Cartagena, una ciudad dual que crece contra los pobres - Razón Pública
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Cartagena, una ciudad dual que crece contra los pobres

Escrito por Fernando Guerra
Mercado de Bazurto, Cartagena

Mercado de Bazurto, Cartagena

Fernando_GuerraLa Heroica es una de las ciudades colombianas con más desigualdad social y discriminación racial. Este ejemplo de “ciudad dual” muestra cómo el desarrollo mercantil no es suficiente cuando se deja de lado el bienestar de la población.

Fernando Guerra Rincón*

Especial sobre pobreza

Una carretera de contrastes

Cuando se llega a Cartagena procedente de Barranquilla por la carretera al mar, impresiona la cantidad de nuevos proyectos urbanísticos que han ido expulsando a los habitantes de la Boquilla, un corregimiento que en tiempos coloniales albergaba a indígenas caribes y que luego fue ocupado por emigrantes de San Onofre, Sucre y otros municipios pobres de Bolívar, como Rocha y Villanueva.

La población de la Boquilla es casi totalmente afrodescendiente y vive en condiciones de pobreza, con ancestros que han habitado durante doscientos años este territorio. El antiguo corregimiento es ahora casi imperceptible desde la vía, dado que sus moradores están siendo desalojados para construir apartamentos de lujo. Ese contraste evidente se repite en buena parte de la carretera: apartamentos de estrato seis y clubes de golf conviven con barrios de bajos recursos.

El desplazamiento de la población negra ha sido un comportamiento histórico de las élites “blancas” cartageneras, que ha estado ligado a las necesidades de sus negocios, principalmente a la expansión urbana de la ciudad.

Además de este desalojo de los habitantes pobres de la Boquilla, el mercado inmobiliario no se ha ajustado a los requisitos ambientales que establecen las normas vigentes, como decir los paramentos obligatorios de separación de los cuerpos de agua.

De esta manera en Cartagena la ley y la naturaleza han sido depredadas ante la mirada complaciente de las autoridades. Por eso Rafael Vergara ha denunciado de manera persistente los desafueros que se han cometido contra la Ciénaga de la Virgen, considerada patrimonio natural del país.

Ciudad dual, ciudad discriminadora

Construcciones en Cartagena
Construcciones en Cartagena
Foto: Secretaría de Hacienda Pública del Distrito de Cartagena

Las manifestaciones de la Cartagena dual no paran allí.

Cuando se llega en avión a la ciudad, se puede observar junto al mar una enorme área industrial, una de las más importantes del país, donde funcionan una petroquímica, una moderna refinería, cervecerías, cementeras, pesqueras, astilleros, empresas de servicios y logística, así como la infraestructura portuaria de la ciudad.

El progreso de este núcleo empresarial contrasta con la pobreza de Pasacaballos, un barrio aledaño a esta pujante zona industrial. De este modo, el encanto del paisaje marino se corta abruptamente antes de aterrizar, cuando el viajero ve con asombro los barrios pobres que se adentran en la Ciénaga de la Virgen.

Apartamentos de estrato seis y clubes de golf conviven con barrios de bajos recursos.

Por donde se camine en La Heroica se observa esta enorme disparidad: una riqueza concentrada en manos de una élite blanca frente a la miseria de la población negra, que trata de ganarse la vida en las aceras y edificaciones del centro amurallado, uno de los sectores más exclusivos del país, y habita en asentamientos urbanos donde ni siquiera hay servicios de alcantarillado, agua potable y recolección de basuras.

Cartagena es la ciudad colombiana con más intensa discriminación étnica y social, según estudios del Ministerio del Interior. Una anécdota lo confirma: hace veinticinco años, cuando se estaba gestionando la creación de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Cartagena, Eduardo Lemaitre Román, junto con algunos de sus vecinos cartageneros, se opuso a que esta funcionara con el argumento de que la universidad se llenaría de negros.

El problema de Cartagena no es su renovado auge económico -basado en el turismo, la actividad portuaria, la industria y la construcción-, sino que este no ha servido para el desarrollo de una ciudad incluyente. De modo que el apogeo de sus actividades económicas no se ha traducido en un mayor bienestar para sus ciudadanos ni en la mejora de sus indicadores sociales, lo que la convierte en una de las ciudades colombianas con mayor proporción de habitantes por debajo de la línea de pobreza e indigencia.

