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Buscando una narración terapéutica de la nación

Escrito por Diana Isabel Molina

El escritor colombiano Gustavo Forero Quintero.

Diana Isabel MolinaUn libro y una película coinciden en su crítica a las formas de conocimiento y a los discursos de identidad de la nación moderna y proponen nuevas formas de acercarnos al pasado y a lo que somos a través del arte y la mitología.

Diana Isabel Molina Rodríguez*

El mito del mestizaje en la novela histórica de Germán Espinosa

Gustavo Forero Quintero

Universidad Externado de Colombia

2015

El abrazo de la serpiente

Ciro Guerra

2015

La escritura de Dios

Hay un viejo relato sobre conocimiento, sabiduría y ciencia en el hombre moderno que nos habla sobre los afanes por entenderlo todo y por obtener y acumular conocimiento científico, filosófico y estético, al precio que sea necesario.

Se trata de la historia del Demiurgo de Platón, el dios originario que en los primeros tiempos representó el orden y dirigió los hilos del destino del mundo y de la materia según su voluntad “afortunadamente racional”.

Este dios permanece ilegible en la naturaleza, en especial para quienes la ven superficialmente, y nos exige una observación metódica y exhaustiva como condición para encontrar los códigos de su secreto lenguaje cifrado. Jorge Luis Borges describió esta idea así: “falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias del secreto diccionario de Dios”.

El científico moderno se da justamente a la tarea de descifrar y develar ese secreto lenguaje a través de leyes científicas, generalizadas, fijas y predecibles. La ley de la gravitación, por ejemplo, no se inventó sino que se descubrió después de observar con cuidado en la naturaleza la caída de los cuerpos.

El iusnaturalismo intentó algo similar para dar soporte a las leyes civiles de los Estados – nación y las teorías de la proporción quisieron lo mismo para introducir invariables estéticas en el arte renacentista.

Pero con la predicción llega el poder. Si se predicen los fenómenos, si se tiene la capacidad de adelantarse a los hechos, entonces pueden manejarse los hilos de la supervivencia para toda la especie, lo cual otorga unas condiciones privilegiadas sobre el resto de los hombres.

Estas dos obras proponen una narración terapéutica de origen latinoamericano.

Sin duda, la predicción es una de las mejores estrategias adaptativas que tienen los seres humanos respecto al resto de los seres de la naturaleza. No obstante, su búsqueda olvida los límites de la ética, el respeto y la honestidad con los otros hombres y seres del mundo.

Por eso, la imposición de ciertas posturas como ciertas, absolutas, verdaderas y sagradas,  no puede calificarse sino como bárbara, macabra y atroz.  

Dos obras, un tema

Ciro guerra, director de “El abrazo de la serpiente”.
Ciro guerra, director de “El abrazo de la serpiente”.
Foto: Casa de América

La película El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra, y el libro El mito del mestizaje en la novela histórica de Germán Espinosa, de Gustavo Forero Quintero, dos obras que se entrecruzan, nos dicen que América Latina está compuesta por los otros hombres del mundo, al otro lado de la colonialidad del saber.  

Estas obras van aún más allá: aseguran que la salida inteligente de la nación latinoamericana para reconstruir el mundo desde el conocimiento es volver a cultivar mitos en vez de más ciencia, en un tiempo cíclico y no lineal, con una estructura narrativa verosímil más que verdadera, que a la vez perdone y sane. Estas dos obras proponen una narración terapéutica de origen latinoamericano para una sociedad violenta y enferma que nos heredó el colonialista de antaño y el imperialista de hoy.

En las dos producciones la narración terapéutica latinoamericana no es pasiva sino militante. En efecto, los dos autores intuyen que la exaltación del mestizo (en el libro) y del indígena (en la película) como nuevos grandes protagonistas de la historia, puede producir un “bloque continental frente al dominio económico y político de las potencias contemporáneas”.

Para lograr esto el primer paso es reelaborar y recordar nuestra historia y nuestro conocimiento violentamente hurtados tras siglos de colonización del territorio.

El latinoamericano de hoy está llamado a “reconstruir el conocimiento con sus propias manos”, resaltan estos autores. Esta es una acción combativa, pues hasta que el latinoamericano no se reconozca en el espejo del tiempo, en su historia (que representa el río en el lenguaje metafórico de la película), jamás hará parte de un proyecto de identidad de nación y estará condenado a ser un “chullachaqui”, un hombre vacío, un aterrador ente sin recuerdos y un creyente fiel de los megaproyectos históricos y científicos continentales.

Las dos obras hacen una crítica a la historia oficial, pues no creen en la manera como han sido contados ciertos hechos. Por eso piden cuentas, especialmente en lo que concierne a los acontecimientos fundadores del concepto de nación.

Narrativa mitológica

El escritor cartagenero Germán Espinosa.
El escritor cartagenero Germán Espinosa.
Foto: Biblioteca Luis Ángel Arango

Su crítica, sin embargo, no se hace desde la historia misma sino desde la literatura, en un tiempo cíclico y mitológico que subordina el tiempo objetivo y lineal de la historia clásica:

“Yo propongo que la literatura propicie un enfrentamiento del ser latinoamericano con el universo, una especie de lucha con el ángel que acabe por revelarnos nuestra identidad última y las formas posibles de nuestro destino intelectual e histórico”, dice al respecto German Espinosa, el novelista estudiado en el libro.

La película, por su parte, emplea toda su fuerza poética para mostrar las múltiples posibilidades no instrumentales del conocimiento y se vale de la metáfora cuando presenta los desaciertos de la razón colonialista e imperialista, los errores y la violencia de la religión judeocristiana, el violento comienzo de las naciones latinoamericanas y la potencia del recuerdo y del saber originario para transformar y sanar el mundo de la vida.

El conocimiento lo hacen también nuestros recuerdos.

Todo esto a través de una narración ahistórica y cíclica que habla del origen de un pueblo, de la llegada de una serpiente desde el cielo, la venida del colonialista, la sumisión, el dolor, la religión y el olvido.

Gustavo Forero lo propone en los siguientes términos para teorizar sobre tal estrategia narrativa: “Como en un mito, el origen de la nación no es una categoría histórica sino que obedece al supuesto esencialista e ideal del mestizo. No alude al conjunto de los habitantes de un país, de un mismo origen étnico, que generalmente hablan el mismo idioma, o a la situación de un colectivo en un momento dado, sino al conflicto eterno entre una comunidad mestiza frente a fuerzas imperiales definitivas”.  

El libro establece que bajo el lente de este tiempo cíclico, la historia que se narra podría ser el espejo del hoy o del ayer. Es por eso que la violencia, el desenfreno y la barbarie del cauchero que se observa en la película pueden ser el espejo del paramilitar o el expropiador del siglo XXI.

El conocimiento lo hacen también nuestros recuerdos, como nos explican estas obras. Por eso, recorriendo el río puede volver a encontrarse este hombre latinoamericano sin memoria (chullillaqui) al que se le ha perdido su pueblo.

También puede encontrarse un elíxir de vida compuesto por narrativas terapéuticas para sociedades enfermas como esta, plagadas de guerra, segregación, ambición y estupidez.

 

* Abogada, docente e investigadora. Magíster en Filosofía de la Universidad del Valle. Miembro del grupo de investigación La Minga. 

 

 

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