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Bogotá: estratificar para cohesionar

Escrito por Óscar A. Alfonso R
panoramica Bogota

Oscar AlfonsoHay hogares con ingresos elevados que residen en barrios de hogares predominantemente pobres ¿Es pernicioso que esos hogares reciban los mismos subsidios del Estado? *

Óscar A. Alfonso R. **

ExternadoPaís dividido, ciudades divididas

Sobre Colombia pesa una profunda fragmentación cuyo resultado más conspicuo, en los términos de Marco Palacio y Frank Safford, es una sociedad dividida.

Esa falta de cohesión social explica la exclusión persistente de millones de colombianos de los beneficios del desarrollo y, por ende, explica la violencia como mecanismo de resolución de los conflictos en medio de una sociedad tan desigual.

Carente de liderazgos y plagada de cacicazgos, esa sociedad dividida ha depositado en un Estado, cada vez más burocrático y pesado, las posibilidades de lograr la inclusión mediante la redistribución de la riqueza y los ingresos, con la ayuda de políticas que corrijan los tratamientos inequitativos que impiden mejorar el tejido social, producir un hábitat aceptable y reducir la segregación sociolaboral, entre los problemas más agobiantes.

Sobre los residentes en Bogotá, la metrópoli nacional, al igual que sobre los de las otras grandes ciudades colombianas, también pesa esa ausencia de cohesión social.

Intervenir sobre los determinantes de la fragmentación social no ha sido del interés explícito de los diseñadores y tomadores de decisión en materia de desarrollo urbano. Por el contrario, se han diseñado estrategias para profundizarlas, como en el caso del desplazamiento hacia la periferia de los residentes en las zonas intervenidas so pretexto de la renovación, por ejemplo.

La pobreza y el lugar de residencia

Pocos instrumentos como la estratificación socioeconómica están al servicio de la cohesión social y, sin embargo, su empleo ha sido errático y por ello sus logros son precarios, además que, de manera muy generalizada, se ha empleado para estigmatizar al citadino, ora por muy plebe, ora por muy encopetado.

Estratificación en Bogota

Foto: Alcaldía de Bogotá.
Estratificación en Bogotá

Bajo estas circunstancias, la reforma a la estratificación socioeconómica en Bogotá se ha presentado en los medios como una cruzada de la administración contra los ricos que viven en barrios de pobres. Estos ricos estarían recibiendo subsidios que no necesitan, y por eso habría que cambiar la metodología basada en las características de la vivienda y el entorno urbanístico por otra que considere apenas la capacidad de pago de los hogares.

La reforma a la estratificación socioeconómica en Bogotá se ha presentado en los medios como una cruzada de la administración contra los ricos que viven en barrios de pobres.

Ninguna metodología goza de prestigio universal debido a las complejidades sociales de nuestras metrópolis, más no por ello se deben dejar de advertir los inconvenientes que generan incluso las más justicieras como la que se propone.

El bien que hacen los ricos

Bogotá es la tercera ciudad más desigual de Colombia, con un coeficiente de 0,504, que solo es superado por los de Riohacha (0,529) y Quibdó (0,528). Cuando la unidad de observación es el hogar y se emplea el gasto en lugar del ingreso se obtiene una medida más precisa que, aunque un tanto menor (0,436) sigue revelando la gravedad del fenómeno.

La proporción de habitantes en situación de pobreza en Bogotá (12,4%) es la segunda más baja del país, superada sólo por Manizales (11,9%).

Suele decirse que los pobres en Bogotá lo son porque se acostumbraron a vivir de los subsidios del Estado. Quienes creen en este mito desconocen planos decisivos de la vida de las personas en los barrios populares, tales como las prácticas de subsistencia.

El fiado en la tienda del barrio es una de esas maneras que, además de suplir eficazmente las deficiencias en el ingreso de los hogares para evitar que sus miembros pasen hambre, produce externalidades sociales positivas como el afianzamiento de la solidaridad.

La palabra empeñada es la única garantía exigida por el tendero que administra con lápiz y cuaderno su negocio, sumando a la lista el precio del mercado diario y anotando los eventuales abonos que le realizan. Es, además, un consumo de bajísima escala que ninguna cadena de almacenes, por más descuentos que ofrezca, logrará suplir como lo hace el tendero: un gajo de cebolla, dos tomates, una pastilla de caldo de gallina y, en fin, hasta fósforos por unidad.

Cómo asegurar equidad y transparencia en los subsidios

Foto: Alcaldía de Bogotá
¿Cómo asegurar equidad y transparencia en los subsidios?

Que el tendero sea el más rico del barrio, o uno de ellos, no es el problema. La cuestión fundamental es que siga haciendo lo que hace y, ojalá, extienda el número de beneficiarios en el cuaderno.

Mejor aún, que haya más tenderos, y no menos, supliendo con el fiado las deficiencias temporales de ingreso de los hogares pobres. Ante la magnitud de la tarea que realizan, el subsidio que reciben en el consumo básico de los servicios públicos y colectivos domiciliarios, es un magro reconocimiento a un personaje que, por supuesto, no suplanta al Estado pero que, en cambio, evita que los desempleados caigan en las redes de los usureros, agiotistas o de prestamistas violentos como los del “gota a gota”.

