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Barranquilla, Cali y Medellín: elecciones locales y nacionales

Escrito por Juan Pablo Milanese
Juan Pablo Milanese

Juan Pablo MilaneseLos habitantes de estas tres ciudades decidieron sobre sus futuros respectivos, pero además marcaron las tendencias que van a decidir las próximas elecciones presidenciales. Ganó el santismo, perdió el uribismo.   

Juan Pablo Milanese*

 

Preparación de la jornada electoral.

Elecciones nacionales

Pocas veces hubo en Colombia unas elecciones municipales o departamentales que tuvieran tanto significado nacional.

Esto no se debe a la inexistencia de una agenda de debate dentro de las ciudades o las regiones – lo cual está, de hecho, muy lejos de suceder-. Más bien, el panorama que se irá dibujando hasta la próxima elección depende significativamente de los resultados de este domingo.

Aunque tres años sean una eternidad en términos de la política, tanto la extensión como la intensidad del posicionamiento territorial de los dirigentes y de los partidos serán un eje crucial para sus aspiraciones futuras y para la viabilidad de sus proyectos.

El panorama que se irá dibujando hasta la próxima elección depende significativamente de los resultados de este domingo.

En este sentido, los resultados no solo otorgan cargos (entendidos como recursos de poder formal) a aspirantes. Son también un termómetro de preferencias sociales que pueden potenciar, amenazar o incluso acabar carreras, proyectos, propósitos e ideales.

Partiendo de estas premisas, el presente análisis pretende identificar el rendimiento de los diferentes candidatos en tres ciudades principales de Colombia, así como en sus departamentos respectivos. También intento evaluar el escenario de la disputa y algunos de los efectos potenciales de los resultados de estas elecciones. Partiré de una lectura general para luego referirme a las particularidades de cada ciudad.

Ganadores, perdedores

Barranquilla, capital del departamento del Atlántico.
Barranquilla, capital del departamento del Atlántico.
Foto: Juanerre
  • El primer punto que debe destacarse  es el saldo claramente favorable para el gobierno Santos, que se plasmó en su victoria en las tres gobernaciones, en la  Alcaldía de Barranquilla y, parcialmente, en la de Cali.
  • En segundo y de modo paralelo debo resaltar  el fracaso electoral del Centro Democrático, derrotado en Medellín y en Antioquia, y con un pobre desempeño a lo largo de todo el país.
  • Lo tercero es el saldo en cero (aunque con un sabor amargo) del fajardismo, que logró mantenerse a flote gracias a los escasos 9.003 votos que los distanciaron del uribismo en Medellín.

Estas lecturas son también el resultado de lo cada una de estas fuerzas se jugaba en cada distrito. En las elecciones de Medellín y Barranquilla se pusieron en juego aspiraciones vinculadas con la política nacional, mientras que en Cali la lógica local adquirió un peso mayor.

Barranquilla: la más aburrida

Indudablemente el caso que menor número de interrogantes producía antes de la elección era el de Barranquilla. Allí solo faltaba por ver -más por curiosidad que por el efecto político que esto podría tener- si la diferencia entre Alejandro Char y Rafael Segundo Sánchez sería solo exagerada o escandalosamente amplia.

Después de que se diera la segunda opción, no queda más que afirmar que este resultado le otorga al candidato de Cambio Radical el prestigio de dirigente nacional. De hecho, de no mediar algún cataclismo, Char será el compañero de fórmula de Germán Vargas Lleras para la Presidencia.

Y desde el punto de vista de la administración local, esta victoria representa la continuidad del camino abierto por el mismo Char y continuado por Elsa Noguera en uno de los proyectos municipales más exitosos del país.

Por el contrario, el interrogante real se presentó en torno a los resultados de la elección para gobernador, donde la disputa, como se preveía, fue mucho más reñida. Sin embargo, el hecho de que el gobierno nacional tuviera la oportunidad de ganar tanto con Eduardo Verano como con Alfredo Varela le quitó “importancia nacional” y le dio un perfil mucho más regional a esta elección.

Medellín: la más peleada

Por el contrario, la intensidad de la disputa convirtió a Medellín en un escenario mucho más interesante. No solo por lo reñido de los resultados, sino porque allí se ponían en juego la supervivencia de las aspiraciones presidenciales de Sergio Fajardo (que fueron lastimadas pero que no desaparecieron) y la fortaleza territorial del uribismo en su principal bastión electoral.

En relación con este último grupo, fue más evidente que nunca la variación en la fortaleza del movimiento en aquellos casos cuando su líder es candidato y cuando no lo es.

