El anuncio del representante de las disidencias sobre su decisión de negociar con el gobierno ha dividido a la opinión nacional. Pero las cosas son y se ven distintas desde la otra Colombia que sufre con la guerra.
Jorge Andrés Baquero Monroy*
El anuncio
El 16 de abril de 2023, Néstor Gregorio Vera Hernández, también conocido como «Iván Mordisco» o «Iván Losada», habló desde la «casa roja» en la vereda La Esmeralda cerca de San Vicente del Caguán. Anunció que el Estado Mayor Central (EMC) de las FARC-EP ya designó a sus voceros para comenzar las negociaciones de paz con el Estado colombiano.
Como es común en la política nacional, hay una polarización de opiniones sobre este tema. De un lado están quienes opinan que el Acuerdo Final de Paz (AFP) no ha servido para nada. Del otro lado están quienes siempre han minimizado la importancia de las disidencias y del nuevo ciclo de guerra que vivimos.
Opiniones divididas
Algunas figuras públicas se han enfocado en aspectos superficiales de la convención guerrillera que tuvo lugar el lunes pasado. Han hablado sobre el valor de la camioneta de Iván Mordisco, el fusil que llevaba y el estado de los uniformes militares de sus escoltas.
Otros expresan opiniones radicales. El exministro Molano afirma que el gobierno de Petro trata a Iván Mordisco como a un rey. El representante a la cámara Christian Garcés habla de la «falsa paz de Santos» que ahora es «la falsa paz de Petro».
Po su parte, el representante a la Cámara Julio Cesar Triana señala la necesidad de un protocolo de negociación por parte del comisionado de paz. Aunque Triana es conocido por argumentar de manera superficial, en este punto tiene razón: la falta de un protocolo es un gran error.
Tales apreciaciones optimistas o pesimistas provienen, sin embargo, de la misma región central de Colombia, que no tiene mucha experiencia en la guerra.
Estas posturas son muestra de que el tema de las negociaciones de paz no despierta mucho interés en ciudades intermedias y centrales. Estas ciudades tienen instituciones fuertes y están interconectadas con las capitales como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla.
Algunas personas ven la situación actual de manera positiva. Piensan que el regreso de los guerrilleros en la vida civil es algo bueno. Pero estas personas no entienden por qué las organizaciones guerrilleras no se unieron al AFP. En cambio, creen que el narcotráfico es lo que impulsa a las disidencias a actuar.
Tales apreciaciones optimistas o pesimistas provienen, sin embargo, de la misma región central de Colombia, que no tiene mucha experiencia en la guerra.
Las narrativas mencionadas no nos permiten entender completamente el asunto. Estas son posiciones morales que reflejan la tensión profunda entre el Estado central y la Colombia profunda. Estas narrativas ofrecen dos opciones:
- Perseguir y someter a las disidencias porque la seguridad democrática está en peligro, o
- Establecer una mesa de negociación alrededor del AFP.
Qué son las disidencias
Es importante decir la verdad: las FARC-EP se desmovilizaron y han cumplido el Acuerdo de Paz.
Pero el comité negociador de la ex guerrilla engañó al Estado colombiano al prometer que desmovilizarían a varias organizaciones que ya no estaban bajo su control. Algunos ejemplos son el Frente 33 en el Magdalena Medio, los Frentes primero y cuarto en la macro región sur, el Frente Oliver Sinisterra en el departamento de Nariño y el Frente Martín Villa en el departamento de Arauca. También había decenas de organizaciones armadas ilegales que sumaban más de mil guerrilleros antes de la creación de la segunda Marquetalia.
A pesar de lo anterior, no hubo mala intención por parte del comité negociador de la ex guerrilla cuando dijo que iba a desmovilizar a muchos guerrilleros que siguieron en armas. Tal vez, entre 2012 y 2016, los comandantes y negociadores de las FARC-EP estaban tan ocupados con sus vidas de celebridades que no se dieron cuenta de que no tenían poder sobre la tropa.
La autoridad sobre los guerrilleros rasos y las zonas controladas por las FARC-EP estaba en manos de personas como «Gentil Duarte», «Iván Mordisco», «John Mechas», «Arturo», «Rodrigo Cadete», «Joiner», «Mayimbú», «Guacho», «Cipriano», «Don ye», «Don David» y muchos otros mandos medios.
En cualquier caso, las disidencias del EMC son más complicadas de lo que se cree. No se les puede reducir a mercaderes de la guerra que buscan grandes fortunas. En realidad, hay una combinación extraña entre discurso político localista y participación en las rentas ilegales. Sin embargo, últimamente, el EMC se ha centrado más en su avaricia por el dinero obtenido en medio de la guerra.