Al igual que el tendero, hay figuras como los dueños del taller de confecciones que contratan a costureras del barrio, quienes alquilan un piso de la vivienda a familias que no cuentan con fiadores ni extractos bancarios que demuestren una solvencia económica inexistente, o el dueño de la bodega en Corabastos, que honran el principio constitucional de la función de la propiedad que deben ser estimulados para que eviten que la fragmentación social siga reproduciéndose y, con ella, sus externalidades negativas tales como la inseguridad y la violencia.

Puede leer: El precariado: la nueva clase social.

Un instrumento limitado

Como se aprecia en el Cuadro 1, el 3,6 por ciento de los hogares bogotanos de los dos deciles con mayor solvencia económica pertenecen a los estratos bajos. Son 97.010 hogares de los 2´697.328 considerados. En el otro extremo, el 0,7 por ciento de los hogares pertenecen a los cinco primeros deciles menos solventes y se localizan en los estratos altos. A este grupo pertenecen, entre otros, hogares cuyos jefes dedicaron buena parte de sus esfuerzos laborales a la adquisición de la vivienda y que, al ingresar a su etapa de jubilación, su ingreso se deterioró a tal punto que hoy por hoy engrosan la lista de morosos de la Secretaría de Hacienda por predial y contribución de valorización.

Cuadro 1. Distribución de los hogares (%) según la estratificación socioeconómica y la concentración del gasto, Bogotá 2017*

Deciles del gasto

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

Total

Estrato socioeconómico

1

1,7

1,5

1,3

1,0

0,8

0,6

0,5

0,3

0,2

0,1

7,9

2

5,2

5,4

5,3

5,0

4,4

4,1

3,2

2,6

2,2

1,1

38,6

3

2,3

2,9

3,3

3,6

4,0

4,2

4,3

4,5

4,5

3,6

37,2

4

0,1

0,2

0,3

0,4

0,6

0,9

1,3

1,6

2,0

3,1

10,5

5

0,0

0,0

0,0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,6

0,7

1,4

3,7

6

0,0

0,1

0,1

0,2

0,1

0,1

0,2

0,3

0,4

0,7

2,2

Total

9,4

10,1

10,3

10,2

10,1

10,2

9,9

9,9

10,0

9,8

100,0

Fuente: Elaborada sobre la base de microdatos de la Encuesta Multipropósito 2017, DANE – Alcaldía Mayor de Bogotá; (*) Se excluyen los hogares que habitan viviendas sin estratificar.

Bogotá es la tercera ciudad más desigual de Colombia.

Finalmente, el Cuadro 2 confirma la inexistencia de los criterios de solidaridad y redistribución en el cobro de los servicios públicos y colectivos domiciliarios que se previeron en la Constitución de 1991 pues, en efecto, hay una asociación inversa entre la concentración del gasto y la proporción del gasto en servicios públicos y colectivos domiciliarios.

Cuadro 2. Proporción (%) del gasto en servicios públicos y colectivos domiciliarios en el gasto total de los hogares por decil del gasto, Bogotá 2017

Acueducto y alcantarillado

Gas domiciliario

Energía eléctrica

Recolección y disposición final de residuos sólidos

Total

1

10,7

3,8

7,2

2,4

24,1

2

8,7

2,8

5,7

2,0

19,2

3

7,8

2,3

4,9

1,7

16,7

4

7,0

2,0

4,4

1,6

14,9

5

6,2

1,7

3,8

1,4

13,1

6

5,5

1,5

3,2

1,2

11,4

7

4,6

1,2

2,7

1,0

9,4

8

3,6

0,9

2,1

0,8

7,4

9

2,5

0,6

1,4

0,5

5,1

10

1,2

0,3

0,6

0,2

2,4

Total

3,0

0,8

1,8

0,7

6,2

Fuente: Elaborada con base en microdatos de la Encuesta Multipropósito 2017, DANE – Alcaldía Mayor de Bogotá.

La estratificación socioeconómica no ha permitido honrar tales criterios, de manera que los llamados auxilios son magros en vista de tal concentración. Es evidente, además, que una cruzada contra los ricos que residen en los barrios pobres no resuelve semejante inequidad.

Le recomendamos: Separados y desiguales: educación y clase social en Colombia.

Una estratificación que promueva la cohesión social no puede limitarse a considerar la capacidad de pago. Existen opciones complementarias que promueven mayor equidad y transparencia en los subsidios estatales y, en especial, cohesión social.

Revísese, sin ir muy lejos, la clasificación de clases alta, media y popular, dentro de la cual es posible distinguir por categoría socio-ocupacional a los perceptores de ingresos, metodología ampliamente analizada y presentada en La estratificación en Bogotá: impacto social y alternativas para asignar subsidios de la Secretaría de Planeación Distrital.

* Este artículo es parte de la alianza entre Razón Pública y la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.

**Doctor en Planeamiento Urbano y Regional, economista, docente e investigador del grupo Construcción de Estado, Territorio y Paz de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia. Correo electrónico: oscar.alfonso@uexternado.edu.co. Mi colega Sara L. Castro A. apoyó este trabajo, a ella mi agradecimiento.

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