Pero, ¿cuál fue la razón de la victoria de Federico Gutiérrez? La respuesta está en el sistema electoral. Las elecciones uninominales de una sola vuelta tienden a propiciar el comportamiento estratégico de los votantes (lo que en Colombia se conoce  comúnmente como “el voto útil”) en lugar de ejercitar un voto de convicción o sincero.

O sea que ante la posibilidad de que gane “la peor de las opciones”, los votantes abandonan su preferencia óptima y se decantan hacia el segundo con mayores posibilidades. Alonso Salazar fue la “víctima” de este comportamiento estratégico que permitió el triunfo del fajardismo.

Desde el punto de vista de la política local, al igual que en Barranquilla, en Medellín presenciamos la continuidad de otro proyecto exitoso; sin embargo, es posible que comencemos a observar algunos cambios significativos en la agenda, como la prioridad que recibirá la seguridad, sobre todo si tenemos en cuenta el calificativo que Gutiérrez ha recibido en numerosas oportunidades: el más uribista de los fajardistas.

En lo tocante  a la gobernación, la lógica nacional volvió a estar en juego, en este caso contraponiendo al gobierno frente al uribismo, que nuevamente salió derrotado. De esta manera las fuerzas cercanas al presidente Santos lograron un doble triunfo, no solo por obtener la gobernación sino por vencer al líder opositor antiqueño en su propia casa.

Cali: la atípica

Cali, capital del Valle del Cauca.
Cali, capital del Valle del Cauca.
Foto: Alexander Schimmeck

El caso de Cali se distingue notablemente de los anteriores. Primero porque, a diferencia de Barranquilla y Medellín, las alianzas electorales fueron mucho más complejas y no respondieron tan claramente a la lógica nacional.

Por ejemplo, Uribe respaldó a Armitage (férreo defensor del proceso de paz), que simultáneamente contó con el apoyo de Dilian Toro (que diversificó riesgos apostándole a todos los “caballos” potencialmente ganadores), de una parte de Cambio Radical, y de varios dirigentes liberales y conservadores, entre otros. Esa fragmentación de los apoyos ha sido un comportamiento regular en todas las candidaturas a la Alcaldía y demuestra el nivel de atomización de la dirigencia política en la ciudad.

En esta elección acaba de ponerse la primera piedra de la carrera presidencial del 2018

Esto nos muestra que, a diferencia de los casos anteriores, con una dinámica posiblemente más parecida a la de Bogotá, la elección en Cali fue más claramente municipal, pues estaban en juego intereses mucho más locales.

Dentro de este contexto-  y dada la coalición que sostiene a Armitage (cómodo ganador)- puede esperarse una línea de continuidad con el gobierno de Rodrigo Guerrero aunque, posiblemente, con un foco mucho más social.

Por el contrario, la elección a la gobernación del Valle sí adquirió un perfil más nacional, pues enfrentó al Partido de la U, en cabeza de Dilian Francisca Toro, y a la coalición de un movimiento por firmas y el Centro Democrático, liderada por Christian Garcés. La victoria de la primera, aunque por menor margen de lo esperado, mantiene al Valle como fortín del gobierno nacional y proyecta a Garcés como posible cabeza de lista para la Cámara por un Centro Democrático con déficit de líderes.

Consideraciones finales

En esta elección acaba de ponerse la primera piedra de la carrera presidencial del 2018. Si tenemos en cuenta el resultado electoral en las principales ciudades del país, el balance fue positivo para el gobierno, que se anotó el primer punto en una prueba que parece estar reservada para fondistas.

El gobierno amanece el 26 de octubre con un gran predominio territorial, con todo lo que esto significa en términos de manejo de recursos políticos. Aunque todavía quedan muchas disputas internas por resolver.

Mientras tanto, los resultados no sugieren un futuro prometedor para las fuerzas alternativas. El Centro Democrático, gran perdedor de la jornada (junto a la izquierda, aunque esta sea escasamente relevante en los tres casos de nuestro interés) demostró nuevamente la ausencia de liderazgos alternativos al de Álvaro Uribe y los problemas que experimenta a la hora de competir electoralmente sin él.

Mientras tanto, el fajardismo, aun manteniéndose a flote, expuso dificultades con respecto al futuro presidenciable de su principal dirigente.
 

* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Bolonia (Italia),  director de la Maestría en Gobierno y profesor asociado del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad Icesi de Cali. 

twitter1-1 @MilangaCali

 

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