Mitos y realidades sobre la presencia del Cartel de Sinaloa en Colombia - Razón Pública
Inicio TemasInternacional Mitos y realidades sobre la presencia del Cartel de Sinaloa en Colombia

Mitos y realidades sobre la presencia del Cartel de Sinaloa en Colombia

Escrito por Jorge Mantilla

Jorge MantillaHay varias razones que impiden pensar que ese y otros carteles mexicanos ejerzan control territorial en el norte del Cauca y otras regiones del país.

Jorge Mantilla*

¿Se está mexicanizando el Cauca?

Ante la situación de violencia que se vive en el Cauca y los homicidios sistemáticos que han padecido las comunidades indígenas, algunos titulares de prensa señalan como presuntos responsables a los carteles de la droga mexicanos, y en particular al cartel de Sinaloa.

La idea de la presunta mexicanización de Colombia no es nueva. Sin embargo, a medida que el negocio del narcotráfico se transforma en el escenario del postacuerdo, la presunta presencia y operación de carteles mexicanos se ha convertido en una suerte de elefante en la habitación.

Sin duda, la situación de seguridad en esa y otras partes del país es compleja, pero sobredimensionar la capacidad de las actividades de compra, financiación e intermediación de los carteles mexicanos no ayuda a entender la situación de violencia y mucho menos a solucionarla.

Corresponde al Gobierno nacional y a las autoridades determinar el alcance de la presencia de carteles extranjeros en Colombia y tomar las medidas necesarias para neutralizar la amenaza.

El Cartel de Sinaloa atraviesa un momento de contracción y de tensión interna, más que un proceso de expansión geográfica.

Pero infortunadamente, la falta de liderazgo y de conocimiento técnico que padece el Ministerio de Defensa llevan a declaraciones ambiguas y contradictorias sobre los temas de esta cartera, incluyendo el de la presencia de carteles mexicanos en Colombia.

Para determinar el alcance de estos carteles, en especial el de Sinaloa —del cual presuntamente circulan panfletos— es necesario entender el momento que atraviesa esta federación criminal y evaluar su eventual interés y capacidad para disputar territorios con la amplia gama de grupos delincuenciales que hoy controlan enclaves de producción de drogas y de cultivos ilícitos en Colombia.

Puede leer: La larga lucha de los indígenas del Cauca por su supervivencia

La contracción del Cartel de Sinaloa

Al menos tres aspectos de la guerra contra las drogas en México harían pensar que la capacidad del cartel de Sinaloa para hacer presencia y ejercer control territorial en Colombia es limitada y, sobre todo, hacen muy improbable que esta sea una prioridad dentro de su agenda.

En primer lugar, el cartel de Sinaloa —también conocido como Cartel del Pacífico— ha sido el más perseguido durante los últimos años por ser considerado el más poderoso. Como resultado de ese asedio de las autoridades mexicanas y de la Drug Enforcement Administration (DEA), se produjeron la caída del Chapo Guzmán y el fallido operativo para capturar a su hijo Ovidio Guzmán. Esto hace parte de una estrategia para descabezar a las organizaciones dedicadas al narcotráfico, también conocida en la literatura anglosajona como kingping strategy la cual además de probarse inefectiva la ha costado a México cerca de 200.000 vidas desde el 2006.

El juicio contra el Chapo ha dado pie a una serie de tensiones dentro del cartel, que podrían profundizar su fragmentación en el mediano plazo. Con la salida del Chapo, el clan de Ismael “El Mayo” se convirtió en la facción principal del cartel, provocando una desbandada de la facción controlada por los “Chapitos” o hijos del chapo, que además han tenido diferencias serias con su tío Aureliano Guzmán, “El Guano”, quien asumió el control de otra facción.

A esto se suma la enorme fragmentación que atraviesan todos los carteles mexicanos como como efecto la estrategia militar empleada en los últimos años. Esto explica que el año pasado haya sido el más violento en la historia reciente de México. Así, por ejemplo, estimaciones del año pasado calculaban que en el país centroamericano operan al menos seis grandes carteles divididos en más de ochenta facciones.

En segundo lugar, el Cartel de Sinaloa enfrenta una cruenta guerra contra el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que con bastante éxito ha logrado desplazarlo de varias de sus plazas tradicionales. Al mando de Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, esta organización —que antes trabajaba como brazo armado del Cartel de Sinaloa bajo el nombre de “Los Mata Zetas”— unió fuerzas con el cartel de los Beltrán Leyva, antiguos socios y más enconados enemigos del Chapo, para disputar el control de la producción y el tráfico de drogas hacia Estados Unidos.

