantes (Gamma y Alpha) tienen presencia en Colombia, aunque es probable que todas las anteriores ya estén circulando.
Si bien las variantes no representan el riesgo apocalíptico que algunos sugieren, sí puede ser problemático en la medida en que una variante más transmisible podría producir un aumento en los contagios en menos tiempo, lo cual podría conllevar un mayor número de hospitalizaciones y muertes. Por lo tanto, aunque no es la única explicación, sí pueden tener una incidencia moderada sobre el aumento de la curva epidemiológica en Colombia.
No obstante, es inútil alarmar a la población con las variantes por dos motivos:
- El aumento de frecuencia de variantes de preocupación no debería cambiar las medidas a mediano plazo para mitigar la severidad de las olas, y
- Las vacunas desarrolladas no pierden efectividad contra estas nuevas variantes, en especial cuando hablamos de evitar hospitalizaciones y muertes.
El reciente aumento de la curva de casos en Colombia no es muy distinto del de muchos países de la región, especialmente los del Cono Sur (Figuras 4 y 5) ¿Acaso al paro nacional logró trascender las fronteras? No. En cambio, probablemente, la estacionalidad y el aumento de frecuencia de variantes de preocupación e interés pueden explicar mejor la severidad y forma de las olas.
Figura 4

Figura 5

Vacunación y tercera ola
Desde hace un par de meses vivimos un evento que propicia aglomeraciones significativas en toda América del Sur: es la vacunación masiva, que podría influir “negativamente” en el escenario epidemiológico. Esta es una hipótesis razonable que debe entenderse con calma y sin alarmismos. Nosotros somos partidarios de la vacunación masiva porque pensamos que es la salida de esta pandemia. Hoy sabemos que, en Colombia, la vacunación está asociada con la reducción de mortalidad por COVID-19 en adultos mayores (Figuras 6 y 7).
Figura 6

