El fracking, la deforestación y la mala calidad del aire son solo algunos de los retos ambientales que Colombia deberá enfrentar este nuevo año.
Sabina Rodríguez van der Hammen*
¿Cómo responder a la crisis?
En 2019, la crisis climática prendió todas las alarmas y abrió muchos ojos.
En los últimos meses del año vimos los incendios que arrasaron millones de hectáreas en la cuenca amazónica y en Australia. También vimos que en Colombia se talaron en el año alrededor de 200.000 hectáreas, principalmente en la selva amazónica, donde está en peligro la gran diversidad de este ecosistema.
Somos tan pequeños que nos cuesta comprender lo que significa el calentamiento global y sus consecuencias para el planeta, para la vida humana y para nuestra cotidianidad. Aún no se ha comprendido la verdadera dimensión del problema, y por eso el 2020 trae grandes retos en materia de protección ambiental.

La deforestación sigue siendo un reto que el gobierno de Colombia no atiende. Foto: Corpoboyacá.
Hollywood nos ha vendido la imagen apocalíptica de «El día después de mañana» o «Volcano»: necesitamos creer que la emergencia climática es sinónimo de una catástrofe en la puerta de la casa para convencernos de que es momento de actuar. El asunto es que no debemos esperar hasta que llegue ese momento cuando solo se pueda intentar salvar la vida propia.
Estamos justo a tiempo de impedir que lleguemos al punto de no retorno, estamos a tiempo de tenderles la mano a las generaciones presentes y futuras, y dejarles un planeta en el que puedan vivir.
Para ello es importante verlo como un asunto de escalas. En los convenios internacionales se habla de «responsabilidades comunes pero diferenciadas”. Eso quiere decir que hay responsabilidades en los planos global, nacional, regional, local, comunitario e individual.
- A escala global, sin duda es mayor la responsabilidad de grandes países como Estados Unidos y China, principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos países imponen un modelo depredador del ambiente, pero se resisten a asumir su responsabilidad.
- En los planos nacional, regional y local, es urgente que los gobiernos adopten compromisos ambientales reales y políticas efectivas para hacerlos realidad.
- A nivel comunitario e individual, tenemos la responsabilidad de cambiar nuestros hábitos de consumo, votar bien y exigir acciones urgentes a los gobernantes.
Las escalas de acción también tienen que ver con un cambio en la lógica capitalista, que es parte de lo que nos ha llevado a la crisis, puesto que subvalora el ambiente.
No hay fórmulas mágicas y hay que pensar en la fuerza de la diversidad de alternativas, de soluciones pequeñas, de la micropolítica. Es hora de que la macro política, que toma las grandes decisiones sobre el rumbo de los países, del modelo económico y de producción, le dé espacio a la ciudadanía, que tiene una serie de respuestas locales que ya se replantean el modelo que actualmente nos está llevando al colapso.
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Los retos ambientales del 2020
En 2020, sería importante que la agenda ambiental no dejara de abordar los siguientes cinco temas:
1.Transición energética
La transición energética tiene varios temas de discusión: la dependencia del petróleo y la transición a energías alternativas; las ganancias excesivas del sector extractivo y sus beneficios tributarios; la decisión de permitir o prohibir el fracking, entre otros.
Este último es uno de los temas centrales en Colombia, pues hay gran presión de las empresas por empezar a probar esta técnica y por la incertidumbre sobre las consecuencias que puede conllevar. El fracking no es todavía una práctica bien establecida y, en medio de la crisis, no tiene sentido profundizar el modelo extractivista en vez de buscar su cambio.
Somos tan pequeños que nos cuesta comprender lo que significa el calentamiento global
En todo caso, no se puede perder de vista que este debate se da en el contexto de la transición energética. No podemos reemplazar las fuentes de energía tradicionales por alternativas que tengan la misma lógica, por mega hidroeléctricas o mega granjas solares. El debate necesario en el país es cómo hacer la transición pensando en la potencialidad de los distintos territorios. Es hora de cambiar la lógica, de cambiar la escala. Debemos darles paso a las pequeñas soluciones, a la diversidad, al entramado de pequeñas y medianas acciones que responden a estos grandes retos
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- Deforestación
En 2019, el Gobierno Nacional no se propuso una meta significativa para detener la deforestación, ni adelantó acciones con resultados importantes.
En Bogotá, la política de tala indiscriminada de árboles de Peñalosa y el malestar ciudadano frente a la misma nos dieron una muestra de lo que significa perder un árbol.

