
No son apenas dos discursos, dos intereses, o dos geopolíticas opuestas. Son dos maneras de entender para qué es el Estado y cuál es su papel en una sociedad contemporánea. Y sin embargo la globalización ha puesto a ambos modelos ante una verdadera encrucijada.
Marcela Anzola* – Francisco E. Thoumi**
Dos énfasis, dos historias
Junto con la discusión sobre cómo proceder para profundizar las relaciones entre los dos países – levantamiento del embargo, inicio de intercambios comerciales, futuro de la base de Guantánamo…- en los discursos de Castro y Obama durante su histórico encuentro en La Habana se destaca el contraste entre sus narrativas acerca de la democracia y los derechos humanos. Mientras Obama subrayaba la protección de las libertades, Castro hacía hincapié sobre los derechos sociales (educación, salud…). Para la muestra el siguiente botón:
“Creo que cada persona debe ser igual bajo la ley. Cada niño se merece la dignidad que viene con la educación, la sanidad y los alimentos que tiene sobre la mesa y un techo sobre sus cabezas. Yo creo que los ciudadanos deberían ser libres de expresar sus ideas sin miedo, de organizarse, y de criticar a su gobierno y protestar pacíficamente, y que el estado de derecho no debería incluir detenciones aleatorias de las personas que hacen uso de esos derechos. Yo creo que cada persona debería tener la libertad de practicar su fe de forma pacífica y pública. Y, si, yo creo que los votantes deberían elegir sus gobiernos en elecciones libres y democráticas.” |
“Defendemos los derechos humanos, consideramos que los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales son indivisibles, interdependientes y universales. No concebimos que un gobierno no defienda y garantice el derecho a la salud, la educación, la seguridad social, a la alimentación y el desarrollo, el salario igual por trabajo igual y los derechos de los niños. Nos oponemos a la manipulación política y al doble rasero sobre los derechos humanos. Cuba tiene mucho que decir y qué mostrar en esta materia y por ellos le reiteré al Presidente nuestra disposición a mantener el diálogo que iniciamos”. |
La aceptación de derechos en diversas sociedades depende en mucho de la forma como cada una haya resuelto la tensión entre responsabilidades y derechos o libertades de sus ciudadanos. En el caso de Cuba y Estados Unidos hay un enfrentamiento entre una sociedad socio-céntrica y una individuo-céntrica. Por eso los discursos de sus dos presidentes reflejan dos conjuntos de creencias opuestas sobre el papel del Estado y sobre los procesos de creación y acumulación de riqueza que surgen de las diversas tradiciones y evolución histórica de cada país.
La Cuba socio-céntrica
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La narrativa cubana asocia la riqueza individual con procesos injustos de acumulación personal. Por tanto la respuesta del régimen cubano fue limitar radicalmente las actividades privadas de producción de bienes y servicios, evitando con esto la explotación del hombre por el hombre. Desde esta perspectiva, el Estado debe controlar todos los recursos y distribuir la producción entre los ciudadanos de manera equitativa.
La creatividad individual quedó restringida a las actividades que el Estado decidió promover, especialmente la salud y la educación técnica que permite aprender a hacer cosas, no a pensar y expresar ideas críticas. Este modelo, como todo comunismo, requiere producir un “nuevo ser humano” solidario, capaz de anteponer los intereses de la sociedad a los individuales, familiares, étnicos, raciales, tribales o de clase. Para muestra otros botones:
Constitución de la República de Cuba “Artículo 14o.– En la República de Cuba rige el sistema de economía basado en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción y en la supresión de la explotación del hombre por el hombre. También rige el principio de distribución socialista "de cada cual, según su capacidad, a cada cual según su trabajo". La ley establece las regulaciones que garantizan el efectivo cumplimiento de este principio”. “Artículo 16o.– El Estado organiza, dirige y controla la actividad económica nacional conforme a un plan que garantice el desarrollo programado del país, a fin de fortalecer el sistema socialista, satisfacer cada vez mejor las necesidades materiales y culturales de la sociedad y los ciudadanos, promover el desenvolvimiento de la persona humana y de su dignidad, el avance y la seguridad del país. (…) |
Los Estados Unidos individuo-céntricos
Los discursos de Obama se basan en la experiencia de Estados Unidos derivada de la Ilustración, que buscó destruir la sociedad estratificada del medioevo donde cada persona tenía un papel social que debía cumplir por designio divino. El éxito de la sociedad depende entonces de la libertad para todos los individuos, que permitió a los migrantes europeos a Estados Unidos llevar a cabo una gran revolución industrial, constituir una clase media vigorosa y lograr un desarrollo económico sostenido con expectativas de mayor ingreso personal para cada generación.
La Carta de Derechos, parte de la Constitución de Estados Unidos garantiza, entre otros, las libertades de expresión, de prensa, de religión, de reunión pacífica y de petición al gobierno; el derecho de las personas a tener y portar armas; la protección contra registros e incautaciones irrazonables; el derecho al debido proceso, a la no auto-incriminación y a la propiedad privada; los derechos del acusado y el juicio por jurado; la prohibición de una fianza excesiva para los acusados, al igual que de castigos crueles e inusuales.
