Un curioso contrato para enseñar inglés a cinco mil manizaleños vuelve a poner los ojos sobre la corrupción que no deja prosperar a una ciudad con grandes oportunidades. ¿Será posible un cambio en el futuro cercano?
Eduardo Lindarte*
Ciudad de contrastes
Manizales ha sido una ciudad de logros contradictorios.
En estos días acaba de ganar reconocimiento, junto con Curitiba, como las únicas ciudades latinoamericanas sostenibles según el ranking mundial de Arcadis 2022.
En lo político, sin embargo, su evolución ha sido más errática. En el siglo pasado el departamento de Caldas sufrió un fraccionamiento en tres unidades: Caldas, Risaralda y Quindío. Posteriormente la ciudad vivió el renombrado escándalo del Robo a Caldas. ¿Qué hay detrás de esto?
Los malos dirigentes
Manizales, seguramente al igual que muchas otras ciudades colombianas, padeció la falta de claridad a la hora de priorizar una visión sobre los intereses colectivos de la población. Por eso la ciudad nunca tuvo un norte claro, integral y articulado.
Aunque desarrolló diversas iniciativas valiosas y notables, casi siempre fueron el resultado de esfuerzos fragmentados. Esto fue producto de la falta de tradición y reconocimiento histórico que vivió la ciudad.
A esto se sumó que los gremios económicos se abstuvieron de presentar posturas y propuestas efectivas y críticas para dirigir el rumbo de la ciudad.
Durante la primera mitad del siglo XX surgió en Manizales un grupo político y literario conformado por personalidades como Silvio Villegas, Fernando Londoño Londoño y Gilberto Álzate Avendaño, entre otros.
Este grupo, de corte conservador rayano en el fascismo, administró la ciudad de manera arrogante. Nunca pudo admitir la competencia ni se ocupó de instruir sucesores. Por esta razón, ante su agotamiento en los años sesenta, el vacío político fue ocupado por caciques diversos que marcaron la vida local y regional a través de diversos escándalos y judicializaciones.
Trapos sucios
La ciudad no se ha recuperado del todo. El caso judicial más reciente, por ejemplo, fue el del exsenador Mario Castaño con su show de las marionetas.
Aunque las dos últimas gobernaciones han sido inobjetables, la alcaldía de Manizales ha corrido con una suerte complicada.
El alcalde anterior a Marín fue un socio político de Castaño, por lo que podemos intuir el problema de corrupción enraizado en la ciudad. Hasta el momento se desconocen las posibles derivaciones de ello.

En todo caso, en 2019 irrumpió Marín por el Partido Verde con apoyo de Mauricio Liscano, junto a una promesa de renovación. Aquella vez logró la mayor votación histórica por este cargo y se convirtió en una de las figuras más jóvenes en posicionarse. Hay que aceptar que el arranque de la nueva administración fue prometedor por su gabinete y postura, pero rápidamente todo cambió. Sucedieron numerosos cambios de funcionarios y renuncias de quienes denunciaron haber sido maltratados.
Diversos proyectos e iniciativas acusaron fallas por retrasos y/o sobrecostos. Para nombrar apenas algunos:
- La tercera ruta del cable comenzó sin diseños finales y con el desconocimiento sobre los predios afectados;
- El coliseo multipropósito quedó inactivo y logró ser el escenario para los Juegos Nacionales 2023 en el Eje Cafetero;
- Los retrasos y sobrecostos presentes en la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales;
- La repavimentación demorada de calles de Manizales, y
- Las deficiencias en la ejecución de la reforma del Bulevar de la Calle 48.
A lo anterior se sumaron denuncias por favoritismos por parte del alcalde. En particular criticaron la influencia del equipo de Arturo Espejo Rivas y su hijo Arturo Espejo Arbeláez sobre él.
Espejo Rivas se retiró del equipo, pero su hijo recientemente protagonizó un incidente en la vía pública captada en video donde insultó al alcalde y amenazó con revelar sus irregularidades.
Fue muy evidente el favoritismo de Marín cuando apoyó la elección de su primo Santiago Osorio para la Cámara de representantes.
Hay que aceptar que el arranque de la nueva administración fue prometedor por su gabinete y postura, pero rápidamente todo cambió. Sucedieron numerosos cambios de funcionarios y renuncias de quienes denunciaron haber sido maltratados.
