Aunque los casos de COVID-19 no parecen mortales como cuando surgió el virus, no podemos olvidar su existencia. El gobierno debe estar atento y dispuesto para un caso similar.
Luis Jorge Hernández Flórez*
¿Qué pasó con el coronavirus?
Durante el mes de noviembre y diciembre de 2022 se unieron varias epidemias respiratorias en Colombia. La primera, un pico de COVID-19. Es normal porque todavía estamos en pandemia y existen oscilaciones en la curva epidémica con aumentos y disminuciones en la ocurrencia de los casos. La situación es propia de una transición pandemia-endemia en el caso de COVID-19.
La Gráfica 1 muestra, primero, el pico de positividad en las muestras en Colombia. Los datos fueron monitoreados por el Instituto Nacional de Salud (INS). En la gráfica se puede observar el porcentaje de pruebas positivas.

El 33 % que se observa en la Gráfica 1 corresponde a los casos positivos que se dieron hasta el 8 de diciembre de 2022. Por otro lado, el 39 % corresponde al 10 de julio de 2022 cuando se dio un pico estacional de COVID-19.
El pico se manifestó con un aumento de morbilidad pero que, hasta el momento, no se tradujo en mayor ocupación de unidades de cuidados intensivos ni en mortalidad por COVID-19.
Por otro lado, en la Gráfica 2, se puede observar el pico respiratorio registrado con los datos del INS.

En la Gráfica 2 se muestra que las hospitalizaciones por Infección Respiratoria Aguda (IRA) en Colombia se sitúan casi desde el segundo trimestre de 2022 por encima del límite superior.
Esto indica una situación de epidemia que se ha prolongado todo el segundo semestre y con tendencia al incremento el último trimestre de 2022.
El pico de IRA se dio especialmente por los siguientes virus: adenovirus, sincitial respiratorio e influenza. Durante la propagación de los virus se han afectado más los niños y niñas menores de 5 años y los adultos mayores de 60 años.
¿Dos picos respiratorios?
Son varias las razones por las que se dieron simultáneamente dos picos respiratorios. Para empezar, una causa fue la disminución de vacunación a la población.
En el caso de COVID-19 las coberturas de vacunación bajaron considerablemente. El Dr. Carlos Álvarez señala que todas las personas mayores de 18 años deberían tener dos dosis y dos refuerzos; los adolescentes, de 12 a 17 años, tener dos dosis y un refuerzo, y los niños de 3 a 11 años deberían tener dos dosis.
En la Gráfica 3 se pueden observar las coberturas registradas por el Ministerio de Salud en el país hasta el 9 de diciembre de 2022.
Las coberturas de primera dosis están en 61,27 % y de esquema completo en 63,77 %, todavía muy distantes de lograr una inmunidad por encima del 90 %.

