Debajo del escándalo de las chuzadas a la exniñera de Laura Sarabia, hay también una estrategia de deslegitimación de un gobierno que despierta resistencias. ¿Cómo fue tratado el caso en los medios y en las redes?
Carlos Andrés Arias Orjuela*
El escándalo
La revista Semana publicó una entrevista de Marelbys Meza, exniñera de Laura Sarabia, donde ella afirma que se le había hecho una prueba de polígrafo en un edificio cercano a la Casa de Nariño por la pérdida de varios millones en efectivo. Aunque la exjefa de gabinete de la Presidencia asegura que se trata de 7.000 dólares americanos, la empleada doméstica señala que se trataba de 150 millones de pesos.
La entrevista sostiene que Marelbys Meza y su familia fueron víctimas de acoso y abuso de poder. Estas declaraciones dieron pie a pronunciamientos de los influenciadores y activistas de distintos sectores políticos, a la apertura de indagaciones disciplinarias y al llamamiento a declaración de miembros de la Policía (vale la pena notar que, a diferencia de otros casos, la respuesta institucional fue inmediata).
Días después, W Radio reveló que la exniñera ya había sido llevada al polígrafo por sospecha de robo en la casa de su antiguo empleador, Armando Benedetti. La prueba encontró “reacciones fisiológicas indicativas de engaño y de mentiras a las preguntas relevantes”. También se dijo que el embajador Benedetti había trasladado a la exniñera a Venezuela justo antes de que hablara con Semana.
El panorama se agrava cuando Cambio confirmó que la exniñera había sido “chuzada” telefónicamente tras ser vinculada de manera ficticia a una investigación contra del Clan del Golfo.
Las demás teorías y explicaciones que circulan en redes solo pretenden ganar audiencia, clics, likes o se limitan a condenar a los exfuncionarios sin indagatoria, investigación o debido proceso.
¿Quién dio la orden de interceptar ilegalmente a Marelbys Meza? ¿Armando Benedetti filtró la noticia a Semana? ¿Laura Sarabia cometió algún delito? ¿Se están interceptando ilegalmente a más colombianos?
Las preguntas anteriores son fundamentales para saber lo que sucedió, pero hasta este momento no tenemos respuestas por parte de las autoridades.
Una táctica de deslegitimación
Las demás teorías y explicaciones que circulan en redes solo pretenden ganar audiencia, clics, likes o se limitan a condenar a los exfuncionarios sin indagatoria, investigación o debido proceso.
Y esto a su vez sugiere que estamos ante una estrategia con matices políticos y donde pesan la envidia, la rabia o el odio.
Por eso me es válido pensar que Laura Sarabia podría haber sido el blanco de ataques debido a su posición en el actual gobierno, y, por ende, su cercanía con el presidente Petro. En pocas palabras, su notoriedad pudo dar lugar a un plan para deslegitimarla.
La psicología y la teoría de la comunicación señalan que los medios fortalecen o debilitan un determinado sistema de creencias; por eso los escándalos se pueden presentar de una manera que confirme y refuerce los prejuicios de determinados sectores de opinión, sectores que a su vez arraigan sus creencias en su propios intereses políticos o económicos.
De esta manera los mensajes que circulan en las redes sociales y en los medios de comunicación corresponden a estrategias comunicativas que maximizan o minimizan el impacto emocional resultante de un suceso determinado.

El relato acerca de Marelbys Meza
Lejos de mí está negar la gravedad de lo ocurrido, y por lo mismo reclamar que se concluyan las investigaciones.
Como analista anoto sin embargo que los lectores se identificaron o simpatizaron con la exniñera —que hoy es simple o familiarmente conocida como “Mary” — gracias a la humanización de su relato y a la maximización de las emociones negativas alrededor del abuso de poder.
También fueron fundamentales la exaltación de los supuestos intereses políticos de Armando Benedetti y el ataque a los valores representados por Sarabia. Utilizar el caso para indicar que estos valores —juventud, transparencia, idoneidad y meritocracia— no correspondían a la realidad, es atentar contra uno de los pilares del gobierno del cambio.
La psicología y la teoría de la comunicación señalan que los medios fortalecen o debilitan un determinado sistema de creencias; por eso los escándalos se pueden presentar de una manera que confirme y refuerce los prejuicios de determinados sectores de opinión, sectores que a su vez arraigan sus creencias en su propios intereses políticos o económicos.
Estos principios son vitales porque el votante joven avivó el ciberactivismo durante la campaña del Pacto Histórico para el Congreso y la Presidencia. No obstante, según el Séptimo Estudio de Percepción de Jóvenes, financiado por la Universidad del Rosario y realizado por Cifras y Conceptos, de 2044 jóvenes encuestados en 12 ciudades del país, el 54% no votaría por un candidato cercano al gobierno de Petro.
Sumada a la anulación de la elección del contralor, el dificultoso avance de las reformas, los frenos al Plan Nacional de Desarrollo, las fallas en el proceso de paz con el ELN y el hostigamiento de los órganos de control a la bancada del Pacto Histórico, el presidente ahora debe lidiar con la pérdida de un miembro de su círculo más íntimo.
El caso de Laura Sarabia, sumando a otros acontecimientos desafortunados, pone en evidencia los errores en la comunicación política del gobierno. Sobre todo, teniendo en cuenta que Gustavo Petro es el líder político más mediático de los últimos veinte años en Colombia.
Por último, se puede afirmar que a través de los medios de comunicación y las redes sociales se maximizó una serie de emociones que promovían la deslegitimación política del proyecto del primer gobierno de izquierda en nuestro país.