Figura 7

Habiendo dicho esto, queremos explicar por qué creemos que la vacunación masiva contra la COVID-19 podría estar ayudando a prolongar las olas de contagio (por la logística del proceso y no las vacunas propiamente). A continuación, dos aspectos importantes sobre esta hipótesis.
Falta de pedagogía
Parece que no se comprenden bien los tiempos que deben tenerse en cuenta durante el proceso de vacunación y los efectos de la vacuna. Por ejemplo, ¿sabe la mayoría de personas que, tras la primera dosis de la vacuna, se necesitan unas semanas para lograr una inmunidad moderada?, ¿o que con la vacuna de Sinovac es importante esperar dos semanas después de la segunda dosis? Explicaremos, en términos muy generales, las recomendaciones que deben tenerse en cuenta al vacunarse.
Construir inmunidad de alta calidad tras la vacunación dependerá tanto de las características de edad y salud de las personas, como de la vacuna que se emplee. Todas las vacunas desarrolladas son efectivas para prevenir la COVID-19 grave dos semanas después del proceso de vacunación completo. Esto vale para la mayoría de la población, con excepciones muy particulares (por ejemplo, pacientes inmunosuprimidos o con cánceres sanguíneos, entre otras patologías); en estos casos, la efectividad de las vacunas puede disminuir (si usted es un paciente con alguna comorbilidad relacionada, consulte con su médico).
¿sabe la mayoría de personas que, tras la primera dosis de la vacuna, se necesitan unas semanas para lograr una inmunidad moderada?
Ahora bien, ¿cuánto tiempo toma cada vacuna para lograr una inmunidad de calidad? Esa es la información pertinente sobre los plazos de cada tipo de vacuna contra la COVID-19 usada en Colombia:
VACUNA | INFORMACIÓN |
Vacunas de virus inactivado (Sinovac) | Es necesario esperar 2 semanas después de la segunda dosis. La primera dosis podría producir una inmunidad leve o moderada en personas jóvenes (menores de 40 años) sin comorbilidades, pero no es así en los otros grupos de edad, por ejemplo, adultos mayores. |
Vacunas ARNm (Pfizer – Moderna) | Tres semanas después de la primera dosis la persona adquiere inmunidad moderada, que aumenta con el tiempo y se refuerza con la segunda dosis. |
Vacunas de vector viral de dos dosis (AstraZeneca) | Esta vacuna tiene un periodo amplio de administración. Es decir, la segunda dosis se aplica al tercer mes de administrada la primera. La primera dosis brinda una protección moderada después de un mes, y se refuerza con la segunda dosis. |
Vacunas de vector viral de una dosis (Janssen) | Entre 2 y 3 semanas después de la única dosis ya se logra la mayor protección que brinda esta vacuna, la cual mejora con el tiempo.
|
Información general: Así haya tenido COVID-19 previamente, si ocurre un contagio durante las dos primeras semanas después de la primera dosis de cualquiera de las vacunas, esta no ayudará a reducir los efectos negativos del virus. Por eso, durante este periodo debe reforzarse el autocuidado para evitar un contagio. El sistema inmune necesita tiempo (mínimo dos semanas) para construir la respuesta de memoria; este fenómeno natural no se puede acelerar. Si tuvo previamente COVID-19, después de tres semanas de la primera dosis de cualquiera de las vacunas ya hay una mejora de la inmunidad natural adquirida tras la infección. |
En vez de informar a la población sobre estas recomendaciones, distintas instancias del gobierno, médicos, expertos e influenciadores se han dedicado a repetir mensajes coercitivos y generalistas: “Debes seguir cuidándote igual, así estés vacunado”, “el hecho de que estés vacunado no implica que no exista un riesgo”, o “el tapabocas y todas las medidas deben seguir, así estés vacunado”
Este tipo de mensajes es nocivo porque podría desincentivar notablemente la vacunación. Si las personas no entienden claramente los beneficios de vacunarse (reducir al mínimo el riesgo, poder cambiar su conducta e interacciones sociales), van a optar por no hacerlo.
Construir inmunidad de alta calidad tras la vacunación dependerá tanto de las características de edad y salud de las personas, como de la vacuna que se emplee
Por otro lado, estos mensajes pueden hacer que las personas no consulten sobre los tiempos para que la vacuna empiece a tener efecto y provee la mayor inmunidad. Si se sigue insistiendo en que la vacunación no tiene mayor efecto, las personas se limitarán a vacunarse sin entender bien cuándo deben, realmente, estar atentos para evitar contagios. Habrá algunas personas que apenas sean vacunadas y presenten síntomas respiratorios, los ignoren. También habrá quienes no cambien su comportamiento incluso tras completar el proceso de vacunación. Ambos escenarios son inapropiados.
Aglomeraciones durante la vacunación
Es importante corregir el funcionamiento de muchos “vacunódromos” e IPS vacunadoras. Aglomerar personas en sitios cerrados durante mucho tiempo es inapropiado. La estadía promedio de una persona que va a vacunarse puede ser fácilmente superior a los 20 minutos. En ocasiones, incluso, puede extenderse por horas, mientras se toman los datos, se registra la tensión del vacunado, se administra la dosis y se mantiene en observación entre 15 a 30 minutos para hacer seguimiento de posibles efectos adversos (extremadamente infrecuentes).
Por lo tanto, es importante mejorar la ventilación de estos sitios y respetar el distanciamiento. Esto es tarea de las IPS vacunadoras y las autoridades sanitarias municipales. ¿Están haciendo correctivos sobre la adecuación de los espacios y el control de citas (o logística interna) para evitar aglomeraciones? Que los puestos de vacunación sean cada vez más seguros y diligentes para que la gente vaya y se vacune.
Recomendaciones para la reapertura
La vacunación es la salida de la pandemia; está en nuestras manos (con la ayuda de información adecuada) indagar claramente sobre los tiempos en que debemos tener especial cuidado. Con esta información no queremos desestimular la vacunación sino, por el contrario, que el proceso de vacunación sea una herramienta con los menores efectos negativos.
Finalmente, en el contexto de la apertura económica, hay voces que expresan preocupación, teniendo en cuenta la situación epidemiológica. Si ya hemos hablado sobre lo problemáticas que son las medidas restrictivas, entonces, ¿qué debemos hacer?
Lo que se debía pregonar desde un principio: hacer pedagogía para que las personas hagan análisis individuales y consientes de los riesgos y beneficios de sus acciones. Las variables que han de tenerse al hacer este balance son:
- ¿Ha tenido COVID-19?, ¿asintomático o sintomático?, ¿hace cuánto? Haber tenido COVID-19 sintomática recientemente es un factor protector. Hay estudios que demuestran que la inmunidad por exposición al virus, en general, es mayor de un año. Si tuvo COVID asintomática también podría tener inmunidad.
- ¿Cuál es su edad? Tener menos de 50 años es un factor protector.
- ¿Tiene comorbilidades? No tener comorbilidades es un factor protector.
- ¿Expone a personas vulnerables? Si vive solo, o con personas que no tengan mayor riesgo, es un factor protector. También tenga en cuenta la manera como trabaja (¿presencial o teletrabajo?) y se moviliza (¿transporte público o vehículo propio?).
- ¿Vive en una ciudad que está pasando por un valle? Este podría ser un factor protector (por ejemplo, en el momento de escribir este artículo, Barranquilla).
Ahora bien, estas recomendaciones pueden ser muy generales y cada ser humano es diferente. No podemos comparar, por ejemplo, una persona con obesidad, de la tercera edad, con un cáncer sanguíneo, y una persona joven, saludable, que ya tuvo COVID-19. Si bien este es un ejemplo exagerado, existen unos intermedios: una persona obesa de 25 años contra una persona saludable de 65 ¿Ahí que? En teoría, prima la edad como factor perjudicial, pero la generalización puede ser difícil.
En definitiva, mientras Colombia completa los procesos de vacunación para proteger a la población vulnerable (primera meta) y alcanzar la inmunidad del rebaño (segunda meta), existirán incertidumbres que obligarán a las personas, en el contexto de reapertura social y económica, a hacer balances de riesgo/beneficio a nivel individual.
Así mismo, hacemos un llamado para que quienes van a comenzar su proceso de vacunación se cuiden más durante los cinco días previos a la administración de la primera dosis, y hasta tres semanas después, periodo de tiempo en el que existe mayor vulnerabilidad de contagio.