El carriel antioqueño ¿patrimonio cultural de la nación? - Razón Pública
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El carriel antioqueño ¿patrimonio cultural de la nación?

Escrito por Pedro Adrián Zuluaga

De “Colombia es pasión” a “Colombia es trabajo”. Sentido y sinsentido de un proyecto de ley que ha causado polémica desde distintos ángulos.

 Pedro Adrián Zuluaga*

Entrevista

A propósito del proyecto de ley que declara al carriel antioqueño como un bien de interés cultural de la nación, hablamos con Pedro Adrián Zuluaga, el reconocido crítico cultural que lanzó recientemente el libro Qué es ser antioqueño.

Además de hablarnos de la historia y la evolución de uno de los objetos más icónicos de la región antioqueña, Zuluaga reflexionó sobre la identidad colombiana y sobre los efectos que este proyecto podría tener sobre ella.

¿Cuál es la historia del carriel y por qué es importante para los antioqueños?

Hay varias hipótesis sobre el origen y la evolución del carriel. Algunos afirman que es una adaptación de las alforjas de cuero españolas que se usaban en la región antioqueña desde tiempos de la colonia. Otros aseguran que se trata de una imitación de un bolso escocés, y que su nombre es una derivación de la expresión en inglés que resumía su función: «carry all» (llevar todo). También se cree que este tipo de bolso se conoció en la región con los mineros que José Celestino Mutis llevó para trabajar en Anserma.

¿Cuál es su significado para la identidad antioqueña?

El carriel, que inicialmente se fabricaba con piel de animales silvestres como la nutria o el tigrillo, está asociado con las economías predominantes de los antioqueños y de los pueblos que colonizaron. Entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XX, la región antioqueña pasó de ser una de las más pobres del país a una de las más prósperas. El carriel fue usado por arrieros, guaqueros, mineros, agricultores y ganadores, y expresa la capacidad que todos ellos tuvieron para encontrar soluciones eficaces a desafíos concretos de la supervivencia. En ese sentido, podemos afirmar que el carriel es una manifestación material del ingenio antioqueño.

¿Por qué hablas de pueblos antioqueños y no de Antioquia?

Porque no me refiero a la Antoquia actual, sino al complejo entramado cultural de la época de la colonización antioqueña del suroccidente colombiano. Si bien este fue un movimiento modernizador y transformó la propiedad y el uso de la tierra en el siglo XIX, hoy es objeto de muchas disputas históricas por los numerosos despojos y violencias que trajo consigo.

El carriel es una manifestación material del ingenio antioqueño.

Pero volviendo al carriel: su uso, vinculado a las economías dominantes de la región, declinó cuando estas economías se diversificaron y la riqueza obtenida se invirtió en el desarrollo industrial y la urbanización. El carriel no dejó de usarse entre algunas poblaciones campesinas; en otros grupos sociales se convirtió en un objeto que encarnaba la nostalgia de un pasado perdido.

De esa forma, se reunieron las condiciones necesarias para su patrimonialización: la fabricación realizada por pequeñas comunidades de artesanos (especialmente en Jericó y Envigado) y la acumulación de varios sentidos simbólicos a su alrededor.

La idea de Antioquia como república independiente

Foto: Alcaldía Municipal de Aguadas Caldas
La idea de Antioquia como república independiente es una expresión del anti-antioqueñismo

Puede leer: Antioquia: entre la tradición y la política emergente

¿Qué piensas del proyecto de ley aprobado por la Cámara?

Muchos de los que reaccionaron en contra del proyecto redujeron el carriel de forma oportunista a ideologías recientes como el paramilitarismo o economías como las de los pagadiarios. Algunos afirmaron que se trata de un símbolo que promueve el maltrato animal, ignorando que sus materiales de fabricación se han transformado con el paso del tiempo. Otros objetaron que no era un proyecto oportuno en este momento, y se prendieron las alarmas por los posibles intereses ideológicos de la iniciativa encabezada por congresistas de la bancada uribista.

Personalmente, creo que más que inoportuno, se trata de un proyecto que no está bien justificado en términos técnicos, y que se salta el debido proceso, pues la entidad encargada de tramitar la declaración de un bien de interés cultural es el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y no la Cámara de Representantes.

Así mismo, considero que más que un bien de interés cultural, el carriel debería entrar a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial en la que están, por ejemplo, los silleteros antioqueños y cuatro municipios involucrados en esta práctica, pues la lista en cuestión se encarga de proteger la práctica cultural completa (saberes, conocimientos, técnicas, etc.), y no solo el objeto material. Por todas estas razones, creo que este proyecto no es más que un monumento a la improvisación.