Definitivamente es necesario que el Ministerio de Salud refuerce la vacunación COVID-19 e integre la dosis al Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI). De esta manera fortalecerá también la cobertura de vacunación contra influenza.
A lo anterior se agrega que, si bien se sabe que las vacunas protegen contra formas graves de COVID-19, no lo es tanto contra las formas leves y moderadas. Así mismo la respuesta inmune disminuye a los 6 meses de colocada la última dosis.
Otra razón que influyó en los dos picos respiratorios fue la aparición de nuevas variantes del virus y la necesidad de vacunar con dosis de segunda generación-bivalentes.
Aunque durante varias semanas el INS identificó que las subvariantes de ómicron más predominantes en el país eran la BA.4 y la BA.5, asociadas a mayor capacidad de transmisión, se reconoció que a finales de octubre de 2022 la tendencia empezó a cambiar.
Se trató de unas subvariantes denominadas BQ.1 y BQ1.1 que lograron evadir la respuesta inmunológica, lo que causó revuelo a nivel internacional. Estas variantes fueron detectadas en otros países de la región como Chile y México.
Los últimos registros que tiene el INS de estas subvariantes apuntan a que representa cerca del 34,6 % de los nuevos contagios de coronavirus en el país.
En otras palabras, uno de cada tres colombianos que se enferman de COVID-19 actualmente se contagian de las subvariantes. Afortunadamente, la variante no ha mostrado ser más agresiva o letal.
Es de recordar que las vacunas COVID-19 existentes en el país son contra las llamadas “variantes ancestrales”, es decir, anteriores a la subvariante ómicron. Hay que aclarar que claro que sí sirven, pero es importante que el Ministerio de Salud gestione el ingreso de vacunas de segunda generación o bivalentes.
Sin duda, la vacunación contra COVID-19 llegó para quedarse y todos debemos vacunarnos cada 6 meses o cada año. Se trata de una vacuna que va a ser estacional como la de influenza.
Colombia debe ser parte también de la cadena de producción de vacunas ya que la necesidad de disponer de dosis actualizadas es una prioridad estratégica. Chile, México y Brasil ya lo están haciendo. Por eso todavía estamos muy atrás en cuanto al desarrollo biotecnológico.
Por último, otro factor que afectó en los dos picos respiratorios en el país fue la prolongación de la temporada de lluvias en Colombia. Así como el menor uso del tapabocas y de la contaminación del aire por material particulado.
Los anteriores factores favorecieron, y favorecen, a la transmisión de todos los virus respiratorios por fenómenos ecológicos. Ahora las personas están más juntas, se ventilan menos los espacios y se favorece la transmisión de virus persona a persona mediante aerosoles.

¿Qué hacer con este panorama?
El Ministerio de Salud y el INS deben cambiar de estrategia frente al COVID-19 porque continúan con intervenciones no propicias. Algunas heredadas del gobierno anterior, como continuar con un abordaje de “mitigación” frente a la pandemia. Es decir, la incesante búsqueda de “aplanar la curva” de casos para evitar el colapso de los servicios de salud.
Se recomienda diseñar una estrategia para la “eliminación de la transmisión”. Consistiría en evitar el contagio en áreas localizadas para cortar las cadenas de transmisión. De esta manera se actuaría lo más rápido posible para identificar y aislar los contactos.
Sin embargo, esta estrategia no funcionó plenamente en el gobierno anterior y es de esperar que ahora sí funcione a medida que se fortalezcan los equipos de vigilancia epidemiológica en los municipios y departamentos.
A esto hay que agregarle la necesidad de hacer vigilancia centinela de COVID-19, es decir, tener ventanas de información en persona asintomáticas, sintomáticas leves y en general en personas con alta movilidad en la calle, como estudiantes, conductores, mensajeros, personal de seguridad, vendedores, migrantes, entre otras.
Actualmente no se hace vigilancia centinela del virus, por lo cual es clave que el INS refuerce y actualice sus estrategias de vigilancia epidemiológica. Esto incluye la vigilancia genómica y la fármaco-inmunovigilancia, y así poder evaluar la efectividad de las vacunas en nuestro contexto nacional.
Epílogo: los tapabocas
Se recomienda que el Ministerio de Salud no caiga en tentaciones policivas que no sirven, como solicitar carné de vacunación nuevamente y menos cuarentenas.
Por otro lado, sí se recomienda mantener el uso del tapabocas en personas adultas mayores, personas con enfermedades respiratorias, personas con patología crónica o inmunodepresión. Así como en los casos sospechosos, confirmados de COVID-19 o con síntomas respiratorios.
A su vez, es recomendable continuar con el uso del cubrebocas en el transporte público, espacios cerrados y/o lugares poco ventilados o aglomerados.
Finalmente, como se explicó a través del artículo, los contagios del virus siguen con picos a pesar de que la epidemia/pandemia se haya normalizado. Por eso, es necesario considerar el uso voluntario del tapabocas en espacios abiertos, sin aglomeraciones y con buena distancia entre personas.
Hay que mantener las medidas de higiene y protección, como el lavado frecuente de las manos o la limpieza de los espacios comunitarios. El gobierno debe atender a los picos presentados en todo el país.