Todo lo anterior indica que el Cartel de Sinaloa atraviesa un momento de contracción y de tensión interna, más que un proceso de expansión geográfica, como sostienen quienes de manera irresponsable hablan de la mexicanización del Cauca. Este proceso los ha llevado incluso a buscar apoyo en otras organizaciones como la Rafael Caro Quintero para contrarrestar la ofensiva del CJNG con una coalición denominada Carteles Unidos, de la que harían parte también Los Zetas.

En tercer lugar, la economía política del narcotráfico en México, específicamente de la heroína, atraviesa por una transformación significativa con la caída en más de un 80 por ciento de la demanda local de mata de amapola en los últimos años. Esto se debe principalmente a cambios en los patrones de consumo en Estados Unidos, en donde desde el 2015 el fentanilo —principalmente proveniente de China y cincuenta veces más poderoso que la heroína— ha reemplazado a la heroína mexicana.

Esto no solo ha obligado a los carteles mexicanos como el de Sinaloa a incursionar en el tráfico de fentanilo con importaciones directas desde China, sino a diversificarse hacia otras economías ilegales. El huachicoleo (robo de combustible) y la extorsión sobre la bonanza del aguacate son ahora renglones claves de las economías criminales, cuyo control es primordial para los carteles mexicanos.

Puede leer: Narcotraficantes mexicanos en Colombia

Prestigio y disuasión

Lo anterior no quiere decir que los carteles mexicanos hayan perdido el interés en la cocaína colombiana, que sigue abasteciendo el 70 por ciento del mercado internacional. Si bien a estos carteles les conviene acercarse más a zonas de cultivo para evitar costos y riesgos de intermediación, no es lo mismo involucrarse en las transacciones para vigilar rutas, precios y calidad que llegar a ejercer un control territorial del crimen.

Les conviene acercarse más a zonas de cultivo para evitar costos y riesgos de intermediación.

Las grandes rentas del negocio del narcotráfico siguen estando concentradas en la entrada y distribución de drogas en los mercados de Europa y Estados Unidos. Como lo demostró el juicio del Chapo, este ha sido el eslabón de la cadena en el que se han intentado especializar estos carteles en los últimos años. Así han generado complejas de cadenas de tráfico y distribución en Estados Unidos y, sobre todo, poderosos mecanismos de corrupción de agentes de aduanas y fuerzas de seguridad.

Por ello, en el caso de que los organismos de inteligencia en Colombia concluyan que hay una incursión territorial del Cartel de Sinaloa en el norte del Cauca, faltarían muchas piezas del rompecabezas. ¿A cuál facción del Cartel de Sinaloa nos estamos enfrentando? ¿Cuáles son los esquemas de corrupción institucional que han puesto en marcha en Colombia y ¿Por qué el interés en el Norte del Cauca, que es una zona de producción de marihuana y no de coca?

Una sencilla comparación de los panfletos que vienen circulando en norte del Cauca, de presunta autoría del Cartel de Sinaloa, con los que efectivamente circularon en Culiacán tras el “Culiacanazo” —fallido operativo contra Ovidio Guzmán relatado por Carlos Resa en un artículo de Razón Pública— dan cuenta de enormes diferencias en el lenguaje, el sentido y la simbología usada por los autores.

Lo que se ve en el Cauca y en otras partes del país es una evidente degradación de la violencia y del respeto a la autoridad indígena y a los liderazgos sociales en un escenario post-FARC donde grupos residuales que hacen negocios con carteles mexicanos estarían utilizando el nombre del cartel con o sin su autorización. Lo anterior tiene el objetivo de disuadir a los pequeños competidores y de atemorizar a las comunidades.

Hacer eco de la idea simplista de la mexicanización de Colombia sin detenerse en lo que sugiere la evidencia, es hacer el juego a estos grupos interesados en adquirir prestigio en el bajo mundo y contribuir a la estigmatización territorial de aquellos territorios que viven situaciones complejas en materia de seguridad y justicia.

*Investigador asociado del Great Cities Institute, Chicago, @jmantillaba.

Artículos Relacionados

Dejar un comentario

Este sitio web utiliza cookies para mejorar tu experiencia. Leer políticas Aceptar

Política de privacidad y cookies