Por si eso fuera poco, en Estados Unidos los poderes del gobierno nacional se limitan a aquellos que la Constitución ha transferido a ese gobierno, de modo que:
- La soberanía radica en los Estados, no en el Estado federal, que es apenas un agente de los Estados.
- El gobierno federal tiene tres funciones principales: la seguridad y defensa del país, el control de la moneda (la banca central) y la regulación del comercio internacional y del comercio entre los Estados.
Bajo estas condiciones, el principal objetivo de la Constitución federal en materia de derechos es proteger a los ciudadanos de las acciones del gobierno. Se trata de libertades o derechos “negativos” vale decir, de límites a la acción del Estado. En cambio la Constitución no garantiza libertades o derechos “positivos” como decir al voto, a la salud, a la educación, a la vivienda, al empleo y demás derechos económicos y sociales de “segunda” o de “tercera” generación, los cuales deben ser definidos individualmente por cada uno de los Estados que conforman la Unión americana.
El dilema de Cuba
En el caso cubano, sin duda se logró satisfacer algunos derechos económicos fundamentales, aunque con restricciones muy fuertes al consumismo del mundo capitalista. Pero como en todos los experimentos comunistas, no fue posible crear un “nuevo ser humano” y un gobierno de benévolos incorruptos que solamente promuevan el bien público.
Además, las tecnologías modernas y la globalización requieren muchas más libertades individuales que en el pasado, lo que hace que el concepto de bienestar moderno deba incluirlas. Cuba debe enfrentarse al dilema de mantener una sociedad fosilizada en el pasado o abrirse a la globalización, pero manteniendo el monopolio político del partido comunista, lo cual no es posible en el largo plazo porque la globalización misma genera demandas sociales muy fuertes por libertades políticas y el derecho al disenso.
De ahí las críticas de Obama y su clamor por las libertades. Cuba con Corea del Norte son posiblemente los dos países con mayores restricciones a las libertades individuales y la tecnología moderna hace que sus estructuras sociales sean cada vez más obsoletas. El desafío para esos regímenes es como sobrevivir sin perder el control que han ejercido durante años.
El dilema de Estados Unidos
![]() Plaza de la Revolución en La Habana, Cuba. Foto: Arturo Parvadila III |
El sistema estadounidense ha producido grandes resultados, pero las libertades nunca cubrieron de manera equitativa a los nativos (indígenas), a los inmigrantes involuntarios (descendientes de los esclavos) y a los descendientes de los mestizos mexicanos. Es un país para inmigrantes que se asimilen a la cultura de la mayoría pero no para quienes duden de la superioridad del sistema o de la “excepcionalidad americana”.
En los Estados Unidos tradicionales, la inequidad no es un problema. Pero, como bien lo expresó Obama en su discurso: “En EEUU todavía es posible que alguien como yo, un niño que fue criado por una madre soltera, un niño de raza mixta que no tenía mucho dinero, pueda ir tras de y conseguir el cargo más alto del país. Eso es lo que es posible en EEUU”.
Por eso el gran éxito económico de Trump (obtenido de manera éticamente dudosa) acaba siendo un ejemplo exitoso del “sueño americano” -y no de la inequidad del sistema-. Por eso mismo quienes lo apoyan no buscan promover un “estado de bienestar” como el europeo, sino el retorno a un pasado idealizado que nunca existió, pero que con la globalización y los avances tecnológicos sería aún menos posible de lograr. Solo un grupo, aparentemente minoritario, la cohorte de jóvenes educados, agobiados por el peso de las deudas que contrajeron para financiar su educación universitaria y del estancamiento de los salarios, quisieran un “estado de bienestar” y apoyan a Sanders en la izquierda.
Estados Unidos enfrenta un desafío inverso al desafío de Cuba: cómo enfrentar la globalización y el cambio tecnológico garantizando niveles mínimos de acceso a salud, vivienda, educación, etc., sin sacrificar las libertades que le son caras.
Perspectivas
Para concluir, el énfasis de Obama sobre las libertades sugiere que Estados Unidos espera que Cuba evolucione hacia una sociedad más libre.
Raúl Castro no confrontó a Estados Unidos como lo hacía Fidel años atrás: “ustedes alegan tener libertad, pero esta incluye la libertad de morirse de hambre”. En Estados Unidos hoy el problema de la desigualdad en el ingreso y la riqueza es un asunto candente de política interna, pero Cuba sabe que no puede influir sobre asuntos internos de Estados Unidos.
Como siempre, las repuestas a los problemas de un mundo complejo y con muchos aspectos de caos, son insospechadas y sorprendentes: ¡sin duda el futuro será interesante, aunque en ocasiones pueda no ser placentero!
**Cofundador de Razón Pública. Para ver el perfil del autor, haga clic en este enlace.