
Un análisis de la situación de los departamentos en la tercera ola de COVID-19.
Diego Otero Prada*
Una tercera ola sin pico
La etapa ascendente de la tercera ola sigue y aún no se llega al pico. Esta ola comenzó el 10 de marzo de 2021: ya pasaron tres meses y ocho días. Entre el 28 de abril y el 22 de mayo se estabilizó el número de casos, pero después se aceleró el contagio.
La primera ola tardó cinco meses y catorce días para llegar al pico: del 6 de marzo al 20 de agosto; la segunda ola tardó tres meses y dieciséis días: del 4 de octubre de 2020 al 20 de enero de 2021.
Los picos son cada vez peores: 11.418 para la primera ola, 17. 817 para la segunda y 28.790 para la tercera, hasta el momento.
Gráfica 1. Evolución de la COVID-19 en Colombia

Concentración por regiones
El 18 de junio seis territorios acumulaban el 71,3 % de los infectados diarios y el 65,2 % del total de los infectados en el país: Bogotá, Valle del Cauca, Antioquia, Cundinamarca, Bolívar y Santander.
Caldas, Atlántico, Meta, Boyacá y Córdoba siguen la lista con una cifra de 2 % y 3 % de participaciones en los infectados diarios que suman 11,4 % y 14 % de los infectados totales.
Estas 11 regiones representan el 82,7 % de los contagiados diarios y el 79,2 % de los infectados totales. Con poblaciones intermedias o menores, los departamentos restantes representan el 17,3 % de los contagiados diarios y el 20,8 % del total.
La cifra de mortalidad tiene un comportamiento comparable, aunque no es tan concentrada. Bogotá, Antioquia, Valle, Barranquilla, Santa Marta, Santander, Cundinamarca y Córdoba acumulan el 60 % de los muertos diarios con diferencias amplias en las tasas de mortalidad, siendo las de Bogotá de las más bajas.
Diferencias por regiones
El tamaño de los departamentos, las diferencias en el desarrollo de la capacidad hospitalaria y la desigualdades en la distribución de los ingresos crean grandes diferencias en el comportamiento regional de la pandemia.
De acuerdo a los valores absolutos, los grandes territorios lideran los casos de infectados y muertos diarios y totales: Bogotá, Antioquia, Valle del Cauca, Bolívar, Santander, Cundinamarca y Atlántico.
Pero durante el transcurso de la tercera ola se produjeron variaciones en el tiempo. Al comienzo los departamentos de la costa caribe tuvieron más infectados; Atlántico era el más notable, ya que llegó a tener un máximo de 3337 infectados diarios el 15 de abril, superando a Bogotá que tuvo 3.332 y ubicándose detrás de Antioquia que tuvo 3.919.
Los picos son cada vez peores: 11.418 para la primera ola, 17. 817 para la segunda y 28.790 para la tercera, hasta el momento
Pero a partir del 16 de abril el Atlántico tuvo un descenso acelerado en los contagios; para el 18 de junio la cifra estaba en 561 personas. Algo comparable se presentó en los demás departamentos de la costa caribe.
Bogotá tiene el 34 % del total nacional de infectados y el 25 % de los muertos.
Durante la tercera ola el mayor número de contagios y muertos ocurrieron en Bogotá. Muy rara vez la capital representó más del 30 % de los contagiados diarios según un promedio móvil de siete días. Pero para el 18 de junio, el promedio semanal diario de infectados fue de 9.588.
Bogotá estuvo hasta el 22 de mayo con menos de 5.000 infectados diarios, pero después la tasa aumentó superando la barrera de los 8.000 diarios el 2 de junio y la de los 9.000 el 5 de junio.
Gráfica 2. Evolución de la COVID-19 en Bogotá

Antioquia es el segundo territorio más representativo y un ejemplo de la irregularidad de la pandemia. El departamento vive la quinta ola, algo que no sucede en el resto del país donde aún se vive la tercera ola. La variabilidad de la COVID-19 en Antioquia es impresionante.
La quinta ola comenzó el 19 de mayo con 1.867 casos diarios de promedio semanal y aumentó hasta llegar a los 3.406 casos el 18 de junio, sin llegar aún al máximo de la cuarta ola.
Gráfica 3. Evolución de la COVID-19 en Antioquia