El fracking y la transición energética será otro debate por dar en el 2020. Foto: Ridley Thomas.
Actualmente, Colombia está perdiendo alrededor de 60 millones de árboles anuales. Este tema exige atención inmediata, pues si acabamos con nuestros ecosistemas acabamos con el equilibrio ecológico.
Si el Gobierno no empieza a adelantar acciones concertadas con los pobladores locales, que tengan en cuenta la realidad de las zonas con mayor deforestación, todas las medidas seguirán siendo pañitos de agua tibia.
Mientras tanto, los habitantes de las ciudades podemos disminuir o incluso prescindir del consumo de carne y de lácteos, pues la ganadería es la principal causa de la deforestación en Colombia.
- Participación ciudadana
Es alarmante que Colombia siga en los primeros puestos de los países donde más se asesina a los defensores del ambiente. Eso muestra que aún somos una sociedad excluyente, que acalla las voces de quienes más sufren los efectos de un modelo que no contempla las externalidades, ni le importa sacrificar el entorno para producir. Además, el Gobierno Nacional insiste en desconocer los resultados de las consultas populares que se han adelantado en distintas zonas del país en contra de la minería.
Es hora de darle espacio a la ciudadanía, que de manera imaginativa ha liderado importantes luchas ambientales por la defensa de sus territorios a lo largo y ancho del país. Es hora de dejar de ver a la ciudadanía como menor de edad, como si no pudiera tomar sus propias decisiones. Es hora de dejar la arrogancia del “progreso” que sabe qué necesitan las personas, pero que les impide ser agentes de esas decisiones.
Tal vez el único logro importante en materia ambiental en 2019, gracias al Paro Nacional y al trabajo de la Alianza por el Acuerdo de Escazú, fue su firma por parte del Estado colombiano. Este Acuerdo compromete al Estado a tomar medidas para garantizar la participación ciudadana en materia ambiental, el acceso a la información y la protección de las defensoras y defensores del ambiente. Sin embargo, la firma es solo el primer paso, aún falta un largo camino por recorrer.
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- El aire
En 2019, la calidad del aire empezó a tomar un papel importante en el debate público por su gran deterioro en ciudades como Bogotá y Medellín. Por primera vez pusimos la lupa en este tema, sin que eso quiera decir que este haya dejado de ser relativamente invisible, pues nos cuesta creer que es verdad porque no podemos palpar sus efectos de forma inmediata.
El aire que respiramos está cada día más contaminado y el aire puro se está acabando sin que lo notemos. Es hora de poner cuidado, de ver estos problemas ambientales en conjunto con la salud pública y tomar medidas urgentes.

Fuera de la imagen apocalíptica del día de no retorno, cada vez hay más muestras de que no estamos haciendo lo suficiente para detener el cambio climático.
Foto: Nasa.
La desafortunada decisión del gobierno nacional de cerrar el 2019 abriendo nuevamente la puerta a las fumigaciones aéreas con glifosato entra en este debate, pues pone nuevamente sobre la mesa los efectos nocivos en el ambiente y la salud del uso de esta sustancia.
El trabajo de ciencia ciudadana que empezó Daniel Bernal en Bogotá es un gran ejemplo de cómo la ciudadanía puede jugar un papel fundamental en monitorear el deterioro y los efectos de la contaminación.
- Las ciudades
Parte del deterioro del medio ambiente se debe a que miramos todo el territorio desde los lentes de la ciudad, pero hemos olvidado que los problemas ambientales también están en la ciudad.
La población urbana sigue aumentando y, sin embargo, algunos creen que la protección ambiental es un tema rural, lejano de la ciudad. Parte de la lógica de cambiar el modelo es dejar de pensar que la preservación ambiental no es una cuestión de las ciudades. Es necesario apostar por ciudades más verdes.
A parar para avanzar
El Paro cerró 2019 con un despertar ciudadano que mostró el malestar social, y los temas ambientales no se quedaron atrás.
En 2019, el Gobierno Nacional no se propuso una meta significativa para detener la deforestación
La consigna del Paro Nacional, “a parar para avanzar”, resume el alto en el camino que tenemos que hacer si queremos seguir adelante. Parar nos permite evaluar, reconocer lo que hay que cambiar y dialogar en la diversidad para encontrar caminos.
Este 2020 en el que el Paro sigue debemos salir a la calle, debemos invitar a ese repensar, al cambio de lógica para que podamos seguir, para no llegar al punto de no retorno, para que las futuras generaciones no vivan en escenarios apocalípticos o más apocalípticos que llamas que ya consumen millones de hectáreas.
* Abogada, activista ambiental y defensora de la Reserva Forestal “Thomas van der Hammen”.