La desigualdad en cifras

Además de la desproporción en el crecimiento económico y social de la ciudad, que resulta evidente con la mirada sobre el paisaje urbano, se pueden constatar varios indicadores  que confirman la idea de un crecimiento desigual.

En el 2016 la pobreza extrema o indigencia aumentó un 1,5 por ciento. En Cartagena más de 55.000 personas viven en la indigencia. Por primera vez en nueve años aumentó la proporción de cartageneros en condición de pobreza monetaria a más de 264.000 personas. Para este mismo periodo, el déficit de vivienda era de 36.840, superior al de 2015. La informalidad laboral fue del 55,3 por ciento  – por encima del promedio de las seis ciudades más importantes del país (48,12 por ciento)-.

Así mismo, la deserción escolar sigue siendo alta y la calidad de la educación no presenta avances; de hecho, varios colegios oficiales pasaron de la categoría C a la D, la más baja en la escala de las pruebas Saber 11.

Por su parte, 3.643 niñas y adolescentes, entre los 10 y 19 años, quedaron embarazadas en el 2016, y los casos de Sida han aumentado considerablemente.

El daño ambiental

Manuel Duque, Alcalde de Cartagena.
Manuel Duque, Alcalde de Cartagena. 
Foto: Ministerio de Vivienda 

Además del entramado de profunda desigualdad social, Cartagena es presa de una enorme vulnerabilidad ambiental, asociada con el cambio climático y agravada por la situación de sus barrios pobres, así como por la presión ejercida por la inmigración rural que estimula el crecimiento desordenado de la ciudad, fundamentalmente en zonas de riesgo de inundación donde habita la población de menores recursos.

La bahía de Cartagena recibe la sedimentación y metales pesados que transporta el Canal del Dique, así como los vertimientos industriales de la zona de Mamonal y los residuos contaminantes de la actividad marítima y portuaria. La falta de reacción y planificación son fuente de nuevas amenazas para la población.

Retos y posibilidades

La mayoría de la población cartagenera tiene un bajo nivel educativo lo cual, junto con la falta de recursos, la convierte en presa fácil para los políticos inescrupulosos. De este modo, la elección popular de alcaldes se ha vuelto un gran festín de los recursos públicos. Por su parte, la élite cartagenera está inmersa en grandes escándalos de corrupción y generalmente no se ocupa de los problemas de la ciudad.

La inestabilidad en el Palacio de la Aduana complica la lucha contra la pobreza y el avance  de programas estatales para mejorar las condiciones de vida en la ciudad. Lo que está pasando con el destituido alcalde Manuel Vicente Duque, escándalo en el que están implicados la contralora distrital y buena parte de los concejales, no es más que la prolongación de un mal enquistado en lo más profundo del corazón administrativo del Corralito de Piedra.

Por donde se camine en La Heroica se observa esta enorme disparidad: una riqueza concentrada en manos de una élite blanca frente a la miseria de la población negra.

Frente a estas situaciones adversas existen diferentes potencialidades. El Viaducto del Gran Manglar, que se tiende sobre la Ciénaga de la Virgen, y la construcción del Puente Pumarejo en Barranquilla son la confirmación del auge económico no solo de Cartagena, sino de Barranquilla y Santa Marta, ciudades que podrían experimentar un proceso de conurbación que en unas dos o tres décadas  haría posible la configuración una enorme área urbana de diez millones de habitantes.

Esta gran área urbana podría funcionar con un mega-aeropuerto, una red de trenes rápidos, una eficiente conectividad digital y con vías que le permitirían aprovechar las ventajas de la aglomeración y las economías de escala, para alinearse con la tendencia mundial de las  megaciudades costeras, que tienen en el mar el eje de su economía y vida social, y donde vivirá, en el 2030, el setenta por ciento de la población mundial.

Cartagena, al lado de Barranquilla y Santa Marta, tiene grandes oportunidades de desarrollo para construir una gran área urbana que genere no solo crecimiento, sino bienestar. Entonces, Ciudad Caribe, la iniciativa de la ANDI, apunta en la dirección correcta.

* Economista, magíster en Estudios Políticos y Económicos de la Universidad del Norte, profesor universitario y autor de varios libros, entre ellos, La geopolítica del petróleo y el cambio climático, Universidad de Antioquia, 2010.

 

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