La Colombia donde la guerra no se acabó en el 2016
Las miradas conservadoras y optimistas sobre el conflicto armado suponen que las FARC-EP se acabaron con la firma del AFP.
Pero en otros lugares, especialmente en los territorios más críticos, la guerra nunca acabó y en algunos, la paz duró apenas unos meses. La percepción sobre la paz es muy diferente en estos lugares de la otra Colombia.
La paz sigue siendo un problema sin resolver en lugares como Balboa, Argelia, Ricaurte, Barbacoas, Tumaco, El Charco, La Tola, Turbo, Necoclí, Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, Ocaña, Teorama, San Calixto, Tibú y otros 200 municipios.
En otras palabras, esta mesa de negociación no está destinada a las zonas más desarrolladas del centro del país, sino a lugares donde el primer punto del AFP fracasó hace mucho tiempo, y la sociedad espera soluciones concretas.
En los territorios previos, surgieron rápidamente disidencias. En algunos lugares, la guerra se re incendió por cuenta de los corredores la coca; en otros, la minería de oro ilegal fue la causa. Las porosas fronteras con Ecuador y Venezuela favorecieron la guerra. En algunos otros sitios, se combinó todo lo anterior.

Pero en otros lugares, especialmente en los territorios más críticos, la guerra nunca acabó y en algunos, la paz duró apenas unos meses. La percepción sobre la paz es muy diferente en estos lugares de la otra Colombia.
En definitiva, las disidencias de las FARC-EP tienen apoyo social y legitimidad en estos lugares. Esta situación es resultado de la violencia y de otros varios elementos, como la conveniencia en la guerra, el intercambio de servicios violentos, la colonización armada y las simetrías ideológicas.
El arraigo de las disidencias en estos territorios no se explica apenas por la coerción. Hay otros factores a considerar:
- La legitimación del sujeto armado ante la población civil.
- La ideología es una forma simbólica de construir adhesiones sociales entre los sujetos armados y la población civil. Hablar del olvido del Estado, la reforma agraria y la inequidad como origen de la violencia tiene mucho sentido en los lugares más deprimidos.
- Los ingresos monetarios que recibe quienes se unen a la guerra son un tema importante en lugares donde las economías ilegales son la única actividad rentable.
Por lo tanto, el Estado Central no está entendiendo a fondo los problemas de estos territorios. Un ejemplo fue el paro minero de las últimas semanas, cundo se dijo que su única explicación era la coerción del Clan del Golfo sobre la población civil.
En las imágenes del evento en «casa roja» se ve que las organizaciones sociales tienen un papel destacado en el conflicto armado. Aunque estas organizaciones no son aliadas de los grupos armados, simplemente tienen la mala suerte de compartir territorio con ellos.
Los discursos de los comandantes disidentes y los símbolos en la convención guerrillera muestran que el EMC tiene mucho poder local. Usan esto para construir una narrativa de identidad regional e injusticia sobre temas como el abandono del Estado, el problema agrario no resuelto y la violencia indiscriminada de las agencias militares del Estado.
Estos temas parecen vacíos para los habitantes de la Colombia central y citadina, pero son muy importantes para los campesinos que tienen que vender pasta de coca para sobrevivir. Para ellos, las Fuerzas Militares son el único Estado que conocen y los derechos humanos son apenas retóricas de antropólogos que aparecen en el territorio de vez en cuando.
El camino a seguir
Es importante que el gobierno de más protagonismo a los expertos en manejar mesas de paz. Ellas y ellos son capaces de construir agendas con grupos armados y resolver conflictos de manera exitosa. De lo contrario, seguiremos en debates interminables donde los funcionarios del gobierno pueden tener buenas intenciones, pero no serán capaces de encontrar una salida al conflicto armado.
Por otro lado el país debe dejar de pensar con el deseo, y creer que la guerra se acabó el 24 de noviembre del 2016. Por el contrario, el conflicto armado está vivo en la Colombia profunda; allí ésta es una guerra que viene desde hace tiempo y el Estado central no le ha prestado suficiente atención al asunto.
Finalmente es necesario superar la discusión sobre sí el EMC es una organización criminal o son políticos en armas. En cambio, es importante prestar atención a las regiones más afectadas por la guerra y ofrecer incentivos para que el gran número de personas involucradas en el conflicto armado puedan abandonarlo.