De esta manera, en una vena más grave, se suman varias denuncias por la Corporación Cívica de Caldas y La Patria en las cuales se revela la adjudicación de contratos sin convocatoria pública a través del Instituto de Cultura y Turismo de Manizales. La investigación arrojó 12 contratos directos por $ 769.369.000 pesos.
Evidentemente, todo lo anterior produjo serias sospechas de corrupción. Sin embargo, a la fecha no existe ninguna investigación abierta en su contra.
Contra las cuerdas
Marín ha basado su apoyo esencialmente al cuidado realizado en las redes sociales, pero esto le ha valido severas críticas por la discutible naturaleza y gusto de algunas de sus contribuciones.
No obstante, lo que más daño le causó fueron varios gaffes recientes. La primera se puso de presente en un video filmado durante la visita del presidente Petro a la ciudad. Aquella vez Marín, en un aparente intento de halagarlo, le afirmó que el proyecto del aeropuerto Aerocafé era un proyecto de élites cuando la realidad es que, a pesar de algunos muy pocos detractores, se trató de una iniciativa con amplio apoyo, bases técnicas muy sólidas y financiamiento asegurado.
La segunda, más reciente, fue un reporte sobre la firma de un acuerdo con Liberland, justificado como parte de la meta de la administración, para capacitar en inglés a 5.000 manizaleños. Aunque esta iniciativa no alcanzó a involucrar desembolso alguno, sí obtuvo una apreciación generalizada de ridículo, tanto en el departamento como en el país. Liberland empezó a tornarse como una empresa más ficticia que real.
La historia apunta a que el desorden y la falta de rigor en los procesos desencadenaron una ola de malas decisiones y prácticas.
El último giro en este cantinflesco episodio se dio recientemente por la investigación de La Patria de varios concejales. Descubrieron que el documento sometido por Randy Thompson —supuesto representante del territorio y de una fundación del mismo, en Estados Unidos— era falso.
El original, sometido al Ministerio de Relaciones Exteriores, fue rechazado y marcado como improcedente al corresponder a una entidad con la cual se carecía de reconocimiento oficial y relaciones diplomáticas. El documento presentado a la Alcaldía fue adulterado para obviar lo anterior. Como resultado una concejala declaró haber denunciado ante la Fiscalía General de la Nación al alcalde, al secretario de TIC y Competitividad, y a Thompson.
Aún antes de esto último, todo lo anterior desencadenó una avalancha de críticas por diversos comentaristas locales. Uno de los más duros, Pava Quiceno, lo calificó de “mandatorio pueril” cuya “corrupción, improvisación, ineptitud y torpeza” le han forjado a la ciudad “tres años de destrucción, corrupción, caos, desgobierno, estupidez y despilfarro”.
Palabras fuertes que sin duda Marín no respondió directamente. Después del último episodio despareció por algunos días para reaparecer en el programa de Yamid Amat y, posteriormente, en Manizales. Lo curioso es que en ambas ocasiones admitió el error como posible falla suya y de su equipo.
¿Qué le espera a Manizales?
Indudablemente sus últimas gaffes lo han puesto en ridículo, por lo que ha perdido credibilidad. Y, con esta pérdida, obtuvo mucho rechazo de amplios sectores.
Tal es el clima de insatisfacción que esta semana el Comité Intergremial de Caldas le envió una carta abierta señalando sus incumplimientos e inconsistencias en diversas áreas y, claramente, donde le solicitaron rectificaciones.
Todo ello creó un clima que hará muy difícil un desenvolvimiento provechoso del resto de su mandato, a menos que introduzca cambios adecuados y sustanciales.
La historia apunta a que el desorden y la falta de rigor en los procesos desencadenaron una ola de malas decisiones y prácticas. Quizá se deba a la inmadurez del funcionario y a su falta de experiencia para gestionar algo tan grande como una alcaldía.
Todavía falta ponderar las posibilidades de corrupción, asunto que se definirá con el tiempo. Manizales atraviesa un periodo de incertidumbre, sin una guía clara y sin un líder inteligente y decisivo. Si no hay un freno efectivo, la ciudad seguirá siendo un nido de corrupción y trapos sucios.