El Valle del Cauca es la tercera región en cuanto al número de contagiados. El 7 de junio superó el pico de la segunda ola que fue el 7 de febrero con 1.590 casos. Como muestra la gráfica 4, hay días de mucha variabilidad con aumentos anómalos en los infectados diarios.
Gráfica 4. Evolución de la COVID-19 en el Valle del Cauca

Cundinamarca también empeoró. Durante la primera ola tuvo contagios por debajo de 500 y durante la segunda registró más de 1.000 casos, pero en la tercera ola los contagios se aceleraron y el 15 de junio estaban por encima de los 2.000.
Gráfica 5. Evolución de la COVID-19 en Cundinamarca

Sin duda alguna Santander sorprendió. Durante las dos primeras olas se comportó relativamente bien y tuvo menos de 600 infectados diarios. Sin embargo, en la tercera ola su tasa de infectados se elevó y el 18 de junio alcanzó 1.835 casos, casi cuatro veces el pico de la segunda ola.
Gráfica 6. Evolución de la COVID-19 en Santander

Igual que los anteriores territorios, Bolívar tuvo una tercera ola agresiva. En las dos primeras olas el departamento registró menos de 500 infectados, pero en la tercera ola los casos subieron por encima de 1.000.
Gráfica 7. Evolución de la COVID-19 en Bolívar

Tercera ola: un comportamiento inusual
En las tres olas que lleva la pandemia en Colombia, los infectados y muertos se concentraron en pocas regiones. Como se mostró, durante la tercera ola seis regiones concentraron el 71,3 % de los infectados y casi el 60 % de los muertos para el 18 de junio. Bogotá es el territorio con más contagios diarios con un 34 % y con una cifra de mortalidad por encima del 24 %.
Predecir el comportamiento del virus en Colombia es una tarea imposible. Los cálculos fallan y siempre hay que ajustarlos. Nunca me atrevo a predecir más allá de una semana y si acaso quince días. Pero la tercera ola es particularmente impredecible.
Hubo una meseta entre el 6 y el 18 de junio con variaciones de 26.000 a 28.000 infectados diarios. No se sabe que puede pasar, pero hay tres alternativas: la meseta puede seguir, los contagios pueden aumentarse nuevamente o puede comenzar una etapa descendente.
Bogotá tiene el 34 % del total nacional de infectados y el 25 % de los muertos.
Normalmente las mesetas preceden aumentos o descensos. Una hipótesis: debe comenzar una etapa descendente, porque los aumentos llevan un buen tiempo (casi cuatro meses).
Por ahora, hay que estudiar los factores que ocasionaron la variabilidad tan grande de la tercera ola.
Primero, podría afirmarse que el mal manejo de las pruebas, por debajo de 60.000 diarias hasta comienzos de junio, además de la falta de una estrategia de control y seguimiento de los posibles contactos. Claramente el sistema de salud colombiano falló.
Segundo, la gente se cansó del encierro de más de un año y de la crisis económica. Por eso las personas decidieron romper las reglas, movilizase y frecuentar más amigos, reuniones y familiares. En los estratos populares se dice: prefiero morir de la pandemia que de hambre.
Tercero, debe investigarse si hay cepas más contagiosas, pero menos mortíferas, ya que la tasa de mortalidad nacional disminuyó de 2,6 % a un 2,5 %.
Finalmente, para algunos las protestas y manifestaciones ocasionaron más contagios. Sin embargo no hay evidencia empírica que pruebe esta idea: las concentraciones no fueron multitudinarias, salvo las del 28 de abril y el 10 de mayo. La teoría dice que si bien hay gente, en su mayoría jóvenes, que sale a las calles, hay muchos que se quedan en sus casas por temor a la violencia y las represiones de la fuerzas pública.
Las dos primeras olas se manejaron mal en términos económicos, sociales y de salud pública. Hasta el 28 de abril, las medidas de encierro fueron despiadadas, irracionales, mal planeadas, generalizadas, y ahora que la tercera ola es más grave y se necesitan medidas urgentes, todo se relajó.