En definitiva, reconozco y rescato el enorme valor simbólico y patrimonial del carriel, pero pienso que esta iniciativa será poco más que una Ley de Honores que no logrará más que declarar el 15 de agosto como el día del carriel y pedirle al Banco de la República que emita una moneda conmemorativa.

¿Qué piensas de la idea de Antioquia como una república independiente?

La idea de Antioquia como república independiente es una de las tantas caricaturas de la región producto de un anti-antioqueñismo cerril. Para desmentirla, basta recordar que nunca ha habido una propuesta seria de una república independiente antioqueña, y que esa idea no debe ser confundida con las propuestas federalistas que tuvieron una amplia difusión en la segunda mitad del siglo XIX.

Si bien las élites antioqueñas han perseguido una autonomía que se sustenta en la naturaleza de sus prácticas económicas, también han buscado (con mucho éxito) tomarse el poder del Estado, no separarse de Colombia. Así que detrás de los reclamos federalistas, hay tensión entre el escepticismo frente al Estado, el deseo de apoderarse de él, y la convicción de que el Estado debería intervenir lo menos posible en la vida de los ciudadanos. Ese deseo de autonomía no se contradice con la voluntad de dominio y poder de los antioqueños, es decir con su ethos expansivo y colonizador, lo cual ha determinado la ambivalencia con la que los antioqueños somos percibidos en el resto del país.

El carriel como patrimonio cultural

Foto: Flick
Este tipo de bolso estuvo asociado a las economías predominantes de los antioqueños.

¿Crees que hay cierta resistencia en el resto del país frente a la cultura antioqueña? ¿Sucede lo mismo con otras regiones?

La ambivalencia frente a lo antioqueño es de doble vía: del resto de colombianos hacia nosotros, y de nosotros hacia el resto de colombianos. En el primer caso, no solo hay resistencia hacia Antioquia, sino admiración y fascinación. Existe un mito de cierta “excepcionalidad antioqueña” que, paradójicamente, ha sido ampliamente aceptado fuera de Antioquia y ampliamente criticado dentro de la región.

Como en el imaginario popular, y no sin razones para ello, los antioqueños somos asociados a temperamento fuerte, es común que se nos tilde también de victimarios, autoritarios, cerriles e intolerantes. En resumen, nos ven como perpetradores de la violencia material y simbólica. Esto es, por supuesto, una generalización grosera que, sin embargo, ha hecho carrera entre la doxa progresista, como lo demostraron las opiniones de Daniel Samper Ospina y Antonio Morales cuando el proyecto fue aprobado por la Cámara.

En contraste, las culturas caribeñas son percibidas por el resto del país como víctimas que poseen una desbordante imaginación musical y literaria. Son, sin duda, mucho más fáciles de idealizar que las culturas antioqueñas.

¿Crees que el reconocimiento del carriel como patrimonio cultural le aportaría algo al país?

Sí, creo que representaría un aporte para los fabricantes del carriel que, como es lógico, dependen de una economía bastante frágil. Según el representante a la Cámara Juan Fernando Espinal, entre esos fabricantes se cuentan 30 familias en Jericó y otras tantas en Envigado, Itagüí y San Pedro de los Milagros.

Otro aspecto importante del proyecto en cuestión es que parece formar parte de una iniciativa más grande: descaribeñizar la identidad nacional, un marcado sesgo cultural que tomó mucha fuerza en los últimos años y se consagró gracias a la campaña publicitaria “Colombia es pasión” lanzada en 2005 durante el primer gobierno de Álvaro Uribe.

Desde ese entonces, Colombia ha alineado su identidad cultural con valores caribeños como la fiesta y la sensualidad. La pasión de la campaña publicitaria hace referencia a la sexualidad, y de manera menos evidente, a la violencia y el sacrificio en un momento en el que uno de los relatos dominantes sobre Colombia era el narcotráfico.

Lo que quiero decir es que quizá el proyecto del carriel participa, de manera sinuosa o incluso inconsciente, de una especie de reformulación del relato nacional que viene fraguándose desde hace tiempo, y que busca apoderarse de las instituciones rectoras de la memoria y del orden simbólico.

Aunque el proyecto del carriel parece inoportuno en tiempos de pandemia, es posible que capte un impulso que lleva años cocinándose: pasar de la pasión desbordada y el gasto, al trabajo y al recogimiento. Sin duda, la cultura antioqueña podría ser utilizada para lograr esa transformación ideológica.

*Periodista y crítico de cine. Twitter: @pedroazuluaga

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